Locura, suerte y buen ojo: los Seahawks renuevan a Schneider
John Schneider se convierte en uno de los GMs mejor pagados de la NFL, algo que refrenda un trabajo glorioso en la franquicia de Seattle en los últimos años.
John Schneider ha renovado su contrato como general manager de los Seattle Seahawks. Al contrario que con el resto de los empleados de las franquicias NFL, sobre todo jugadores y miembros del cuerpo técnico, el dinero que se destina a los grandes directivos no es público. Supongo que tiene que ver con el hecho de que no están dentro de un estricto límite salarial y que no se mueven en un mercado tan agresivo como el de los entrenadores. El caso es que no sabemos, al menos de momentos, ni el dinero ni el tiempo que esta extensión de Schneider con los Seahawks lleva aparejada.
Se filtra, eso sí, que se convertirá en uno de los directivos mejor pagados, lo que le pone en el entorno de los 3,75 millones de dólares al año, como Ozzie Newsome en los Baltimore Ravens, y que el año en el que vencería este nuevo contrato sería pasado el 2020. Pero no dejan de ser aproximaciones. Cuando se habla de general managers mejor pagados hay que matizar que Bill Belichick está fuera de competición pues su salario es difuso al compartir el puesto de máximo dirigente deportivo en los despachos y también de entrenador jefe en el campo.
Aciertan los Seahawks. Por supuesto que aciertan. Una franquicia que no había ganado jamás la Super Bowl ha sido capaz de levantar el Lombardi Trophy, de jugar otra gran final, de meterse en playoff cinco veces, de ser aspirante en cada curso desde que en 2010 John Schneider se hiciese cargo de la confección de la plantilla, apenas unas semanas después de la contratación de Pete Carroll como entrenador. El dúo ya debe ser considerado como legendario por el estado de Washington.
Me encuentro entre los fans de su trabajo. No creo que sea fácil encontrar a algún seguidor de la NFL, y que esté un poco atento a los movimientos generados en los despachos, que no lo sea. Pero eso no significa que las dosis de locura, suerte y buen ojo que le han guiado hasta ahora sean sostenibles en el tiempo. Hay una teoría que dice que este universo en el que vivimos tiene un equilibrio estructural de fuerzas, energías y materias tan inestable que una mínima variación de cualquiera de ellas impediría la mera existencia de... todo. Pues lo mismo se puede decir del periplo de Schneider en Seattle.
Sólo hace falta repasar algunos de sus momentos estelares para llegar a esa conclusión.
Nada de lo conseguido en esta era de los Seahawks se puede explicar sin el acierto en el draft en rondas altas. Richard Sherman fue una quinta ronda, Russell Wilson una tercera, Kam Chancellor una quinta, K.J. Wright una cuarta. Es más, su actual pareja titular de receptores, Doug Baldwin y Jermaine Kearse ni siquiera llegaron a ser 'drafteados'.
Este hecho les ha permitido vivir muy bien como gestores de la plantilla. No sólo han tenido un acierto descomunal sino que lo han hecho con contratos rookies que apenas les han ocupado espacio salarial. La elasticidad para negociar dentro de los límites económicos no ha tenido parangón en la liga. Ni siquiera rivales que han basado su crecimiento en aciertos del draft pueden presumir de tanto pues lo han hecho, como es lógico, con primeras y segundas rondas, más onerosas.
Estos éxitos en rondas bajas, por cierto, no son casuales porque obedecen a una de las máximas de Schneider: ten muchas oportunidades de acertar y fallar. Por lo tanto, merece llevarse el mérito correspondiente. Pero eso no significa que no haya tenido su porción de buena suerte. El hecho de que haya tenido fracasos como catedrales en rondas altas, sobre todo en jugadores de la línea ofensiva, evidencia que no es ningún mago infalible. Nadie lo es. De ahí que la política de dispara a cuantos más dianas mejor sea tan acertada.
De la misma manera, los movimientos entorno a ese espacio salarial notable tuvieron su punto de locura, y no todos salieron bien: la apuesta por Percy Harvin, el fichaje 'a ciegas' de Matt Flynn, el continuo desprecio a la línea incluso traspasando a Max Unger por Jimmy Graham...
Schneider es un apostador. Ha realizado cerca de mil movimientos de plantilla en seis años. Pero lo ha hecho sobre la base de unos aciertos en rondas bajas del draft que no son predecibles ni esperables como norma. Ahora está en otra fase, la del mantenimiento del bloque tras dar grandes contratos a sus estrellas. Y, precisamente, es eso lo que debe dar algo de vértigo a los que somos seguidores de su trabajo: ya no tiene el margen de maniobra que tenía para hacer y deshacer, para recuperarse de errores y para menear a los Seahawks cada poco esperando acertar en un juego de locura, suerte y buen ojo. Ahora, convertido en el general manager mejor pagado de la liga, ha de afinar la puntería y ser preciso en cada bala. Será apasionante verle en este nuevo comienzo para él.