TY Hilton levanta la voz por la disfuncionalidad del ataque
Las derrotas duelen, y suelen ser preludio de “rajadas”. Esta vez le ha tocado al wide receiver, que en general es poco amigo de los micrófonos.
La historia de la NFL está llena de wide receivers estrellas, divas y con la boca muy grande. Y TY Hilton no es uno de ellos. Nadie le niega su estatus como estrella, y se da por hecho que la pareja que forma con Andrew Luck hará historia en la NFL. Pero no se le conocen demasiados deslices y no es muy habitual verle dar titulares a la prensa. Hasta esta semana.
Los Colts nunca habían perdido contra los Texans en su propio estadio. Hasta el domingo. Y esa derrota muy probablemente le costará a los de Indianapolis el título de división y el billete a los playoffs, que hace apenas cuatro meses se daba casi por seguro. Los motivos para la desastrosa temporada de los Colts son múltiples: el mal inicio de temporada de Andrew Luck, su posterior lesión, el mal estado de su defensa y las tensiones infinitas entre el front office, liderado por Ryan Grigson, y el head coach, Chuck Pagano.
TY Hilton, sin embargo, apunta a otra razón: el playcalling. Hilton explica que “somos tipos rápidos [se refiere a él mismo y a dos de sus compañeros, Phillip Dorsett y Donte Moncrief) y no se nos utiliza como debería”, y añade que “los lanzamientos [largos, se entiende] han estado ahí, pero no se ha dado la orden de lanzarlos [desde la banda, claro]”.
¿Tiene razón TY Hilton? Con las cifras en la mano, sí. El ataque de los Colts había sido conocido en las últimas temporadas por un juego de pase vertical, profundo, que aprovechaba la velocidad y habilidad de sus receptores para abrir hueco con los defensores que les cubrían. Eso ha desaparecido en 2015, especialmente con Matt Hasselbeck dirigiendo al equipo. Esta semana los pases lanzados más allá de diez yardas se contaron con los dedos de una mano. No es fácil saber hasta qué punto eso se debe a una supuesta “cobardía” del coordinador ofensivo, Rod Chudzinski, o a que el físico de Hasselbeck, a sus 40 años y sometido a una tunda constante de golpes por la fragilidad de la línea ofensiva, no da para más.
Las consecuencias de un juego de pase tan plano sí están claras: las defensas rivales saben que con acumular defensores en la caja para contener el juego de carrera de Indianapolis los partidos se simplifican mucho. Y los Colts sólo han anotado 12, 10, 16 y de nuevo 10 puntos en sus últimos cuatro partidos.
Es poco probable que las revelaciones de Hilton sorprendan a nadie en la NFL.
Y tampoco es una sorpresa la principal conclusión que puede entresacarse de ellas, que tiene poco que ver con el rendimiento de los Colts sobre el campo. Lo que Hilton ha puesto negro sobre blanco es que, además de haber perdido la confianza del front office, Chuck Pagano y su equipo han perdido también la confianza de los jugadores.
Si un jugador habitualmente discreto y poco hablador se decide a dar el paso y criticar en público a su entrenador, eso significa que cualquier esperanza que Pagano tuviera de poder reconducir la situación debe darla ya por perdida.
Que Chuck Pagano no seguiría en Indianapolis en 2016 se daba ya por hecho en la NFL, salvo resurrección heroica en los playoffs, preferiblemente con viaje a la Super Bowl incluido. Las declaraciones de Hilton bien pueden considerarse el último clavo en el ataúd de la era Pagano en los Colts.