Los Steelers murieron con las botas puestas
Con la derrota de los Steelers en la ronda divisional frente a Broncos, acaba por esta temporada la singladura de los equipos de la AFC Norte.
En 1941, la compañía Warner Bros produjo una película titulada “Murieron con las botas puestas”. Este western, protagonizado por la rutilante estrella cinematográfica Errol Flynn en el papel del General Custer, relataba la derrota del ejército norteamericano contra las tribus indias en la famosa batalla de Little Bighorn. Desde entonces, dicha expresión se emplea cada vez que alguien fracasa tratando de conseguir un objetivo, pero dejándolo todo en el intento.
Como aquel infausto Séptimo Regimiento de Caballería, los Steelers llegaron a la cita del pasado domingo en inferioridad. Aún así, plantaron su bandera, y resistieron heroicamente las embestidas del desbocado Demaryus Thomas cual Caballo Loco, siendo abatidos únicamente en la parte final del envite, después de ir por delante casi todo el encuentro. Cayeron con la cabeza alta, como exige el protocolo Steeler, en un eliminatoria en que partían como víctimas.
Sin embargo, no puedo dejar de pensar que Pittsburgh perdió una oportunidad única para plantarse nuevamente en la final de conferencia. Y que una vez allí, seguramente con Antonio Brown disponible, Roethlisberger más recuperado y probablemente pudiendo contar de nuevo con DeAngelo Williams, quién sabe lo que hubiera podido pasar en Foxboro ante estos Patriots que, si bien han demostrado superpoderes, también síntomas de algunas debilidades.
Porque los Broncos no fueron tan fieros como sus cánticos de guerra parecían exhibir. Su secundaria, adalid de la mejor defensa de la liga contra el pase, estuvo perdida toda la noche. Confundida inexplicablemente en sus asignaciones, dejó en solitario receptores visitantes en numerosas ocasiones. Su pass-rush, líder de la liga en sacks, tampoco incomodó demasiado a Roethlisberger, siempre bien resguardado por su línea ofensiva, en la que nuevamente destacó el capitán Villanueva. Su ataque terrestre estuvo continuamente contenido por el front-seven acerero, donde de nuevo brillaron el ubicuo Shazier y el incombustible Harrison. La denostada secundaria steeler también rindió a gran nivel, con Gay convertido en estrella. No obstante, hay que reconocer que los receptores broncos se dejaron caer bastantes balones, bien por el desconcertante efecto del viento, o quizá en mayor medida por los erráticos lanzamientos de Manning, sombra del gran pasador que fue, que incluso protagonizó una hilarante jugada, cayendo al suelo para levantarse y pasar después, que firmaría el mismísimo Toro Sentado.
Los Steelers llegaban con muchas bajas, sí. Pero como ha sido una constante durante todo el campeonato, los reemplazos respondieron a la altura de las exigencias. Toussaint no estaba haciendo mal partido hasta que cometió el fumble que a la postre sentenció a su equipo. Bryant acabó con 154 yardas de recepción y 40 de carrera, cifras que también hubieran impresionado de conseguirlas Brown, a quien sustituía. Roethlisberger, a pesar de su lesión de hombro, puesta en entredicho por varios jugadores broncos como Talib o Miller, volvió a sumar más de 300 yardas de pase contra Denver (el único QB que lo ha conseguido) y en ningún momento pareció mermado en su condición física, acabando sin intercepciones.
Tácticamente, tampoco hay nada que reprochar. La estrategia de buscar situaciones en las que los atacantes estuvieran en posición de sumar yardas tras la recepción funcionó de maravilla. La decisión de jugarse un cuarto down en aparente distancia de field-goal estuvo más bien motivada por el viento que por un exceso de osadía. Sin embargo, no es menos cierto que esta imparable ofensiva llevaba varios partidos mostrando signos de declive. Desde la derrota en Baltimore, pasando por la victoria sin pena ni gloria en Cleveland o el triunfo en Cincinnati, consecuencia esencialmente de errores de los Bengals, no estaba siendo el batallón implacable que asolaba todo a su paso. El pobre porcentaje de conversión de terceros downs (2 de 12), y la ineficacia en la red-zone, son elementos a reconsiderar por Tomlin durante esta offseason.
La defensa acerera estuvo impresionante… durante 50 minutos. En el tramo final del encuentro se vino abajo, exhausta, falta de oxígeno, quizá no tanto por la falta de rotación de sus componentes como por la altitud de Mile High (un hecho que también acusaron las de Patriots y Bengals). No poder parar el drive de los Broncos que se comió 7 minutos fue tan decisivo como el fumble anteriormente citado. Y aquí no se puede culpar a las bajas. Otra clave del partido, en la que tampoco tuvo que nada que ver las lesiones, fue la derrota en la batalla posicional. Del punter Berry a los equipos de cobertura, fracasaron en el cometido de retrasar el inicio de los drives broncos, que siempre partieron desde buenas situaciones de campo.
Es innegable que los Steelers cayeron dando la cara, pero tuvieron en su mano la victoria. Es obvio que las ausencias eran muy importantes, pero como acabo de exponer, tampoco fueron al final tan determinantes. Estos trenes no pasan todos los días y es una pena no haber subido.
Por tercer año consecutivo, la Final de la Conferencia Americana se disputará sin que ninguno de sus contendientes pertenezca a la AFC Norte. Y como portavoz de la división en esta web me atormenta pensar que no debemos culpar a nadie, sino a nosotros mismos de dicha circunstancia. Pese a tener dos de los mejores equipos de la conferencia, la batalla fraticida de la ronda de wildcard, que dejó tan mermados a los Steelers como hubieran estado los Bengals de llegar estos a clasificarse, así como no haber aprovechado la oportunidad presentada en la ronda divisional, nos deja una vez más viendo las finales como observadores en vez de como protagonistas, con el toque de carga del 7º de caballería todavía resonando en nuestros oídos.