Los Angeles dio la bienvenida a la NFL como sólo ellos pueden
Los Rams volvieron a jugar en 'su' ciudad ante un público entregado que abarrotó el Coliseum y con un espectáculo a la altura de la ciudad anfitriona.
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Los aficionados de Los Angeles esperaron 22 años para que sus Rams volvieran a casa y, como en el cuento bíblico del hijo pródigo, les recibieron en su retorno como sólo ellos saben. O, mejor incluso, como sólo ellos pueden.
El Coliseum se llenó hasta la bandera con 91.046 seguidores. Si había dudas de la pasión angelina por la NFL, éstas pueden quedar disipadas. Es obvio que el equipo ha de acompañar, de forma sostenible, para que estos números se repitan sin las fanfarrias del partido inaugural, pero el mensaje está mandado alto y claro: Los Angeles echaba mucho de menos a sus Rams.
A los festejos no les faltó de nada. Para que el equipo saltará al campo no sólo se usó una canción de una de las grandes bandas de la zona, los Red Hot Chilli Peppers, sino que se tuvo al propio grupo en vivo.
Entre los invitados estelares destacó LeBron James que, como era de esperar, se tuvo que aguantar mientras la grada cantaba un "Kobeeeee, Kobeeeee" ensordecedor en honor de la gran estrella de Los Angeles Lakers, ya retirada, y que fue uno de los mayores enemigos del actual mejor jugador del mundo de baloncesto.
Hablando de baloncesto, en las gradas, y en asiento normal, como un aficionado más, estuvo Magic Johnson, una figura imprescindible en el deporte de Los Angeles. Primero, y sobre todo, por haber ganado cinco anillos de la NBA con los Lakers, amén de ser la imagen del 'Showtime', que no sólo es un estilo de juego sino una representación, casi perfecta, del espíritu de la ciudad y de lo que quieren para sus equipos. Pero, después, también porque es uno de los principales inversores que compraron Los Angeles Dodgers hace un lustro y que están peleando por poner en la cima de la MLB que, más allá de sus fracasos en playoff, realmente es donde están.
Pero la gente lo que fue a ver es football. Y demostraron que, durante mucho tiempo, se ha minusvalorado a este público. Que si no llenarían el estadio, que si no eran seguidores pasionales, que si sólo quieren espectáculo... y no. En absoluto. Como cualquier afición que reciba tal nombre lo que quieren es una cosa y sólo una: ganar.
Esos aficionados de Los Angeles Rams que, en teoría, no querían un 'mal producto' se encontraron con un duelo entre su equipo y los Seahawks que no tuvo ningún touch down, con dos pútridos ataques a los que costaría aplicar tal nombre sin ponerse colorado. Pero disfrutaron como locos de cada sack, cada presión a Russell Wilson, cada jugada defensiva bien ejecutada. La grada rugió como si se estuviese jugando el Seattle, el campo más caliente y ruidoso de la NFL, y más de 90.000 almas pusieron un color y una pasión que en nada envidió a Kansas City, Buffalo, Pittsburgh, Philadelphia, Green Bay o cualquier lugar de relumbrón NFL que se os ocurra.
Es sólo el primer partido y eso hace muy especial el momento, de ahí que la excitación desaforada sea entendible. Pero los aficionados de Los Angeles demostraron que las ganas de football puro, la ilusión por tener a sus Rams de vuelta, es muy real. Que se mantengan así o no ahora dependerá del equipo, pero no podrán decir que Los Angeles no les han recibido como sólo ellos pueden hacer.