La encrucijada de Bill Belichick y los malheridos Patriots
New England ha de tomar la decisión de forzar la máquina a pesar de las lesiones o de tomarse diciembre como un mes balsámico.
Cuando llega el general invierno es cuando de verdad comienza el football a decidirse. Se dice mucho la frase anterior, aunque es una verdad a medias. Por mucho que los equipos que están finos en diciembre sean los que más opciones tienen en los playoffs hay asuntos matemáticos insoslayables: si tu récord en los meses otoñales ha sido muy malo tendrás casi imposible remontar. Así que sí que es importante haber ganado mucho cuando el frío no apretaba tanto. Nadie como los New England Patriots para atestiguarlo este año.
El equipo de Bill Belichick va 10-1. La semana pasada perdió con los Denver Broncos su primer partido de la temporada y esto ha de suponer un punto de inflexión en el año. Es el momento de levantar un instante la vista y mirar alrededor. Porque es muy difícil hacerlo en plena batalla, sin perder ningún encuentro y con la mirada al frente, concentrado en la misión. Sin embargo, con la derrota llega la respiración. Un instante de relax tras el sprint que ha de servir para recobrar el pulso y la sensación de que hay mundo, hay contexto. La persecución del 16-0 ha terminado.
Es ahora cuando los problemas, como montañas, se vienen encima del entrenador. La crudeza del curso, las heridas y las roturas se hacen visibles y ante él se presenta una encrucijada táctica que puede marcar todo su año, su asalto a un nuevo Lombardi Trophy. Belichick ha de decidir si va con todo en diciembre o si piensa en enero desde ya.
Ninguna de las dos decisiones es fácil. Puede seguir con el pie en el acelerador hasta desgastar la chapa y cargarse de lesiones, amén de no permitir una buena recuperación para los hombres que le faltan, lo que sin duda tendría consecuencias nefastas. Pero el riesgo de no dar el 100% y que el equipo no llegue en condiciones óptimas, desde el punto de vista técnico y psicológico también está presente.
Porque lo cierto es que los Patriots están con la mirada puesta en la enfermería. A las bajas de Julian Edelman y Dion Lewis, este último fuera para toda la temporada, se han unido Danny Amendola y Rob Gronkowski, que pueden jugar pero no se sabe en que estado. Eso en lo que se refiere a los puestos de habilidad, porque la línea lleva cogida con alfileres varias semanas: Sebastian Vollmer, Ryan Wendell, Marcus Cannon, Tre' Jackson y Nate Solder han pasado por el dique seco y alguno no volverá, caso de Solder. Y eso hablando sólo del ataque, porque la defensa, probablemente la unidad más importante en los últimos partidos, lamenta la ausencia de Jamie Collins y, ahora Dont'a Hightower. Por hablar sólo de los grandes nombres.
Es evidente que comenzar el año tan fuerte ha sido beneficioso para New England. Ha ganado una decena de partidos, ha mostrado a la liga que los campeones siguen siendo intratables y han impuesto sus reales en cada enemigo que ha osado toserles. No es poca cosa cuando la temporada se iniciaba con dudas en su secundaria y con los rescoldos del Deflategate. Pero ese ímpetu se ha cobrado sus víctimas en forma de lesiones y problemas físicos. Porque estar al 100% en esta liga tanto tiempo no es algo que hayamos visto.
De hecho, Belichick lo sabe mejor que nadie, pues en el año 2007 el equipo llegó 12-0 al mes de diciembre y se embarcó en la improbable hazaña de no perder en todo el curso. Lo lograron, con mucho sufrimiento y un sobreesfuerzo que pagaron caro siendo menos equipo tanto al final de la temporada regular como durante los playoffs y en la propia Super Bowl, en la que claudicaron finalmente ante los Giants.
Es esa experiencia, y el estado físico actual de la plantilla, la que le debe hacer pensar. Porque, a fin de cuentas, ¿qué se juega New England en diciembre? Con un récord de 10-1 está un partido por delante de sus dos perseguidores en la AFC, pues tanto Broncos como Bengals están 9-2. Su calendario, además, es benigno: reciben a los Eagles (4-7), van a Houston a jugar contra los Texans (6-5), reciben a Titans (2-9) y concluyen el año visitando a dos rivales de división como son los Jets (6-5) y los Dolphins (4-7). Cualquiera de esos equipos es ganable por New England incluso sin estar al 100%, incluso con el freno de mano puesto. Aunque, lo justo es justo, todos ellos les pueden ganar si se los toman a broma.
Incluso en la más pesimista de las previsiones, resulta inimaginable ver a los Patriots no ganando al menos tres de esos partidos. Teniendo en cuenta que Bengals y Broncos han de jugar entre ellos, esta hipótesis daría a New England el bye en la primera semana de playoff en cualquiera de los casos.
Y, siendo así, ¿no sería prudente reservar a Gronkowski, Hightower, Collins o Amendola una o dos semanas más si con eso se consigue que su estado físico sea mejor en enero? No es Bill Belichick un entrenador dado a este tipo de experimentos ni de dudas: cada hombre disponible cuenta, cada partido ha de ser ganado. Y, desde luego, no le ha ido mal con su filosofía. Pero quizás ha llegado el momento justo, la situación perfecta, para que tenga que tomar un quiebro del camino inesperado: pensar a varios partidos vista y no sólo en los Eagles.