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New England Patriots

Bill Belichick busca la temporada perfecta, pero con Super Bowl

Casi todo el mundo está intentando leer entre líneas en los movimientos de mercado de los Patriots en esta agencia libre. Pero tal vez solo busquen ganar y ganar.

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BOSTON, MA - FEBRUARY 07: Head coach Bill Belichick of the New England Patriots looks on during the Super Bowl victory parade on February 7, 2017 in Boston, Massachusetts. The Patriots defeated the Atlanta Falcons 34-28 in overtime in Super Bowl 51.   Billie Weiss/Getty Images/AFP
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Billie WeissAFP

Al terminar la temporada 2006, Tom Brady entró desesperado en los despachos para hablar con Belichick, e incluso se dice que hubo varias reuniones a tres con el entrenador y Robert Kraft. Brady, habitualmente modoso y obediente, exigió casi desesperado que le dieran receptores.

El año anterior, el equipo había fichado en la agencia libre a Jabar Gaffney y Reche Caldwell como receptores. Pese a que habían llegado a la final de conferencia, el juego de pase había sido anémico. Brady, simplemente, no tenía a quién lanzar. Caldwell, que en muchos equipos habría sido tercer receptor como mucho, fue el mejor con 760 yardas y 4 touchdowns, solo por delante del tight end Ben Watson y de Troy Brown, que a los 35 años hacía ya lo que podía. La sensación en el equipo era que con un par de receptores como Dios manda habrían ganado sin problemas en cuarto anillo. Pese a todo, a falta de un minuto iban por delante en la final de conferencia ante los Colts y en la Super Bowl estaban los Bears, que parecían un chollo y a final lo fueron para Peyton Manning & Co.

Cuatro receptores en la agencia libre

Las súplicas de Brady fueron escuchadas y Belichick hizo algo poco habitual en él. Fue muy activo durante toda la agencia libre, e incluso en el draft. Directamente, se hinchó a fichar receptores. Pagó a los Dolphins una segunda ronda y una septima por Wes Welker, fichó a Donté Stallworth y Kelley Washington e la agencia libre y, durante el draft, consiguió a Randy Moss a cambio de una cuarta ronda para los Raiders. Además llegaron el corredor Sammy Morris, el tight end Kyle Brady, un linebacker estrella como Adalius Thomas y dos cornerbacks, Tory James y Eddie Jackson.

Todo el mundo dijo que Belichick se había vuelto loco. Mantuvo su primera ronda, que gastó en un safety, Brandon Meriweather, pero se dejó otra primera, una tercera y una cuarta en su agresividad. En realidad su draft tenía sobre todo sextas y séptimas rondas. Todo era extraño y muy alejado de la filosofía del entrenador/general manager, que siempre había preferido mirar la agencia libre desde la hamaca y con mucha calma, aprovechándose de los chollos que los demás no habían sabido ver y encontrando joyas inesperadas.

Un equipo casi perfecto en 2007

Los Pats iban a por todas. No solo partían como máximos favoritos para ganar el anillo en 2007, también se hablaba de que podían conseguir hacer una temporada perfecta. El mejor equipo nunca visto en la NFL.

Pocos meses después, perdían la Super Bowl frente a los Giants después de haber terminado la temporada regular 16-0.

Después de aquel dispendio, los de Belichick volvieron a su camino habitual. Agencias libres quirúrgicas y draft en los que acumulaban muchas elecciones que disparaban como una escopeta de perdigones. Muchos balines se perdían en el infinito, pero algunos otros daban en el blanco y eso le servía a Belichick para encontrar a Mayo, Chung, Vollmer o Edelman, Gronkowski, Spikes, Hernandez, Solder, Chandler Jones, Dont’a Hightower…

Otra agencia libre enloquecida

Pero 10 años después de aquella agencia libre loca de 2007, Belichick ha vuelto a sufrir el influjo de la luna llena y se ha echado al monte, aullando como un lobo y con una agresividad inusitada. Ha fichado a Stephon Gilmore, el mejor cornerback del mercado, a Lawrence Guy, un buen defensive y, sobre todo, a Brandin Cooks saltando la banca y cediendo su elección de primera ronda. Y también ha pagado a los Colts por llevarse al tight end Dwayne Allen.

Por el camino, han renovado a todos los agentes libres que le interesaban a Belichick de verdad, excepto a Dont’a Hightower, que sigue manteniendo entrevistas después de haber indignado a Titans y Jets, que tras hablar con él dijeron de forma más o menos velada que no entendían cómo el jugador hablaba con nadie si tenía tan claro que el año que viene piensa jugar en el equipo de Boston.

Incluso Malcolm Butler, que ahora está indignado, sintiéndose moneda de cambio tras el contrato estratosférico a Gilmore, es esclavo de Belichick. Los Pats le han dado un tender que él tiene que aceptar, aunque sea a regañadientes, y si empieza la temporada en New England tendrá que dejárse el alma sabiendo que se estará jugando el contrato de su vida en la siguiente agencia libre. Aunque mientras, si alguien paga de verdad por él, nadie pondrá pegas a que deje el equipo.

Sin olvidar que en la despensa está escondido Garoppolo, que aún está a tiempo de ser intercambiado al peso por una ronda muy alta si algún desesperado de última hora (dígase, por ejemplo, Houston) está entre la espada y la pared en la posición de quarterback.

En busca de otra temporada perfecta

A falta de la confirmación del regreso de Hightower, y con un agujero en el backfield fácil de llenar con una agencia libre plagada de buenos corredores desesperados, todo el mundo mira aterrorizado a los Patriots, y la temida frase ‘temporada perfecta’ vuelve a flotar en el aire.

La sensación es que Belichick ha dejado de pensar en el largo plazo, y que está pensando en ganar ya. Pero tal vez haya que pensar que Belichick piensa en ganar ya año tras año, y que esta vez, como sucedió en la orffseason de 2007, cree que tiene una máquina casi perfecta que necesita muy pocos retoques para ser imparable. Y como alguien que nunca ha sido esclavo de casi nada, y que en cada momento ha hecho lo que le ha parecido mejor para su equipo, sin planes preestablecidos, ha pensado que, por qué no, el camino volvía a pasar por la agencia libre diez años después.

¿Se están hipotecando los Patriots de cara al futuro? Tal vez la pregunta debería ser otra: ¿pueden tener los Patriots en 2017 la mejor plantilla de toda su historia? Y la respuesta, definitivamente es que sí. Su quarterback es el mejor de todos los tiempos, conservarán una línea ofensiva (y un entrenador de OL) que el año pasado estuvo en la élite, podrán tener su mejor grupo de receptores de siempre con Cooks, Gronko, Edelman, Hogan, Dwayne Allen, Mitchell, Amendola… Su backfield es polifacético con Dion Lewis y White y solo necesita un norte-sur que le de empaque. Y su defensa, la que menos puntos permitió de toda la NFL en 2016, parece haber mejorado en secundaria en el cambio de Ryan por Gilmore y seguirá teniendo un front seven polifacético si vuelve Hightower y con la irrupción de jóvenes figuras.

Y sin olvidar que aún tienen 33,34 millones para gastar, el décimo equipo con más dinero en el bolsillo.

Y también una reconstrucción

Incluso pensando en los nuevos contratos, y conociendo la política de New England, no tienen por qué estarse hipotecando para los próximos años si tenemos en cuenta las renovaciones pendientes a corto plazo.

¿Está haciendo esto Belichick porque a Brady solo le quedan un par de años? Es posible. Pero también es probable que eso no le importe en absoluto. Por mucho que parezca un plan a corto plazo, el proyecto puede sobrevivir a medio y largo si, por ejemplo, Garoppolo fuera el auténtico heredero de Brady. De hecho, un bloque tan potente sería el plan perfecto para facilitar la transición de Brady a Garoppolo sin dejar de ser aspirantes a todo. Belichick mete músculo en todas las posiciones hasta que el heredero esté preparado. En realidad, nada diferente de lo que hizo en los primeros años de Brady, en los que conquistó tres anillos.

¿Está pensando Belichick en ganar a la desesperada un último anillo con Brady, o incluso en retirarse el mismo día que el quarterback? Yo más bien creo que Belichick tiene en la cabeza conseguir el último hito que le falta con Brady: conseguir una temporada perfecta con victoria en la Super Bowl. Y en la offseason de 2018, ya pensará en el reto de ganar otros seis anillos con un quarterback diferente. Por desafíos, que no quede.