Ed O’Neill, de la NFL a Modern Family
El actor, que también trabajo en la icónica "Matrimonio con hijos", tuvo su oportunidad en la liga de football profesional, pero la desperdició por golfo.
“Ey, Pepe, ¿sabes que uno de los actores de Modern Family jugó en la NFL? ¿Por qué no escribes algo?” Confieso que no me interesa mucho la serie por lo que la idea en sí, bueno, tampoco es que me volviese loco. Fue cuando vi qué actor en concreto era el protagonista de la historia cuando las cosas cambiaron. Se trata de Ed O’Neill y resulta que para alguien de mi generación, y sospecho que de mi género, este tipo es poco menos que un héroe.
Porque Ed O’Neill ahora es famoso por Modern Family, donde interpreta a Jay Pritchett. Lo sé y lo acepto. Esta serie familiar de la ABC, del tipo que encaja en esa monstruosidad de categoría descriptiva llamada “para todos los públicos”, no ha parado de acumular premios, honores y seguidores. Sin embargo, para algunos de nosotros Ed O’Neill es, y será siempre, Al Bundy.
Aquel era el protagonista de otra comedia ligera, bastante anterior, llamada “Matrimonio con hijos”. Sin embargo, su punto macarra y políticamente incorrecto la separaban de su actual trabajo en unos 180 grados. Y a los que nos pilló en la adolescencia, escuchando música ruidosa y queriendo decirle al mundo cuatro cosas, nos volvió locos con su interpretación desagradable, descarada, cínica y ruinosa de todo cuanto nos parecía la vida matrimonial. Ed O’Neill interpretando a Al Bundy, tirado en el sofá, viendo la tele, con la mano dentro del pantalón a la altura del vello púbico, es una imagen icónica.
Una cosa que nos contaba “Matrimonio con hijos” de Al es que en su juventud había sido un gran atleta. En concreto, un gran jugador de fútbol americano. Su dejadez, vaguería, absoluta incapacidad para aceptar la disciplina, habían acabado prematuramente con sus sueños pero, como le decía a sus hijos a veces, “llegué a anotar cuatro touchd downs en un solo partido”.
No sabíamos, entonces, cuanto de autobiográfico tenía aquel relato, aquella característica incorporada al personaje de manera intencional por el equipo de la serie.
Y es que Ed O’Neill, en efecto, jugó al fútbol americano. Fue una estrella en el instituto en la posición de línea defensiva. Tanto, que se ganó una beca en la universidad de Ohio para practicar el deporte.
Estuvo dos años en Ohio. Cuentan las crónicas que dedicó mucho más tiempo a emborracharse, estar de fiesta continua y andar con chicas que a los entrenamientos y los partidos. Tuvo un enfrentamiento directo con su entrenador debido a esto y acabó marchándose de la universidad. Nunca quedó claro si le echaron o si él decidió irse.
El caso es que se enroló en la pequeña universidad de Youngstown State donde estaban encantados de contar con alguien de su talento para su, por otra parte, anónimo equipo de fútbol americano. Pronto descubrieron que de poco les iba a servir pues la tendencia de Ed siguió siendo, ya lo habéis adivinado, la fiesta descontrolada.
Su carrera universitaria fue un desastre, pero tenía talento. Y entonces, como ahora, con talento pero sin cabeza aún habrá entrenadores que crean que te pueden salvar y meter en vereda. En este caso fueron los Pittsburgh Steelers, de la NFL, quienes le ofrecieron la oportunidad de hacer la pretemporada veraniega con ellos a pesar de no haber sido elegido en el Draft.
Los resultados fueron los que podéis suponer de alguien que apenas entrenaba, ni se tomaba en serio el deporte, en medio de una liga profesional: un total y absoluto desastre. El equipo le cortó cuando llegó la hora de la verdad y tuvo que cerrar la plantilla de los que disputarían la temporada 1969 de la NFL.
Ahí perdimos un jugador de fútbol americano pero ganamos un actor. De hecho, algo quedó de su paso por los Steelers pues Terry Bradshaw, quarterback del equipo que en los años 70 ganó cuatro anillos para los Pittsburgh Steelers conocidos como “El telón de acero”, apareció en dos ocasiones en “Matrimonio con hijos” como estrella invitada.
Hoy Ed O’Neill goza de enorme fama. Ha sido nominado dos veces para los Globos de Oro y tres para los Emmys como actor, amén de haber ganado cuatro veces el Screen Actors Guild, y de ser una de las imágenes televisivas preferidas de muchos de nosotros. Nada de eso sería posible si no hubiese sido un golfo impenitente en sus años universitarios; tanto como para echar por la borda su carrera deportiva.