Los ejemplos de la juventud no están en el deporte
La imagen de Peyton Manning dejó de ser inmaculada, lo que debe hacer darnos cuenta de que los valores se inculcan en casa, no en los estadios.
La referencia “cultural” no es la mejor, pero el más reciente escándalo en la NFL me recordó a una escena de la serie animada Los Simpson. Al recibir el reporte de final de curso, Lisa Simpson no puede creer lo que ve: en su boleta hay una calificación de 9. Es la primera vez en su joven e insipiente carrera como estudiante que no obtenía un 10. Contrariada, Lisa le reclama a su maestro, quien con actitud prepotente y desinteresada le responde, “Lisa, todos necesitamos una mancha en nuestro expediente”.
En la vida hay de manchas a manchas y hace 22 años, Manning ensució su expediente de tal forma que subida quedó percudida. Hace 22 años, en su primer año en la Universidad de Tennessee, Manning fue acusado de agresión sexual en contra de Jamie Naughright, a quien Manning presuntamente le pegó sus testículos y nalgas en el rostro.
Naughright, quien declaró que examinaba a Manning por una posible lesión en el pie cuando sucedió el incidente, trabajaba como directora de salud y bienestar de la Universidad de Tennessee y denunció lo sucedido a las autoridades de la institución, quienes decidieron cubrir el hecho para preservar la imagen de la universidad.
Esa decisión dice mucho de la calidad moral de una universidad que recientemente fue demandada por tener un ambiente laboral hostil para las mujeres. Manning, con el apoyo de su papá, Archie Manning, enfrentó en ese entonces la demanda en su contra y llegó a un arreglo económico con Naughright que incluía una cláusula de confidencialidad de ambas partes. Manning reconoció su mal comportamiento, lo que indica que sí cometió un delito.
Hay que aclarar que no se justifica lo que hizo Manning. Al final de cuentas, quien escribe estas líneas, como quienes las leen, tenemos madre, esposa, hija, hermanas, tías y primas y no quisiéramos que en ningún momento de su vida vivieran una escena como la descrita.
Sin embargo, el Manning que cometió dicho acto tenía 18 años. Sin considerar la gravedad de las cosas, levante la mano quien haya tenido una vida impecable. El problema con Manning es que el error que cometió hace 22 años es de esos que no se borran y en algún momento regresarán para cobrar factura.
Aquí el problema es el momento en que sale a relucir esta noticia que, insisto, tiene 22 años de haber sucedido y en ese periodo se llegó a un arreglo extra judicial en dos ocasiones entre los Manning y Naughright.
Que una historia de 1994 salga a la luz justo después de que Manning ganó su segundo Súper Tazón y ante el eventual anuncio de su retiro hace pensar que el interés no es el de reclamar justicia.
Sin embargo, el hecho de que Manning haya cometido un delito, por menor que sea y por mucho tiempo que haya pasado, y que junto con su papá Archie haya intentado desacreditar a Naughright al afirmar que salía con jugadores de raza negra, dice mucho también de la calidad moral con la que Archie educó a sus hijos.
El asunto también debe llevarnos a reflexionar sobre qué figuras elegimos como modelos a seguir. A partir de ese incidente, que parece haberle dado una muy buena lección, y hasta hoy, Manning ha tenido un comportamiento ejemplar a nivel de ciudadano modelo que, en combinación con el tipo de carrera que montó en la NFL, complica mucho no admirarlo.
Pero, en menos de dos meses, a Manning se le vinieron encima dos problemas serios, una acusación por presunto uso de sustancias prohibidas, incluida hormona de crecimiento humano, y el recuerdo de un pasado que lo alcanzó 22 años después.
La figura de Manning se creía hasta hace unos días como la ideal, la de un deportista ejemplar y con una vida perfecta que debería servir de ejemplo para niños y jóvenes. Pero si analizamos la situación con frialdad, una agresión sexual –insisto, reconocida por Manning—y una acusación por uso de sustancias prohibidas son mucho más graves que unos balones desinflados o una actitud arrogante e infantil tras perder el Súper Tazón.
Michael Vick organizó peleas clandestinas de perros y mató a varios canes; Ben Roethlisberger fue acusado de violar a una mujer, al igual que Kobe Bryant, estrella de los Lakes en la NBA; Ray Lewis fue acusado y más tarde exonerado de doble asesinato y en otros deportes y ahora Manning.
Todos tienen en común haber cometido o estado relacionados con delitos serios, unos más, mucho más graves que otros, pero de los que han sido perdonados. Seguramente lo mismo sucederá con Manning. Como aficionados, debemos asumir un papel más activo en relación a quién queremos que los niños y jóvenes elijan como ejemplos a seguir.
Los atletas trabajan para sí mismos, por eso son profesionales. Su ejemplo no va más allá del esfuerzo que emplean para alcanzar “sus” metas. Los valores son nuestra responsabilidad, esos se imparten en casa con la educación que damos a nuestros hijos, explicándoles por qué está bien o está mal lo que figuras públicas como los deportistas hacen en sus vidas.
El tema de la agresión sexual en la Universidad de Tennessee debió caducar hace muchos años, pero quizá era necesario que resurgiera para recordarnos que el expediente de Peyton Manning tiene una mancha que podemos aprovechar para darle una mejor guía a las futuras generaciones.
UN PROBLEMA LLAMADO BROCK OSWEILER
Y ya que hablamos de Peyton Manning, pasemos al tema de su probable y casi inminente retiro y lo que los Broncos de Denver tienen en puerta.
Con cinco victorias en temporada regular, sin duda, Brock Osweiler fue pieza importante de Denver en la eventual conquista del Súper Tazón 50, pero tampoco es que haya sido clave.
Los promedios de Osweiler en sus siete juegos como titular no son muy distintos a los que Manning en la campaña regular. Osweiler promedió 260 yardas por aire y un pase de touchdown y una intercepción por partido.
Manning lanzó en promedio para 242 yardas, una anotación y dos intercepciones y en sus nueve juegos como titular. Osweiler hizo un buen trabajo, para algunos más que bueno y suficiente para ser el quarterback franquicia de los Broncos.
Sin embargo, un buen año lo puede tener cualquiera y cinco partidos de temporada regular no son suficientes para darle un contrato de 20 millones de dólares por año a un jugador que en esos cinco juegos tuvo el respaldo de una defensiva que fue la que cargó con el equipo.
El dilema para John Elway, gerente general de los Broncos, es que no hay mucho de donde escoger en la agencia libre y menos en el Draft, lo que parece darle a Osweiler y a su agente la ventaja en las negociaciones.