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JUEGOS PARALÍMPICOS

Lía Beel y David Alonso, pareja también en el tartán

Son novios en la vida real y él su guía en la competición. Se conocieron durante un campeonato de atletismo y en varias concentraciones.

Río de Janeiro
David Alonso y Lía Beel compiten en los Juegos Paralímpicos de Río.
PAULINO ORIBEDIARIO AS

Se conocieron en una pista de atletismo, congeniaron y se enamoraron. Lía Beel Quintana y David Alonso son novios en la vida real y pareja en la vida deportiva. David, de 25 años, es el guía de Lía, de 21 años. Ambos viven sus primeros Juegos Paralímpicos. Tras haber disputado las pruebas de 100 y 200 metros, ayer se despidieron de Río con un cuarto puesto en el relevo 4x100 metros (prueba mixta para atletas con y sin guía) junto a Izaskun Oses, Melani Berges y su guía Sergio Sánchez, y Sara Martínez.

“Empezamos a coincidir en campeonatos ‘open’ (para atletas con y sin discapacidad) y en concentraciones del equipo Liberty. Lía era atleta y yo, guía”, explica David. Ambos están incluidos en el equipo Liberty Seguros, una iniciativa para apoyar y financiar a jóvenes promesas del atletismo paralímpico español. Lía lo es. Tras superar en 2014 una grave lesión (fractura de tibia y peroné) y estar un año sin entrenarse, en el Mundial de Doha de 2015 fue bronce en el 4x100 y sexta en el 800.

Lía desvela que no le costó mucho convencer a David para que fuera su guía. Fue cuando se trasladó de su ciudad, Burgos, a la ciudad de David, Madrid, para estudiar Fisioterapia. Empezó a entrenar, como David, bajo las órdenes de Juanjo Morgado. No encontraba guía y rápidamente pensó en David: “A las chicas nos resulta muy difícil encontrar guías chicas porque hay muy pocas”.

Lía nació en Australia. Aclara que Beel es su primer apellido. Hija de australiano y española, practica atletismo desde los 12 años. Por su enfermedad, una retinosis pigmentaria, fue perdiendo la vista progresivamente. Hace cuatro años empezó a correr con guía y en 2015 paso de la categoría T12 a la T11 (ciegos totales).

La extraña pareja

En la pista Lía y David son la extra- ña pareja. Ella mide 1,65 y él, 1,84. David, licenciado en Ciencias de la Actividad del Deporte, explica los inconvenientes de ser físicamente tan diferentes: “Yo le saco 20 centímetros y tengo una zancada mucho más amplia. Lo más difícil es adaptarte a la forma de correr de tu atleta, sobre todo cuando físicamente hay tanta diferencia”.

En el tartán se entienden a la perfección. “Ser pareja tiene muchas ventajas, pero también hay momentos especiales. A veces los nervios se pagan con quien tienes más confi anza. No discutimos mucho. Ella confía en mí. Al fi n y al cabo, soy sus ojos”, concluye David.

Atletas y guías: condenados a entenderse en la pista

Son los ojos de los deportistas con la discapacidad visual más alta y tanto éstos como sus guías están condenados a entenderse. Ser guía no es nada fácil. En el caso del atletismo deben enfrentarse a muchas difi cultades, entre otras, adaptarse a la forma de correr de su atleta y hacerlo de la forma más similar posible. También deben correr más que su atleta, pero nunca ir por delante porque sería descalificado y correr a su lado, pero sin estorbar. Ayuda mucho tener la misma complexión fí- sica. Además, el guía debe adaptarse, en el caso del atletismo, a la manera de competir que tiene su deportista. “Por mi altura, tengo una zancada más amplia que Lía y a veces cuesta cambiar ese ritmo”, explica David Alonso, guía de Lía Beel. Lo mismo le sucedió a Marcos Blanquiño, exatleta internacional y guía de Gerard Descarrega: “Ser guía consiste en ayudar al atleta, pero que no note que corres con él y para eso te tienes que adaptar a su zancada y a su brazada”. Los guías son los ojos de sus deportistas y por ello su atención sobre todo lo que pasa en la prueba debe ser máxima. “Hay que estar pendiente de todo, de que el atleta no se salga de la línea, de los obstáculos que te vas encontrando, de los rivales…”, desvela Blanquiño. “Debes estar atento también a los codazos, los pisotones, proteger tu espacio y el suyo. Es muy importante ir hablando a tu atleta durante toda la carrera para irle avisando de todo lo que sucede: si viene una curva, si nos adelantan, si hay que cambiar el ritmo…”, añade David Alonso.