El amargo divorcio entre Eric Weddle y los San Diego Chargers
El final de la relación entre el equipo de San Diego y uno de sus mejores jugadores de los últimos años está siendo muy desagradable.
Un momento desagradable que tenemos al hacernos mayores es el de ver que una pareja que conocemos desde adolescentes lo dejan. Es inevitable hacerse amigo de ambos, aunque el cariño surgiese sólo de una de las dos partes, y sentir una lástima compartida que, además, atañe a uno mismo al notar que algo propio se rompe con la desaparición de la pareja. A fin de cuentas, no dejan de ser una propiedad emocional sobre la que no se tiene ningún control.
Es inevitable. Las relaciones se acaban. Más aún las que parten desde la juventud. Y que a ti te duela personalmente por lo que significa, porque te recuerda las noches compartidas en bares y botellones, en cines y viajes, no deja de ser un asunto menor con respecto a los que verdaderamente sufren, que son ellos. Los divorcios suelen ser un jaleo.
Estamos asistiendo a uno los seguidores de la NFL. Uno que me hace sentir triste porque se está llevando con indignidad, rencor y malos modos. Lo que es normal, sí, pero me pone ñoño.
Me refiero a los San Diego Chargers y el safety Eric Weddle.
Durante ocho años fueron una pareja modélica. Elegido en la segunda ronda del draft, Eric se encargó de patrullar la parte central profunda de la defensa. Dada su capacidad, y su rango de juego, pudo adaptarse a ser un free safety, primero, y un strong safety, después. con la rara habilidad de alcanzar la excelencia en ambos puestos. A su conocimiento del juego se unía un factor intangible que tanta gloria otorga y tanta conexión emocional general: el inmenso deseo de hacer las cosas bien, de ser un profesional en el mejor y más amplio sentido de la palabra.
Los Chargers disfrutaron de ese juego y, poco a poco, vieron como se convertía en uno de sus pilares, de sus preferidos. Llovieron tres elecciones para la Pro Bowl, cuatro participaciones en los playoffs y dos presencias en el equipo All-Pro como free safety titular, como el mejor de la liga en su puesto.
Pero este verano vimos que se había acabado el amor. Con 30 años y al final de su contrato, el equipo y su agente, David Canter, anunciaron que no iban a negociar un futuro en conjunto. Los Bolts dijeron que habían sido justos en su primera oferta, pero Weddle se sintió insultado e intentaron ese imposible de vivir juntos sin seguir enamorados.
Los platos han acabado volando y estrellandose contra el suelo hoy mismo. El equipo de San Diego ha prohibido al jugador ir al último partido de la temporada porque, según el agente de este último, "el avión es demasiado pequeño". Además, Canter, que cumple el papel de abogado canalla en esta historia, ha desvelado que los Chargers multaron con 10.000 dólares a Weddle en la jornada 15 por quedarse en el campo en el descanso ya que su hija actuaba en el espectáculo de la media parte y quería verla.
Es todo sucio, barato, feo. Es un divorcio de dos amigos y da rabia verles pelearse. Los Chargers han completado un año para olvidar y es posible que abandonen San Diego para irse a jugar a Los Angeles. Eric Weddle es seguro que buscará un contrato con un nuevo equipo en la próxima agencia libre; no os quepa duda de que lo encontrará. Se acaba una era, en muchos sentidos, en la franquicia, y a veces los finales son inevitables. Lo que es evitable es que sean tan poco edificantes y dejen tantas heridas. Que ambos tengan suerte.