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WATERPOLO

"Nunca volveremos a ser tan felices como en Atlanta '96"

El waterpolo español está de enhorabuena. Se cumplen 20 años del oro olímpico. Dani Ballart habla del pasado y del presente.

BarcelonaActualizado a
Ballart, en el Mundial de 2013.
RODOLFO MOLINA

Se cumplen 20 años de su oro olímpico en Atlanta. ¿Qué anécdota de aquellos Juegos recuerda con más cariño?

La de la inauguración. Joan Jané nos prohibió acudir a la ceremonia porque al día siguiente teníamos un partido ante Alemania. Pero nosotros queríamos vivirla. Estiarte, que era el capitán, fue a hablar con el seleccionador y le dijo que era innegociable que no fuéramos. Jané, sorprendido, le replicó que al día siguiente teníamos partido. Pero Manel le contestó: ‘Tranquilo, míster, ya sabemos qué tenemos que hacer para ganar a Alemania’. Hicimos un partidazo y ganamos, claro.

¿Y la ceremonia de inauguración?

A la vuelta no encontrábamos autocares y estuvimos caminando desde el estadio hasta la villa durante una hora y media. Y a eso hay que sumarle los preparativos, la espera en el pabellón, muchas horas de pie, la tensión... Estábamos destrozados. Yo la líe porque saqué una bandera del Espanyol, y en ese tipo de actos no puede exhibirse nada. Recuerdo que aficionados pericos residentes en Estados Unidos se hicieron eco de esta bandera, y hubo algún lío porque no se podían mostrar símbolos.

Estaban desatados en esos Juegos…

Pasamos de tener de seleccionador a Dragan Matutinovic, con quien hicimos plata en Barcelona 92 y quien nos prohibía todo, a tener a Jané, que nos daba mucha libertad. Vivimos una explosión de felicidad. Por primera vez estábamos viviendo unos Juegos.

Vaya, que Matutinovic, ni en pintura.

Jordi Sans y yo, y quizás Manel Silvestre (portero suplente de Jesús Rollán) somos los únicos que creemos que nos fue bien. Nos cambió la mentalidad. Éramos un equipo con mucha calidad, todos habíamos sido campeones del mundo júnior con nuestra generación, pero afrontábamos con miedo los partidos ante selecciones más físicas y fuertes. Pero Matutinovic nos convirtió en hombres de hierro.

Así de bien les fue el campeonato. ¿Qué partido recuerda más vibrante de Atlanta?

Los cuartos de final contra Estados Unidos. Llegamos a ese día con dudas, porque no hicimos una buena primera fase. La piscina tenía un ambiente infernal. La gente no paraba de gritar. Pero demostramos nuestra calidad, experiencia y el hecho de crecer en el campeonato. Fuimos de menos a más. Ellos solo marcaron un gol en los tres primeros cuartos. Hicimos un partidazo. Luego ganamos a Hungría en semifinales y a Croacia en la final. Aquel partido antes Estados Unidos nos cambió.

¿Quién era el mejor lanzador de aquel equipo?

Pues le diría que Iván Moro, como decían algunos seleccionadores. Tenía una precisión única. Le explicaré una anécdota.

Cuente.

Un día, salgo del CAR de Sant Cugat, me subo al coche y cojo una chocolatina. Pero hacía tanto calor que estaba deshecha. Abro la ventanilla y se la lanzo a Iván Moro, que estaba a unos cuantos metros. Cuando la coge, mi ventanilla estaba a punto de cerrarse, pero rápidamente me lanza nuevamente la chocolatina y la mete por el único espacio que quedaba. Me dejó a mí y al coche lleno de chocolate porque el envoltorio explotó. Imagínese con qué pintas llegué a la cena que tenía después y la puntería de Iván.

¿Es imposible que vuelva a salir en España una generación como la vuestra?

Las generaciones exitosas son excepciones. El waterpolo ha cambiado, ahora es más físico. Pero no se pueden comparar épocas.

¿Se ve todavía con sus excompañeros?

Con algunos sí. Pero le diré una cosa. Los mejores años de mi vida sé que ya han pasado. Nunca volveremos a ser tan felices. Dicen que la única felicidad comparable es la de tener un hijo, pero yo no tengo. Soy feliz y disfruto con todo, pero nada es comparable a aquello: éramos jóvenes, teníamos reconocimiento, ganábamos, viajábamos por el mundo…

Y ahora acudirá a Río, pero como comentarista.

Es más tranquilo, tienes libertad y puedes disfrutar más de los Juegos, ver otros deportes. Mi responsabilidad es darle a los partidos toda la pasión que tengo por el waterpolo. Sobre todo a la gente que no conoce este deporte. Tienen que divertirse.