Lamar Miller pasa de 100 yardas en su debut con los Texans

Querida AFC Sur y, diré más, Conferencia Americana de la NFL, tengo una mala noticia que daros: los Houston Texans tienen un ataque digno de tal nombre.

Sí, entiendo que os asuste. Una de las estadísticas que más me impresionan de la pasada temporada en la liga es esa que dice que los Texans dejaron a sus rivales en 10 puntos o menos en siete partidos. En esta era de la 'happy pass league' en la que anotar parece tan fácil, el dato me parece escalofriante. Habla de una defensa no sólo dominante, sino que asfixiante en momentos puntuales.

Esa defensa sigue ahí. Sin apenas variaciones. Es más, con la expectativa de que pueda ser aún mejor si Jadaveon Clowney se mantiene sano y continúa con la evolución que le lleve a recordar a aquel chico que fue número uno del draft.

Por eso es tan doloroso, para sus tres rivales de división y sus quince rivales de conferencia, comprobar que los esfuerzos de la franquicia por montar una ofensiva digna de sus frutos. Bueno, que los pueda dar, que tampoco hay que exagerar por un sólo partido. Y ante los Chicago Bears.

Sin embargo es bueno dar al Cesar lo que es del Cesar. Y es que Lamar Miller, flamante fichaje llamado a ser el running back titular en sustituación de Arian Foster, ha sido el único corredor de la primera semana (descontando los dos partidos que se juegan esta noche) en pasar de las 100 yardas. En concreto se quedó en 106. Las logró tras 28 carreras, que es una cifra elevada y que nos dice dos cosas: que confían en él y que el peso del juego terrestre va a ser importante en el equipo.

No fue el único que brilló en este remozado grupo. Will Fuller, el receptor rookie de primera ronda, proveniente de la universidad de Notre Dame, llegó a las 107 yardas en 5 recepciones.

Y, por último, el fichaje estrella, Brock Osweiler, obligado a ser el líder del grupo por jerarquía y salario, cumplió con lo que se podía esperar de él en una dirección que se puede calificar de eficiente. Pasó el balón a ocho compañeros diferentes, que siempre suele ser buena señal para los QBs que llegan a un nuevo ataque.

Los Texans tenían muy claro cual era su gran talón de aquiles: su ataque no metía miedo a nadie. Por eso ficharon a un QB, gastándose 72 millones de dólares, a un RB, con 26 millones de dólares, ambas cifras entre lo más granado de la agencia libre para cada uno de los puestos, y eligieron en primera ronda del draft a un receptor. Que el corredor con más yardas de la semana sea uno de tus fichajes no puede entenderse más que como una señal muy positiva que, evidentemente, aún habrá de refrendarse en fechas venideras. Señal que, hum, seguro que no tiene tranquilos a sus rivales más directos.