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Seattle Seahawks 39 – Pittsburgh Steelers 30

Cinco touchdowns de Wilson deciden un duelo de ida y vuelta

Los Pittsburgh Steelers fueron interceptados cuatro veces y terminaron claudicando en un partido de alternativas con ocho cambios en cabeza.

Doug Baldwin consiguió tres touchdowns de pase y 145 yardas en el partido de los Seahawks contra los Steelers.
OTTO GREULE JRAFP

Solo hay una manera de ganar a estos Pittsburgh Steelers: ser igual de incisivos en ataque que ellos. Y si Big Ben pone sobre la balanza 456 yardas, Russell Wilson debe elevar la apuesta a cinco pases de touchdown. El día que la Legion of Boom, encajó el mayor número de yardas aéreas en la historia de la franquicia (490), su quarterback tuvo una actuación descomunal, inolvidable, que vuelve a meter a los Seahawks en el mapa de la temporada, con inyección de vitaminas de moral incluida.

Wilson lleva en el punto de mira desde el inicio de la temporada. Este año no estaba consiguiendo esas jugadas decisivas en los momentos más importantes que se habían convertido en una de sus señas de identidad. Sin embargo, ante los Steelers volvimos a ver cómo el quarterback recuperaba todo el desparpajo perdido y se convertía en una máquina de conseguir grandes jugadas, y terceros downs largos, cuando más falta hacía.

El partido fue de menos a más, pero desde el primer minuto se respiraba tensión. Rápidamente comenzó un intercambio de golpes que duró hasta mediado el último cuarto con ambos equipos poniéndose por delante alternativamente.

Primero fue un field goal de Boswell que adelantaba a los Steelers (0-3). Luego llegó el primer touchdown de Baldwin (7-3), réplica inmediata de Martavis Bryant de carrera (7-10), Jermaine Kearse se suma a la fiesta (14-10), DeAngelo Williams con conversión de dos (14-18), nuevo field goal de Boswell para inaugurar la segunda mitad (14-21), Rawls de carrera con fallo en el extra point (20-21), Kearse en el segundo del día (26-21), Wheaton en profundo de 69 yardas (26-27), Baldwin en su segundo de la noche (32-27)... Hasta ocho cambios en cabeza y tensión elevada a la enésima potencia. Después llegaron un field goal de Boswell (32-30) y el tercer touchdown de Baldwin, que terminó el partido con 145 yardas, y que dejó el marcador en el 39-30 final.

Pero mientras llovían los puntos a un lado y a otro, se sucedían los momentos decisivos. En la primera jugada del segundo cuarto, en cuarta y dos en la yarda 27 de Seattle, los Steelers intentaban un engaño, con pase de Landry Jones al español Alejandro Villanueva. El lanzamiento se quedaba corto y era interceptado por Lane. Curiosamente, el cornerback de Seattle volvía hoy a los campos de juego después de la lesión que sufrió en la última Super Bowl. Se notó que estaba oxidado. Salvo esa jugada, tuvo una actuación algo desafortunada y se le notó demasiado oxidado.

Otra de las claves fue que Antonio Brown casi ni la tocó. 6 recepciones y 51 yardas quizá parezcan números buenos para muchos receptores, pero son pecata minuta para él. Y todo gracias a un Sherman que no le dejó ni a sol ni a sombra, y que incluso consiguió una recepción decisiva recién comenzado el último cuarto tras un resbalón del receptor.

De hecho, esa intercepción, y otra anterior cuando Big Ben intentó conectar con Wheaton, fueron las dos jugadas que cambiaron el signo del partido. Cuando los Steelers iban por delante 14-21, después de un tres y fuera de un ataque de Seattle que empezaba a boquear, Roethlisberger intentaba conectar con Wheaton, su mejor objetivo durante le partido a falta de Brown (201 yardas y 1 touchdown), y Rubin le robaba la cartera dejando el balón en la yarda 37 de Pittsburgh. La posesión no empezó bien para Seattle, que perdía a Jimmy Graham, quizá para lo que queda de la temporada, con una lesión muy fea en la rodilla derecha. Pero inmediatamente llegaba el touchdown de Rawls. Poco después, Sherman conseguía la segunda intercepción al quarterback rival, que culminaba casi de inmediato con el touchdown de Kearse que adelantaba a su equipo (26-21).

A pesar de esas intercepciones, la secundaria de Seattle fue quemada una y otra vez, lo mismo que le sucedía a la de los Steelers. Todo el buen trabajo que hacían ambos equipos presionando a los quarterbacks rivales, y frenando la carrera que casi nunca fue un factor en ninguno de los dos lados, se perdía con los errores en la cobertura de pase. Salvo Sherman, los cornerbacks de Seattle eran quemados una y otra vez. Pero lo mismo sucedía con Baldwin, Graham y Kearse, que hacían lo que querían con los defensive backs de Pittsburgh.

Que el último touchdown de Big Ben fuera una bomba a Wheaton de 69 yardas, y que Wilson devolviera el golpe de inmediato con dos anotaciones a Baldwin, una de 30 yardas y otra estratosférica de 80, demuestra que ambas secundarias estaban desaparecidas y cometieron errores clamorosos.

El español Alejandro Villanueva tuvo una muy buena actuación una semana más, impecable en los tres primeros cuartos, aunque en el último tiempo volvió a sufrir más de lo debido después del esfuerzo realizado durante toda la noche. Pese a todo el buen trabajo de la línea ofensiva de Pittsburgh, Big Ben tuvo que dejar el partido conmocionado. A la desesperada, Landry Jones intentó una remontada imposible que terminó con la cuarta intercepción de los Steelers, que terminaron perdiendo el partido, lastrados por tantas pérdidas de balón.