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Carolina Panthers 31 - Seattle Seahawks 24

Los Panthers sentencian a los Seahawks en el primer cuarto

El regreso de Jonathan Stewart a la alineación titular nos trajo de vuelta a los mejores Panthers que avasallaron a Seattle con un arranque meteórico.
Patriots-Steelers

Actualizado a
El regreso de Jonathan Stewart devolvió a los Panthers la quinta marcha que les había faltado en los últimos partidos de temporada regular.
Bob DonnanUSA Today Sports

Los Seahawks son como las manchas de sangre. No salen ni con aguarrás. Hay que frotar y frotar, durante todo el partido, para que al final no te roben hasta la camisa. Y lo volvieron a demostrar en un choque en que empezaron atropellados, pero terminaron convirtiéndose en una pesadilla para la afición de Carolina, que no quería ni mirar lo que sucedía en el campo. Aunque la culpa de esas últimas taquicardias fue más de los Panthers. Se vieron con el trabajo hecho a las primeras de cambio, con 31 puntos de ventaja en el marcador mediado el segundo cuarto, y desde ese instante solo se dedicaron a defender la ventaja. La conclusión fue perfecta para ellos, pero la sensación inicial de máquina perfectamente engrasada terminó diluida. Y para ganar el anillo no es suficiente con eso. Hay que ir a por todas desde el primer hasta el último minuto.

Sin embargo, desde la primera jugada se levantó un tornado inesperado, de esos que casi siempre culminan con una crónica terminada de escribir recién empezado el segundo cuarto, y con la seguridad de que ya está todo visto para sentencia. A esas alturas Wilson llevaba dos completados y dos intercepciones, una de ellas devuelta para touchdown por Kuechly, Jonathan Stewart 84 yardas de carrera y dos touchdowns, Lynch no se había bajado al autobús donde se ‘arrascaba’ sus partes (que es lo que lleva haciendo demasiado tiempo) y los defensas de Seattle se reunían en corrillos preguntándose unos a otros si alguien había visto pasar un meteorito y por dónde había caído.

Durante un momento parecía que todos los niños del estadio se irían a casa con un balón de touchdown. Y habría merecido la pena, porque el rostro de la niña que recibió el primer balón de Jonathan Stewart reflejó la felicidad absoluta. Pero ese atropello inicial no tuvo continuidad porque los Panthers se pusieron en defensa prevent en cuanto Olsen anotó el cuarto touchdown del equipo, que dejaba el marcador 31-0 y el partido casi sentenciado, y el ataque decidió levantar el pie y dejarse llevar.

Aunque todo hay que decirlo, la sensación era que si en ese momento Carolina hubiera necesitado meterle 100 puntos a los de Carroll, éstos habrían ido cayendo inexorablemente sin que nadie hubiera podido evitarlo.

Después de varias semanas dudando de los Panthers, de su estilo de juego, de su estado de forma, de Cam Newton, de Rivera y de todo un proyecto fabuloso, solo hizo falta que Jonathan Stewart volviera al equipo titular, completamente recuperado de su lesión, para que verlos jugar se convirtiera en un regalo. Con engaños perfectos en jugadas de option, con un uso letal de los bloqueos del fullback, con pases quirúrgicos y control absoluto de cada jugada. No se puede placar mejor, con ayudas inmediatas, no se puede presionar con más intención en la línea, no se puede… Durante un cuarto inolvidable los Panthers jugaron el mejor football americano, en defensa y en ataque, que ningún equipo ha desarrollado en toda la temporada 2015. Dejando en evidencia el mejor front seven de la liga, la ‘Legion of Boom’ y la fama de indestructibilidad de los Seattle Seahawks.

Pete Carroll simplemente no tuvo soluciones durante esos minutos. No supo como frenar la riada. Cuando el agua entra por todos los agujeros es imposible hacer ajustes. Y era descorazonador ver cómo los jugadores de Seattle discutían después de cada jugada, incapaces de encontrar su sitio, de descifrar el misterio, de encontrar enfrentamientos de igual a igual contra unos Panthers que parecía que tenían siempre dos o tres jugadores de más en el campo.

Y llegados a este punto, con dos cuartos y medio por delante, y a pesar de los antecedentes de los Seahawks, que el año pasado ante los Packers se sobrepusieron a una paliza similar, esta vez parecía evidente que el milagro no era posible, y más cuando Hauschka fallaba una patada larguísima que dio por terminada la primera mitad, y que a la larga se convirtió en un fallo decisivo.

Tras la reanudación, los Seahawks hicieron todo lo posible para resucitar al muerto. Con carácter, talento y hasta electroshock. Con Wilson haciéndose perdonar los errores iniciales y corriendo, salvando placajes y con el brazo siempre armado, como solo él sabe hacerlo en esta NFL. Dos touchdowns consecutivos, uno a Kearse de 13 yardas y otro a Lockett, descomunal, de 33 yardas, inauguraron una hora de agonía inesperada para Cam Newton y compañía (31-14).

Los Panthers, con colchón suficiente, no se ponían nerviosos y solo se preocupaban de que el reloj corriera, suponiendo que por mucha prisa que se dieran, los Seahawks no llegarían. Y al fin eso fue lo que ocurrió. Después del touchdown de Lockett, los Panthers consiguieron una serie larguísima y los Seahawks se atascaron, así que la tercera anotación, que les dejaba a diez puntos (31-21), con otro pase a Kearse, esta vez de 3 yardas, llegó cuando quedaban seis minutos. La sombra de la increíble remontada de Seattle sobre Green Bay en la final de conferencia Nacional de hace 12 meses sobrevolaba el estadio, pero cada segundo que pasaba parecía más inalcanzable.

Los Seahawks consiguieron anotar un field goal y ponerse a un touchdown de diferencia, en la lenta agonía del que sabe que ya se ha salvado varias veces de una muerte segura, pero esta vez no hubo milagro en el onside kick, y los Panthers se llevaron una victoria que merecieron, mientras recuperaban la vitola de máximos favoritos para alzarse con la Super Bowl el próximo 7 de febrero en Santa Clara.