Los finiquitos de los New York Mets
En la Mayor League Baseball ocurren historias reales tan rocambolescas que superan cualquier guion de Hollywood. Esta es una de ellas.
Lo primero que hay que hacer es presentar a los protagonistas.
Bobby Bonilla era un notable jugador de béisbol que desarrolló su carrera en las grandes ligas desde 1986 hasta 2001. Durante esta década y media peregrinó por casi una decena de equipos que van desde los White Sox a los Cardinals pasando por los Pirates, los Mets, los Orioles, los Marlins, los Dodgers, nuevamente los Mets y los Braves. El hecho en cuestión data de su segundo paso por la franquicia de Queens, en 1999. Bonilla, con un flamante anillo de campeón ganado con los Marlins en 1997, tuvo un año horrible con los Mets. Debido a las lesiones, sólo jugó 60 partidos de 162 y cuando lo pudo hacer fue más que discreto. La gerencia metropolitana decidió desprenderse de él en la temporada siguiente y aquí es donde aparecen el resto de personajes de esta historia.
Dennis Gilbert era un corredor de seguros que al mismo tiempo representaba los intereses económicos de Bonilla. Los Mets necesitaban el dinero que le iban a dar a Bonillla, 5.9 millones de dólares, para fichar a Mike Hampton de los Astros, que les ayudó a disputar las Series Mundiales del año 2000, y llegaron a un acuerdo con el agente. Le pagarían los casi seis millones en diferido a partir de 2011 y a cambio, el jugador se podría marchar libre a la franquicia que desease. Gilbert, en las negociaciones, logró introducir una cláusula por la que fijaba un interés anual del 8%.
Fred Wilpon era el dueño de los Mets y en los años del cambio de siglo tenía parte de su dinero en las cuentas de Bernard Madoff, ya que éste prometía intereses desorbitados. Para Wilpon no suponía ningún problema firmar finiquitos en diferido ya que esperaba tales rendimientos de su dinero que esas cantidades serían poco menos que calderilla.
Presentados los personajes, vayamos al nudo de la historia.
Resulta que el negocio de Madoff, que estaba a la altura del mejor Gordon Gekko, los únicos rendimientos que ofrecía eran ficticios ya que se trataba de una estafa piramidal. La crisis financiera dejó al descubierto la trampa y, entre otras muchas cosas, se comprobó que a los Mets no retornaba un solo dólar y que todo era una obra de ingeniería financiera para cuadrar las cuentas. En un caso que saltó de las páginas color salmón a las primeras planas de todos los periódicos, Madoff fue acusado de estafar más de 50.000 millones de dólares a, entre otros, grandes empresarios y banqueros y, para su desgracia, los Mets estaban entre sus clientes. Donde se esperaban pingües beneficios sólo había aire.
Como toda historia, ésta tiene un desenlace.
Madoff, como Gekko, terminó con sus huesos en la cárcel y muchos de sus clientes desplumados, entre ellos Wilpon que había invertido 600 millones en el negocio de Madoff. A base de vender pequeñas participaciones, de algún acuerdo judicial y unas más que acertadas decisiones deportivas, Wilpon ha logrado reducir la deuda de la franquicia a la décima parte.
Gilbert se convirtió en un muy importante agente de jugadores, entre otros clientes destaca un tal Barry Bonds, y ahora encabeza un emporio que destaca por sus obras benéficas en la ciudad de Los Ángeles para que todos los niños tengan todo lo necesario para jugar al béisbol.
La franquicia de Queens paga, desde 2011 y hasta 2035, casi 1.2 millones de dólares al año a Bobby Bonilla que cada 1 de julio recibe puntualmente su talón. La cantidad adeudada aumentó notablemente porque el hecho de que los Mets llegase a las Series Mundiales supuso un bono de 29 millones para Bonilla.
Resumiendo, los Metropolitanos pagan a un exjugador de 53 años el doble que a Jacob deGrom, Noah Syndergaard y Steve Matz, tres miembros de su excelente batería de lanzadores, que ingresan 610.000 dólares anuales. Además, el caso de Bonilla no es único ya que Bret Saberhagen, también representado por Gilbert, recibirá hasta 2029, 250.000 dólares anuales de los neoyorkinos. Y es que hay cosas que parece que sólo ocurren en las películas de Hollywood o en los Mets.Lo primero que hay que hacer es presentar a los protagonistas.
Bobby Bonilla era un notable jugador de béisbol que desarrolló su carrera en las grandes ligas desde 1986 hasta 2001. Durante esta década y media peregrinó por casi una decena de equipos que van desde los White Sox a los Cardinals pasando por los Pirates, los Mets, los Orioles, los Marlins, los Dodgers, nuevamente los Mets y los Braves. El hecho en cuestión data de su segundo paso por la franquicia de Queens, en 1999. Bonilla, con un flamante anillo de campeón ganado con los Marlins en 1997, tuvo un año horrible con los Mets. Debido a las lesiones, sólo jugó 60 partidos de 162 y cuando lo pudo hacer fue más que discreto. La gerencia metropolitana decidió desprenderse de él en la temporada siguiente y aquí es donde aparecen el resto de personajes de esta historia.
Dennis Gilbert era un corredor de seguros que al mismo tiempo representaba los intereses económicos de Bonilla. Los Mets necesitaban el dinero que le iban a dar a Bonillla, 5.9 millones de dólares, para fichar a Mike Hampton de los Astros, que les ayudó a disputar las Series Mundiales del año 2000, y llegaron a un acuerdo con el agente. Le pagarían los casi seis millones en diferido a partir de 2011 y a cambio, el jugador se podría marchar libre a la franquicia que desease. Gilbert, en las negociaciones, logró introducir una cláusula por la que fijaba un interés anual del 8%.
Fred Wilpon era el dueño de los Mets y en los años del cambio de siglo tenía parte de su dinero en las cuentas de Bernard Madoff, ya que éste prometía intereses desorbitados. Para Wilpon no suponía ningún problema firmar finiquitos en diferido ya que esperaba tales rendimientos de su dinero que esas cantidades serían poco menos que calderilla.
Presentados los personajes, vayamos al nudo de la historia.
Resulta que el negocio de Madoff, que estaba a la altura del mejor Gordon Gekko, los únicos rendimientos que ofrecía eran ficticios ya que se trataba de una estafa piramidal. La crisis financiera dejó al descubierto la trampa y, entre otras muchas cosas, se comprobó que a los Mets no retornaba un solo dólar y que todo era una obra de ingeniería financiera para cuadrar las cuentas. En un caso que saltó de las páginas color salmón a las primeras planas de todos los periódicos, Madoff fue acusado de estafar más de 50.000 millones de dólares a, entre otros, grandes empresarios y banqueros y, para su desgracia, los Mets estaban entre sus clientes. Donde se esperaban pingües beneficios sólo había aire.
Como toda historia, ésta tiene un desenlace.
Madoff, como Gekko, terminó con sus huesos en la cárcel y muchos de sus clientes desplumados, entre ellos Wilpon que había invertido 600 millones en el negocio de Madoff. A base de vender pequeñas participaciones, de algún acuerdo judicial y unas más que acertadas decisiones deportivas, Wilpon ha logrado reducir la deuda de la franquicia a la décima parte.
Gilbert se convirtió en un muy importante agente de jugadores, entre otros clientes destaca un tal Barry Bonds, y ahora encabeza un emporio que destaca por sus obras benéficas en la ciudad de Los Ángeles para que todos los niños tengan todo lo necesario para jugar al béisbol.
La franquicia de Queens paga, desde 2011 y hasta 2035, casi 1.2 millones de dólares al año a Bobby Bonilla que cada 1 de julio recibe puntualmente su talón. La cantidad adeudada aumentó notablemente porque el hecho de que los Mets llegase a las Series Mundiales supuso un bono de 29 millones para Bonilla.
Resumiendo, los Metropolitanos pagan a un exjugador de 53 años el doble que a Jacob deGrom, Noah Syndergaard y Steve Matz, tres miembros de su excelente batería de lanzadores, que ingresan 610.000 dólares anuales. Además, el caso de Bonilla no es único ya que Bret Saberhagen, también representado por Gilbert, recibirá hasta 2029, 250.000 dólares anuales de los neoyorkinos. Y es que hay cosas que parece que sólo ocurren en las películas de Hollywood o en los Mets.