New England Patriots 27 - Kansas City Chiefs 20
¡¡Han vuelto!! Los Patriots ya están en la final de conferencia
Dominaron a unos batalladores Chiefs desde los primeros compases y recuperaron todas las virtudes que les convierten en favoritos para jugar la Super Bowl.
¡Han vuelto! ¡¡¡Han vuelto!!! ¡¡¡¡¡HAN VUELTO!!!!! Ahora ya lo sabemos con certeza. Brady y Belichick se metieron en su cuarto a finales de noviembre y dijeron: “mamá, que nadie me moleste hasta enero”.
Por que, qué narices, para qué rebajarse a jugar en temporada regular. ¿En temporada regular? ¿Eso que es? ¿Para qué sirve? Cuando unos tipos juegan la final de conferencia diez veces en quince años (cinco consecutivas con ésta), ligarse a la churri de la fiesta deja de tener gracia, y el listón está en la ganadora del Óscar, y a estas alturas ni siquiera te vas a confesar para que se entere hasta el cura, porque todo el mundo lo sabe y lo da por hecho.
Y es que los Patriots jugaron de película contra unos tipos que lo hicieron de cine. Aunque el plan se les vino a bajo directamente en la primera serie, cuando los blitzs fueron respondidos con pases meteóricos de Brady, que esta vez si que tenía a su lado a la nube de avispas al completo. Gronko, Edelman, Amendola, LaFell y hasta Keshawn Martin cogiendo un pase de 42 yardas ¿Y quién es ese? Pues eso.
Aunque en los primeros minutos se notó que algunos de ellos estaban algo oxidados, con drops a los que no nos tienen acostumbrados.
Touchdown de Gronkowski en la primera serie ofensiva. Imperial, soberbia. Yaaaaaestaaaanaquiiiiihhhhhiiiii. Con soniquete de Poltergeist y requerimiento inmediato de medium, exorcista… o mejor si están los dos.
Pero estos Chiefs son droga dura. Rocosos, inasequibles al desaliento. Y respondieron no solo con un field goal que era una declaración de intenciones, sino con una serie de ocho minutos y medio contra una defensa de los Patriots que ya desde el primer momento dio una lección de disciplina, calidad e inteligencia. En dos series se nos acabó un cuarto. Pero qué dos series. Por algo la ronda divisional es con la que todos soñamos. El fin de semana en el que sacamos el mantel de la abuela y la vajilla de la boda. Se nos caía la baba viendo football del bueno. Talento pulo. Arte en defensa y en ataque. Los Patriots son gigantes, pero los Chiefs merecen un homenaje.
El problema para Kansas City es que una vez que tuvieron claro que no podían entrar a la caza y captura de Brady, porque los pases rápidos del quarterback les destrozaban, cambiaron radicalmente el plan y acumularon jugadores en secundaria, presionando muchas veces solo con dos o tres jugadores, y eso tampoco les funcionó porque la secundaria no estuvo a la altura del envite. Brady era el de las grandes noches y no estaba para bromas. En otra serie magnífica y pasadora, que empezó en su propia yarda 2, apunto estuvo de entrar en la end zone con una carrera de 10 yardas. Se quedó a punto, y yo creo que hasta le gustó. Porque tuvo la oportunidad de anotar con un quarterback sneak, lance que el de los Pats ha convertido en un arte. Puede decirse, exagerando un poco, que esas fueron las dos únicas jugadas de carrera del equipo en todo el partido.
Los Chiefs tuvieron fuerzas para devolver el golpe con otro field goal antes del descanso. 14-6 en el marcador, que era un buen resultado para ellos si tenemos en cuenta que empezaban atacando tras la reanudación.
Lo malo es que esa primera serie de la reanudación acabó con un fumble de Knile Davis, que fue un mazado para ellos. Estaban en la yarda 40 rival y moviéndose a ritmo diesel. Como un buldózer, haciendo inútil el maravilloso trabajo de la defensa de los Patriots, que jugó sin duda su mejor partido del año. Aunque el ataque de Brady no le fue a la zaga. Cinco jugadas para atravesarse el campo y darle a Gronkoswki el pase que le convierte en el tight end con más touchdowns en postemporada de la historia (21-6).
A partir de ese momento los Patriots se dedicaron a torturar a sus rivales. Con esa costumbre muy suya de hacerles pensar que aún pueden remontar, haciendo la goma, y quitándoles el manjar de la boca cuando están a punto de catarlo.
La mayor virtud de los Chiefs se convirtió entonces en su principal maldición. Consiguieron mover las cadenas, como llevan haciendo todo el año, pero consumiendo demasiado tiempo. Y encima arriesgando en terceros downs largos e incluso usando el cuarto down. Riesgos a los que no están acostumbrados y con los que se encuentran incómodos. El touchdown de Albert Wilson llegó después de 6:12 de drive y les acercó otra vez a una anotación (21-13) con todo el último cuarto por jugar.
En el último capítulo siguió la tortura. Field goal de New England, tres y fuera de Kansas y nuevo field goal de los locales, que volvieron a administrar el partido como en los mejores tiempos. 27-13 en el marcador, dos touchdowns de diferencia, y diez minutos por jugar.
Puede parecer que a partir de ahí hubo emoción, que los Chiefs tuvieron su oportunidad, pero estaban muertos aunque no lo sabían. Y su último touchdown de carrera de West (27-20), con una option ejecutada a la perfección, solo fue un bonito epitafio. Un recuerdo de que los Chiefs de 2015 fueron un equipo grandioso que solo tuvo un problema: se tropezaron con los New England Patriots el día que decidieron volver.
Y que a nadie le quepa ninguna duda: los Patriots han vuelto. ¡Han vuelto! ¡¡¡Han vuelto!!! ¡¡¡¡¡HAN VUELTO!!!!! Y ese grito histérico siembra de terror el universo de la NFL.