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Dallas Cowboys

Tony Romo podría ser activado por los Cowboys contra Steelers

Los médicos ya han dado de alta al jugador, y la decisión de activarle para el partido contra Pittsburgh no es médica, sino exclusivamente técnica.

CLEVELAND, OH - NOVEMBER 06: Ezekiel Elliott #21 of the Dallas Cowboys takes a hand off in the second half from Dak Prescott #4 against the Cleveland Browns at FirstEnergy Stadium on November 6, 2016 in Cleveland, Ohio.   Jason Miller/Getty Images/AFP
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Jason MillerAFP

Tony Romo ya está sano. Los médicos le han dado el alta, él lleva entrenando con normalidad dos semanas, y en estos días ha incrementado la intensidad física para poder estar listo al ciento por ciento de cara al próximo domingo. Los Cowboys viajarán a Pittsburgh para enfrentarse a unos Steelers en crisis.

Otra cosa es que juegue… aunque sí sea activado. La decisión de tenerle vestido en la banda depende exclusivamente de Jason Garrett una vez que los médicos han dado el visto bueno, y según varias fuentes es muy probable que esta vez sí decida tenerle disponible.

Sin embargo, no parece que su activación signifique que vaya a recuperar la titularidad. En la franquicia de Dallas intentan cerrar ese debate cada vez que alguien quiere reabrirlo. El ataque está funcionando a las mil maravillas con Prescott y cuando algo funciona, no necesita ser reparado. Ni siquiera mejorado.

Otra cosa es que Prescott sufra una crisis de juego, o que los Cowboys tengan en el futuro varios tropiezos inesperados con el quarterback novato al frente. Pero visto el juego desarrollado por el equipo tejano hasta ahora, eso no parece muy probable.

Además, hay otro elemento clave en esta historia, que es el auténtico nivel de juego que pueda desarrollar Tony Romo, pese a que Jerry Jones, propietario de los Cowboys, haya dicho que “está listo para jugar a su máximo nivel”.

La realidad es que el último gran partido de Romo se remonta al 11 de enero de 2015 en la ronda divisional de los playoffs de la temporada 2014. Desde entonces solo ha jugado tres partidos y medio en el mes de septiembre de 2015, y en ninguno de ellos rindió al impresionante nivel del año anterior. De hecho, todo el ataque de Dallas tuvo un inicio de temporada decepcionante.

Por supuesto, que las cosas habían cambiado radicalmente en el equipo, que de un año a otro había dejado marchar a DeMarco Murray, que hasta entonces había sido el arma secreta de ese ataque. Y que de hecho, ahora, con Zeke Elliott, ha recuperado con éxito esa misma filosofía.

Así que no es descabellado pensar que Romo, que durante 2014 tuvo una actuación estratosferica a pesar de que (o quizá porque) solo intentó más de 40 pases en uno de los 17 partidos que disputó, este año pudiera hacer lo mismo con Elliott a su espalda.

La cuestión es que la forma de jugar de Dak Prescott este año con Elliott se asemeja bastante a la de Romo en 2014 con Murray. El novato solo lleva un partido con más de 40 intentos de pase, y su media de lanzamientos es de 31 por encuentro, cuando la media de Romo fue de 28 ese último año al máximo nivel. Ni siquiera hay una gran diferencia en el número de yardas totales. Al ritmo que va, Prescott superará con comodidad las 3.705 de Romo en 2014. La gran diferencia está en el número de pases de touchdown. Romo consiguió 2’2 de media y Prescott solo lleva 1,5… aunque si sumamos los touchdowns de carrera, Romo no sumó ninguno y Prescott lleva cuatro, con lo que igual también se iguala la estadística anotadora.

La conclusión es que un cambio de quarterbacks podría darle quizá una mayor efectividad pasadora a los Cowboys en la end zone. Aunque ese no es precisamente un problema para el equipo, que ahora consigue un 63,64% de touchdowns cada vez que pisa la zona roja, y está en el grupo de equipos más eficaces de la NFL.

También damos por hecho que Romo, más experimentado y siempre brillante, será capaz de conducir una remontada mejor que Prescott, pero todavía no hemos visto al novato jugar en situaciones límite, así que no podemos juzgarle en esa faceta. Pero sí que le hemos visto recuperarse de arranques dubitativos, o superar momentos de mal juego y desventajas sin grandes problemas, y ese es un buen termómetro de que también puede ser muy eficaz cuando las cosas se pongan cuesta arriba.

Por último, está el dato más importante de todos. Estamos comparando a Prescott con el Romo de 2014, el último que vimos jugar, y en una de sus mejores temporadas. Desde entonces ha sufrido dos roturas de clavícula, nuevas lesiones en su maltrecha espalda, y ha pasado muchos meses sin vivir semana a semana el ritmo de la alta competición. Por eso, es importante hacerse una última pregunta: ¿de verdad es este Tony Romo capaz de jugar al mismo nivel estelar de hace dos años?

Sin urgencias que obliguen a descubrir la respuesta, parece mucha mejor idea mantenerle en la banda como un plan B que en el mejor de los casos rendiría en el sistema de Garrett igual de bien que lo está haciendo Prescott.