Bruno Hortelano, en AS: "Bolt no es mi ídolo, es mi rival"
El campeón europeo de 200 visitó la redacción y ya mira al futuro, los Juegos de Río, donde correrá en 100 y 200: "Si alguien se pone a mi lado intento ganarle".
Bruno Hortelano acostumbra a soñar. Cuando duerme en Madrid lo hace en español, en América, en inglés, pero si el subconsciente le lleva a una recta de 100 metros sólo ve imágenes y un marcador con 9.9. Lo contó en su visita a AS, donde recibió una ovación espontánea nada más traspasar la puerta. “Gracias, gracias”, decía sonrojado el campeón de Europa de 200, que descorchó una botella de cava, brindó y bebió: “Para que vengan éxitos futuros, el pasado, incluido el oro continental, es pasado”.
Bruno, de 24 años, habla claro. Como cuando se le pregunta si Bolt es su referente: “No puedo decir que Bolt es mi ídolo, porque es mi rival. Si alguien se pone a mi lado intento ganarle. Es como si Cristiano dijera que Messi es su ídolo. Uno querrá ser mejor que el otro”. Ese descaro descubre su mentalidad. Hortelano sí tiene en un pedestal al oro olímpico en Atlanta, Donovan Bailey, un canadiense de origen jamaicano. “Lo conozco personalmente”, relata Bruno, del Madrid y del Barça. Algo tan inusual como él, un español campeón de velocidad.
Sus vivencias en Canadá y en EE UU han hecho que no distinga rivales por color de piel: “Desde pequeño corría con negros y yo ganaba a algunos y otros me superaban. También perdía con blancos. Me sigue pasando. Así que no hago diferencias”. Sólo un blanco, Lemaitre, bajo de 10 en 100. Pero Hortelano, científico y calculador, considera que la genética es sólo “un 10 o un 20% del atleta”. “Lo importante es la capacidad de trabajo, saber entrenarse, con inteligencia...”, sigue Bruno, que pasará el verano en la Blume de Madrid, con escala en los Juegos de Río y la Diamond de Londres.
En septiembre regresa a Estados Unidos, a Cornell, la universidad donde se tomó en serio la velocidad. “Antes hacía fútbol americano, béisbol, voleibol... Pero hace cinco años me centré en el atletismo”, relata Bruno, que se licenció en ingeniería biomédica en un centro con más de 40 premios Nobel. “Conozco a muchos y he aprendido que hay que intentar ser el mejor, buscar la excelencia. Eso se aplica al atletismo”. De paso, trabajó en oncología.
¿Habría sido posible conseguir este rendimiento en España? “¿Por qué no? Mis padres son españoles y me inculcaron la mentalidad que tengo”, dice el velocista, sorprendido al ver en AS la foto de Tommie Smith en México 68. Amante de la miscelánea olímpica, habla de Roma 60, de Moscú 80 y del oro de Cacho en Barcelona 92.
Olímpico. Formará parte de esa historia en Río. Hará el desfile y después se aislará de todo para su gran objetivo, las carreras de 100 y 200. “Llevo preparándolo cuatro años y llegaré en forma”. Pero no siente la presión: “Sé separarme de ella”. No está en el atletismo “ni por dinero, ni por fama”: “Quiero ver mis limites”. Con esa sentencia acabó su copa de cava, se hizo varios selfies y regresó en taxi a la Blume. Una mente única... y ganadora.