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BÉISBOL | MLB

Álex Rodríguez cuelga el bate entre pitos y aplausos

Una de las figuras más controvertidas se retira mañana. Sumó 416 millones de dólares en salarios a lo largo de toda su trayectoria.

Álex Rodríguez cuelga el bate entre pitos y aplausos
AFP

Se acabó. Álex Rodríguez dejará mañana de ser jugador de béisbol a los 41 años. En un partido de agosto, anodino, perezoso, con muy poco en juego entre sus New York Yankees y los Tampa Bay Rays, el Yankee Stadium despedirá a uno de sus grandes héroes. Y uno de sus grandes villanos.

A-Rod, como es conocido, se va con unos números que asustan: 686 home runs, cuarto en el ránking histórico; 3.114 hits, en el top-20 de todos los tiempos; tres MVPs de la Liga Americana; 14 All Stars; dos veces mejor defensor en su posición. Sin embargo, pesa en su palmarés el hecho de haber ganado sólo unas World Series, las de 2009.

Gran estrella desde pequeño

Estaba llamado a ser una estrella desde su adolescencia. Fue el número uno del draft de los Seattle Mariners en 1993. En 2001 les dejó para irse a Texas. Y en 2004, abandonó a los Rangers para recalar en los Yankees. Sus infidelidades para con las franquicias le permitieron sumar 416 millones de dólares en salarios, cifra aún inalcanzable para cualquier deportista de equipo en Estados Unidos. De sus otras numerosas infidelidades dio buena cuenta la prensa rosa de Nueva York, siempre al quite para pillarle con modelos y actrices en los bares de Manhattan.

Su historia como ídolo murió en 2009, cuando Sports Illustrated publicó que había dado positivo por esteroides en un control antidopaje. Lo negó. Y, como tantos, acabó reconociendo lo evidente. Pero cometió un segundo pecado: decir que sólo se había dopado en sus años en Texas. En 2013 se vio implicado en el escándalo Biogénesis. Fue sancionado con 211 partidos de suspensión, aunque se redujeron a 162.

Ahí se rompió su relación con los Yankees y con sus aficionados. Con los hinchas de otros equipos ya estaba rota desde hacía tiempo. En 2014 insistieron en echarle. Él defendió sus derechos y se quedó en la plantilla.

Venganza. La venganza de New York ha sido obligarle a retirarse ahora. Le quedan por cobrar 25 millones de dólares, y por eso seguirá en el club en la difusa figura de consejero. Pero la cruda realidad es que un mito de los Yankees se va con amargura, entre pitos y aplausos.