El ingrediente especial del mexicano Roberto Osuna
El lugar donde el talento y la mentalidad se juntan para crear algo especial tiene nombre y apellido con origen en México: Roberto Osuna.
Del talento no hay mucho que decir, al relevista mexicano le emana por la piel desde que hizo su debut profesional a los 16 años de edad y cuatro años más tarde se subía a una loma de Grandes Ligas.
A nivel de Grandes Ligas, el nivel de talento es una constante, es la mentalidad la que separa a las estrellas del rebaño. Y Roberto Osuna está hecho del material con el que se fabrican las estrellas. La mejor muestra la dio la noche del sábado al conseguir tres outs de rutina para llegar a 28 salvamentos en el año.
En realidad no fue lo que pasó el sábado, sino lo que pasó el viernes, lo que deja en evidencia las hechuras del sinaloense. En el primero de la serie, Osuna entro en la novena entrada para retirar tres hombres y proteger una ventaja de una carrera. No hizo ninguna de las dos cosas.
Con un out, el dominicano José Ramírez le sonó un jonrón que empató la pizarra. Inmediatamente después, el novato Tyler Naquin dejó a Toronto en el terreno de la peor manera, con un jonrón de campo. Juego, set y partido para Cleveland.
Unas 24 horas después el manager John Gibbons decide poner a prueba al mexicano, enfrentándolo a su némesis. Gibbons no solo quiere saber si el mexicano tiene carácter para medirse a quien lo derrotó la noche previa, necesita saber que cuenta con él en medio de una contienda por los playoffs.
En idéntica situación que un día anterior, tres outs y una carrera de ventaja, Osuna entra nuevamente a enfrentar a sus verdugos: Ramírez y Naquin. Aquí es donde se separan los hombres de los niños, y aunque la juventud está de su lado, señoras y señores Osuna no es ningún niño. Línea de Ramírez, ponche a Lonnie Chisenhall y rodado de Naquin. Prueba superada.
Un día después de que Osuna dejó escapar su segundo rescate de la campaña, no permitió que Cleveland se le metiera en la cabeza. En el béisbol existe el viejo adagio de que un relevista debe tener memoria corta, y un cerrador prácticamente debe tener amnesia.
El resto haría bien en recordar este momento en el que Osuna se levantó de las sombras del fracaso para asestar un golpe triunfal. Puede ser un capítulo clave en una historia que, aunque breve, ya tiene varios episodios dorados. No en vano está a nueve salvamentos del tercer lugar histórico entre los mexicanos en Grandes Ligas.
¿Ya se mencionó que tiene 21 años?