El aventurero puntual
El piragüismo español descubrió a una nueva estrella en los Juegos de Río: Marcus Cooper Walz, que a sus 22 años se proclamó campeón olímpico en 1000 metros. Este 19 de diciembre recibirá su galardón en la 10ª edición de los Premios AS.
Marcus Cooper Walz tiene 22 años, nació en Oxford (Reino Unido), es hijo de padre inglés y madre alemana, reside en Mallorca desde los tres meses y defiende el pabellón del piragüismo español con un éxito rotundo. Ganador de la medalla de oro en la distancia de 1000 metros en Río, apenas nadie le conocía en España fuera del mundo de las piraguas, donde se hablaba de su tremendo potencial. Se le consideraba un posible campeón olímpico, pero no tan pronto. Cooper se adelantó a los pronósticos y venció con algo más que fuerza, clase y determinación. Trasladó a los espectadores una emoción de tal calibre que convirtió sus pruebas en una aventura dramática con final feliz.
Empezó de niño a recorrer la bahía de Palma, por simple diversión infantil, pero con la mejor sensación del mundo. Le encantaba el piragüismo y notaba que disponía de las condiciones adecuadas para disfrutar y competir. Le ayudaba un físico poderoso y un entorno que comprendía y alentaba sus posibilidades. En Porto Preto, Joel Badía, su primer entrenador, comenzó a perfilar la trayectoria de Marcus Cooper. En solo nueve años, el proyecto de piragüista se transformó en campeón olímpico.
Especialista en la prueba individual de 500 metros, donde mejor exprime sus cualidades para la velocidad pura, Cooper participó en Río en los 1000 metros. Los 500 metros no figuran en el programa olímpico y tuvo que aventurarse en la distancia superior, donde la resistencia juega un papel tan importante como la explosión. Adiestrado por Luis Brasero, su entrenador, Cooper sorprendió por habilidad para adecuar sus condiciones físicas a las exigencias de la prueba.
Explosivo en la salida, se descolgó en cada prueba hasta la cuarta y la quinta posición al paso por los 700 metros. Lo que podía interpretarse como un signo inequívoco de desfallecimiento le servía para aprovechar su enorme facilidad de recuperación. Ahí comenzó prueba tras prueba una contrarreloj contra sus rivales, en medio de un dramatismo que aceleró el pulso de todos los aficionados españoles. Centímetro a centímetro, Marcus Cooper recuperó siempre la distancia perdida. También en la final. No hubo nadie más puntual para llegar desde atrás y vencer.