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CINCINNATI BENGALS 16 - PITTSBURGH STEELERS 18

Los Bengals regalan a los Steelers un viaje a Denver

Los de Cincinnati vivieron una noche desesperante por el juego de su QB, A.J. McCarron, y por las faltas personales que acabaron con su temporada.

Antonio Brown a punto de recibir el golpe de Vontaze Burfict que ayudó a decidir el partido.
Aaron DosterUSA Today Sports

La retransmisión televisiva del partido que los Pittsburgh Steelers ganaron 18 a 16 a los Cincinnati Bengals en la ronda de Wild Card de la temporada 2015 concluyó con una aficionada bengalí llorando bajo una lluvia torrencial. Como imagen definitoria no tiene un pero. Porque lo que se vivió en los últimos instantes de este encuentro es como para llorar. Y si se es seguidor de Cincy, para llorar doblemente.

Los hechos decisivos se sucedieron así: Landry Jones lanzó una intercepción a Vontaze Burfict, Jeremy Hill cometió un fumble dentro de field goal range, Ben Roethlisberger volvió del vestuario con su hombro dañado para el último drive del partido con un punto abajo en el marcador, Vontaze Burfict propinó un golpe criminal en la cabeza de Antonio Brown y Adam Jones se enzarzó en una pelea navajera en el medio del campo para conseguir sendas penalizaciones personales que dieron a Pittsburgh 30 yardas de regalo cuando quedaban veinte segundos y no tenían tiempos muertos, Chris Boswell anotó el field goal decisivo. Todo esto en dos minutos.

Ese fue el momento decisivo, culminante, definitivo, de un terrible partido de football que quedará grabado en la historia de los Bengals como otro de esos episodios mortalmente depresivo. Para mayor escarnio, con los Pittsburgh Steelers, enemigos acérrimos, como protagonistas. Otra vez. Como en 2005, cuando una lesión de rodilla de Carson Palmer en la primera jugada de otro encuentro de playoff análogo, con los mismos rivales, acabó con el sueño de Super Bowl de un enorme equipo.

Fue diferente en este caso, aunque sólo ligeramente. Andy Dalton, QB titular de Cincinnati se lesionó, precisamente contra los Steelers, y A.J. McCarron jugó en su puesto. Fue el mayor protagonista de la velada hasta que, para su desgracia, sus compañeros penalizados decidieron coger los focos.

Todo esto como seña de identidad de una franquicia, los Bengals, que no ganan un partido de playoff desde 1990 y que, a tenor de lo visto, no parece que vayan a ganar en el corto plazo. Porque es obvio que contaban con la enorme, enorme de verdad, baja de Andy Dalton, pero aún con eso, y una actuación lamentable de A.J. McCarron, estaban por delante y con muchas posibilidades de ganar... hasta que se comportaron como aquellos viejos Bengals pendencieros que creíamos olvidados.

El partido, como suele entre ambos contendientes, fue bronco, áspero y desagradable. Sí. Se odian y no lo disimulan. Pero sustituyeron, en algunos pasajes, el football por la testosterona , ahí, los Steelers, mucho más acostumbrados a la alturas, se comportaron con mayor sangre fría. Y ganaron. Se ganaron un viaje a Denver a jugar contra los Broncos la semana que viene.

Lo hicieron de forma extraña, eso sí. Porque a falta de seis minutos para concluir el tercer cuarto el equipo de Mike Tomlin llevaba nueve puntos, ni un sólo touchdown y no llegaban a doscientas yardas. Bajo cualquier punto de vista, el sueño de la defensa de los Bengals. Y, aún así, el partido parecía perdido para los de Marvin Lewis. De manera irremediable. La grada enmudecida. El lenguaje corporal de los jugadores indicando que estaban frustrados y al borde de la rendición.

Entonces Ben Roethlisberger conectó con Antonio Brown por quinta vez y, al fin, el mejor receptor de la temporada rompió en una big play y metió a su equipo en la red zone. Un instante después Martavis Bryant realizaba una de las recepciones más espectaculares del año, con voltereta final incluida en el espectáculo, para anotar el primer touchdown de la tarde y poner un inalcanzable 15-0 en el marcador.

Lo que parecía un punto y final al partido se convirtió en un punto y aparte en el siguiente drive. Con los Bengals desesperados, hundidos, Vontaze Burfict logró un sack sobre Big Ben que lesionó en el hombro al QB y lo mandó al vestuario. El miedo cambió de bando. Landry Jones se colocó tras el center de Pittsburgh, fueron ellos los que buscaron las jugadas fáciles y obvias, con resultado previsiblemente malo, y los Bengals decidieron jugarse el todo por el todo.

Ahí comenzó una remontada improbable que les habría dado la victoria sino fuesen tan desesperantemente idiotas en los instantes finales. Y perdón por el calificativo, pero es que a uno no le sale otra cosa cuando ve como dos individuos regalan algo tan preciado, tan extraño, como es una victoria de playoff en una franquicia como la de los Bengals.

Cuando un equipo juega con un QB en el que no tiene confianza, como McCarron, lo primero que cambia es el plan del partido. Pases cortos y fáciles. Pantallas. Carreras. Contra todo eso estaba preparada la defensa de los Steelers. Pero es que, además, McCarron ejecutó el plan de manera muy deficiente. En algunos momentos llegó a dar hasta lástima. Los fallos no sólo fueron de decisión sino, más grave aún, de precisión. Por mucho. Lanzó una intercepción profunda y cometió un par de fumbles graves y lastimosos para su equipo, pero peores fueron algunos de sus pases en medio del tráfico hacia compañeros a los que dejó vendidos sin remedio para recibir golpes monumentales. Por fortuna para la salud de ellos, falló la gran mayoría. Concluyo la primera mitad con dos primeros downs.

Algo que tiene mucho que ver, también, con la ausencia de un juego de carrera que merezca tal nombre. La defensa de Pittsburgh se cerró con todo e invitó a McCarron a ganar el partido. Sabían lo que hacían.

Tampoco ayudó la meteorología. La lluvia fue una constante y, por momentos, intensa como el comportamiento de los jugadores que, encendidos por la relación de odio entre ambas franquicias, protagonizaron otros momentos bochornosos, además de los del drive final, con compañeros tirados en el suelo, celebraciones estúpidas, golpes en las bandas, apariciones estelares de coordinadores como Mike Munchak o, incluso, Domata Peko saliendo de la banda con una gabardina encima, mutado en Batman vengador, para ganarse unas estupendas quince yardas de penalizacion.

Lo que sí funcionó mucho mejor de lo previsto a los Steelers fue la carrera. Con la ausencia de DeAngelo Williams se entendía que sufrirían en este apartado. Pero Fitzgerald Toussaint y Jordan Todman se combinaron para conseguir 123 yardas, que fueron gloria bendita para un ataque, de otro modo, atascado y frustrante. Por supuesto, no tanto como el de los Bengals, pues fueron capaces de anotar en varios terceros downs, algo prohibido para McCarron que, directamente, pasaba el balón a kilómetros de distancia de la línea amarilla del primer down.

Justo es reconocer, pues, que la defensa de los Bengals sí que dio la cara y se comportó a la altura del envite en cuanto a planificación y juego. Pero no en cuanto a comportamiento. Y eso, al final, decidió la suerte de un choque que eleva la maldición de playoffs de Cincy bajo Marvin lewis a un mondo y lirondo 0-7. Podría culparse a la lesión de Andy Dalton de ello, al juego de A.J. McCarron, a la lluvia, a perder a Dre Kirkpatrick y Reggie Nelson a lo largo del partido, a la mala suerte, a... pero no, es todo mucho más triste y frustrante: han de echarse la culpa a sí mismos y a un comportamiento estúpido e irresponsable.

Queda por ver en que estado estarán Ben Roethlisberger, Antonio Brown y DeAngelo Williams para el partido contra Denver de la semana que viene. Casi nada.