Kisenosato: Japón vuelve a tener un Yokozuna tras 19 años
La victoria de Kisenosato en el pasado torneo de enero sirvió para que los rectores de la Asociación de Sumo hayan decidido promoverle al rango de Yokozuna.
En mayo de 1998 Masaru Hanada, más conocido en el mundo del sumo como Wakanohana, era promovido al rango de Yokozuna, uniéndose así a su hermano Koji que ya ostentaba ese rango desde 1994 con el nombre de Takanohana. El deporte nacional japonés estaba viviendo entonces una época dorada, con la lucha entre los gigantes hawaianos Akebono y Musashimaru frente a estos dos hermanos, provenientes de una familia muy enraizada con el mundo del sumo (su tío había sido también Yokozuna y su padre Ozeki) y eran tremendamente famosos en Japón. Los periódicos y los noticiarios abrían con noticias referentes al sumo e incluso el béisbol, sin duda el deporte más popular del archipiélago, empezaba a temblar ante el repunte del deporte de lucha por excelencia de las islas.
Sin embargo los felices años 90 fueron llegando a su fin, los grandes luchadores comenzaron a retirarse y nuevos valores, con menos tirón mediático, comenzaron a ocupar los puestos que estos dejaban vacantes. El problema es que entre esos nuevos luchadores no había ningún japonés que pudiera eclipsar el poderío que empezaban a mostrar los luchadores mongoles. En el nuevo siglo XXI hasta cuatro de este país llegaron a alcanzar el honorífico rango de Yokozuna; Asahoryu, Hakuho, Harumafuji y Kakuryu (los tres últimos aún están en activo). Por el contrario Wakanohana se retiraba en marzo de 2000 y su hermano Takanohana, tras pasar un calvario debido a una lesión de rodilla, acabó entregando sus papeles de retiro en enero de 2003.
Desde entonces los japoneses han soñado con ver a uno de los suyos de nuevo en lo más alto del banzuke, nombre con el que se conoce a la clasificación general de los luchadores y que se actualiza cada dos meses, justo antes del inicio de cada uno de los seis torneos oficiales que se incluyen en el calendario anual. En todos estos años ha habido nombres que han sonado para ocupar ese rango, como los Ozeki Tochiazuma, Musoyama y, sobre todo, Kaio, pero nunca llegaron a conseguir cumplir la norma no escrita de conseguir dos victorias consecutivas o, al menos, conseguir una victoria y un subcampeonato en dos torneos seguidos. Por el contrario los mongoles batían registro tras registro y el Yokozuna Hakuho terminaba por finiquitar el poderío nipón al convertirse en el luchador de la historia con más títulos en la máxima categoría con 37, sobrepasando así el registro que ostentaba el legendario Taiho con 32 títulos desde 1971. Para hacer que esta travesía del desierto fuera aún más penosa Japón se pasó 10 años sin ver a uno de los suyos conseguir la victoria. Hasta algunos luchadores europeos, caso del búlgaro Kotooshu o del estonio Baruto, consiguieron al menos en una ocasión romper la hegemonía mongola y alzarse con el triunfo.
Parece que las cosas empiezan a cambiar en el mundo del sumo. En enero del pasado año por fin un japonés, Kotoshogiku, conseguía romper esos diez años de sequía y alzaba la Copa del Emperador para entusiasmo de los suyos. En septiembre de ese mismo año otro japonés, Goeido, lo lograba también y además sin perder un solo combate en los quince días de competición, y ahora le ha tocado el turno de levantar el título a Kisenosato, que además venía de ser subcampeón en el torneo anterior. Tres título locales en un año, con la particularidad, además, de que los últimos cinco torneos han sido ganados por cinco luchadores diferentes. Parece que algo, por fin, está cambiando en el mundo del sumo japonés.
Hay que decir que Kisenosato es el Ozeki más regular de todos los que han ostentado ese rango en los últimos años. Hasta 12 subcampeonatos ha conseguido en su carrera, el último en el pasado torneo de noviembre, pero le faltaba coronar su carrera con la guinda del triunfo. Este mes de enero todo se confabuló a su favor, ya que varios luchadores tuvieron que retirarse del torneo por lesión y eso le allanó ligeramente el camino, aunque para evitar cualquier tipo de suspicacias el japonés se encargó de derrotar en la última jornada de forma más que convincente al poderoso Yokozuna Hakuho, certificando así no sólo el triunfo final sino la más que ansiada promoción al máximo grado del sumo japonés. Y eso que ha habido voces que no han estado muy de acuerdo con ella, aduciendo en sus protestas que el subcampeonato de hace dos meses no era suficiente y que este título tenía menos valor por las ausencias ya comentadas. Sin embargo sí que hay que decir que en el último año Kisenosato tiene unos números combinados de 74 victorias y sólo 16 derrotas, mucho mejor que los de la mayoría de los Yokozuna promovidos con anterioridad. Sólo el recordado Takanohana presentó mejores números con 80-10. Y de eso hace ya la friolera de treinta y dos años.
Lo cierto es que la noticia de la promoción de Kisenosato saltó pronto a los medios. Era casi un secreto a voces que nadie podía mantener oculto hasta que el miércoles se celebrara la recepción oficial por parte del luchador y su oyakata (entrenador) y desde el mismo lunes se sabía que el 72º Yokozuna ya era una realidad. El Comité que recomienda estas promociones apenas tardó 10 minutos en llegar a una decisión por unanimidad. El título recién conseguido y, sobre todo, el 82% de victorias en el último año fueron decisivos para decantar la balanza... y sí, por qué no decirlo, también la ilusión que había generado en todos los aficionados la posibilidad de que casi veinte años después uno de los suyos estuviera en lo más alto de la clasificación.
El día de la recepción oficial, celebrada en un hotel de la capital de Tokio, el lleno por parte de los medios de comunicación fue de los antológicos. La asistencia de multitud de fotógrafos y cámaras de televisión acreditadas prácticamente llenaba la sala sin dejar excesivo espacio para los invitados a la ceremonia. En ella el japonés aceptaba el rango que le ofrecía la Asociación de Sumo con la humildad que siempre caracteriza a los nipones en este tipo de actos; "Acepto la promoción con gran humildad y me esforzaré al máximo para no deshonrar el rango de Yokozuna", dijo Kisenosato a los enviados de la Asociación de Sumo.
En la posterior rueda de prensa el luchador japonés se refirió a su nueva posición en el mundo del sumo; "Es difícil decirlo con palabras pero es una presión agradable, muchos aficionados japoneses llevan años esperando a un Yokuzuna local. Me gustaría ser un luchador de sumo digno del respeto de la gente, que nadie dude que voy a esforzarme para estar a la altura de un cargo de tal responsabilidad. Mi objetivo a corto plazo es ganar el próximo torneo."
Al luchador japonés le espera un mes repleto de actos oficiales y asistencia a diferentes reuniones de agradecimiento, sobre todo con los miembros de su koenkai, una especie de grupo de aficionados que le apoyan no sólo deportivamente sino también económicamente, nada que ver con los que conocemos en España. El primero de esos actos lo realizó en el Templo Meiji el viernes 27, en un recinto abarrotado de público y con el apoyo de todos los miembros de la Asociación. Este santuario es uno de los lugares sagrados del sintoísmo nipón y en él, de forma tradicional, todos los nuevos Yokozuna realizan la ceremonia del Yokozuna dohyo-iri, un ritual que a partir de ahora Kisenosato, al igual que sus compañeros Hakuho, Harumafuji y Kakuryu, deberá hacer a diario durante cada uno de los quince días de competición que dura un torneo oficial.
Su debut con su nuevo rango lo realizará en Osaka el próximo 12 de marzo, fecha de inicio del Haru Basho, segundo torneo oficial de la temporada. Veremos entonces si la enorme expectación que se ha creado a su alrededor se ve rubricada con un nuevo triunfo o, al menos, con un estilo de sumo que haga creer de nuevo a los aficionados japoneses en los luchadores nacionales.