Nada será lo mismo tras la marcha de Alex Rodríguez
A-Rod pudo despedirse ante el que fue su público durante los últimos 12 años, poniendo fin a su etapa en los Yankees.
Reconozco que el último encuentro de Alex Rodríguez con los New York Yankees me ha producido sentimientos enfrentados y más que por el partido en sí, por la mejorable gestión que ha hecho el club en los últimos días en los que ha estado vinculado con el polémico jugador, que nunca nos dejará indiferentes por todo lo que ha dicho y hecho en su carrera deportiva.
Los distintos vaivenes que se ha dado desde el banquillo no han ayudado en este sentido, con un Joe Girardi que primero dijo que Alex Rodríguez jugaría lo que él quisiese jugar (para luego hacer todo lo contrario) cuando se avecinaban las series contra unos Boston Red Sox en Fenway, que siempre han dado mucho juego en la relación con A-Rod, desde que debutara contra ellos en esta inmejorable sede en 1994 hasta su cuasi-despedida contra ellos con el uniforme de los pinstripes, menos pinstripes que nunca por ejercer de visitantes, nos han conducido a una situación descafeinada, casi anticlimática por la apenas participación del ahora ya antiguo jugador de los Yankees.
La petición de Rodríguez de poder jugar en tercera base también se encontró con la negativa rotunda de Girardi, que manifestaba que “entrenaba para ganar y no para gestionar giras de despedida”. Es verdad que A-Rod ya no era un buen jugador de campo, limitado exclusivamente al puesto de bateador designado desde que cumplió su sanción por dopaje en 2014 y que se había visto limitado a estar mucho más tiempo en el banquillo de lo que estaba acostumbrado, algo que es tremendamente duro para alguien que lo ha conseguido absolutamente todo. Resulta irónico que a Derek Jeter sí se le dieran todas las oportunidades para seguir en el shortstop y ocupando el segundo puesto en el turno cuando era uno de los peores de toda la liga. ¿Acaso Girardi no entrenaba para ganar en 2014?
Pero es que el Tiempo no perdona a nadie y Alex Rodríguez no es una excepción.
Lo cierto es que parece apropiado para seguir con la decepcionante sucesión de acontecimientos, que la ceremonia previa al último partido de A-Rod en el Bronx estuviese pasada por agua, un chaparrón que casi alcanzaba proporciones bíblicas como decía el protagonista que estuvo respaldado por familiares, amigos y antiguos compañeros como Rivera, pero que no estaban todos los que son ni los que deberían haber sido.
Mientras que en los últimos años los Yankees despidieron a lo grande a Mariano Rivera y a Derek Jeter, los dos mayores símbolos de la historia reciente del club, en loor de multitudes, Alex Rodríguez se ha tenido que despedir casi de ‘tapadillo’, sin la presencia de muchos de sus contemporáneos que curiosamente sí están disponibles para el día de hoy, en el que se homenajea al equipo que inició la dinastía de los New York Yankees en 1996. Ya se sabe, problemas de agenda y demás.
Resulta curiosa (y reveladora) la ausencia de Derek Jeter, que fue amigo íntimo de A-Rod durante muchos años, preferiblemente antes de la llegada de éste al Bronx, al que invitaba siempre a dormir a casa, casi organizando fiestas de pijamas y otras actividades, que no encontrara el hueco para asistir a la ceremonia de anoche, más allá de una declaración en la que ensalzaba su enorme ética de trabajo y que “vive y respira béisbol”, con una gran capacidad para conectar con los más jóvenes y ser un mentor para ellos. Robinson Canó puede dar buena fe de todo esto.
Esa última declaración de Jeter, en la que A-Rod vive y respira béisbol las 24 horas del día, es la más indicativa y al mismo tiempo frustrante cuando se habla de la compleja figura del cuarto hombre que más home runs ha conseguido en la historia.
Alex Rodríguez ya tenía las hechuras de ser una figura especial desde su época en el equipo de instituto de Westminster en la Florida en la que se había criado y a la que va a regresar. Su primer año completo con los Mariners en 1996 nos abrió un universo de posibilidades casi infinitas, cuando con 20 años ya se mereció su primer MVP, pero que incomprensiblemente se lo dieron a Juan González.
Pensad en una privilegiada combinación atlética que te permite hacer todo. Ese era Alex Rodríguez. Donde hay un Mike Trout en la actualidad, hubo antes un A-Rod.
Y al mismo tiempo es lo más descorazonador. Con todo en su mano, Alex decidió recurrir a un atajo para justificar su megacontrato con los Rangers y cuando lo pillaron recurriendo a sustancias dopantes, lo negó en primera instancia para confesarlo después. Pidió perdón y fue capital en el título ya con los Yankees en 2009. Luego le volvieron a pillar en el caso Biogénesis y amenazó con denunciar a todos: al equipo, a los doctores, a la MLB, al sindicato. A todo el que se moviera. Posteriormente el sentido común imperó y aceptó una sanción de un año por dopaje, la primera de su clase.
Por eso resulta difícil compadecerse de Alex Rodríguez en este último período con los Yankees. Ha desperdiciado todas las nuevas oportunidades que se le dispensaron y fue él y solamente él, quien fue responsable de sus continuos errores, fruto de una naturaleza compleja y que pone en cuestión todo su legado.
En su fuero interno, A-Rod, al igual que el resto de los ‘hijos pródigos’ de la era de los esteroides, cree que los números hablan por sí mismos y que debería estar en el Hall of Fame. Buena suerte con ello, por mucha perspectiva histórica que se le quiera dar a esta época, aunque resulta muy, muy difícil contemplar un Salón de la Fama sin la presencia de Barry Bonds, Roger Clemens y otros.
Alex Rodríguez se ha cuidado mucho de utilizar la palabra “retirada”. De hecho, no la ha usado. Sabe que su etapa en los Yankees acabó y es posible que contemple un regreso a la competición cuando apenas le quedan cuatro home runs para llegar a los 700, pero habrá que ver si es este año o para 2017. Sin embargo, sus posibilidades son escasas más allá de la Liga Americana y ni siquiera es el caso. Su gran virtud, conectar una pelota de béisbol con su bate, parece haberse esfumado definitivamente y su capacidad para ocupar una posición en el campo, ya sea en tercera o en primera, se antoja muy complicada.
Sea como fuere, dudo mucho que lo de ayer sea lo último que hemos oído sobre Alex Rodríguez en los terrenos de juego. Al tiempo.