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Green Bay Packers

Un análisis de los detalles que hicieron grande a Brett Favre

Cuando te sentabas a verle jugar lo único que sabias era que Favre iba a hacer algo que el resto no podía y que, además, lo haría de una manera espectacular.

Brett Favre en un partido de playoff en Lambeau Field. El mito también era el rey bajo la nieve.
FRANK POLICHREUTERS

Siempre me han apasionado los jugadores que han tenido ese toque de raza, de pasión, de levantar el puño cuando consiguen que ese punto, gol o canasta parezca algo más que una simple jugada. Aunque, en ese momento, no sea algo transcendente para ese partido.

Admiro a los que lo dejan todo en el campo independientemente del resultado. Este tipo de jugador, con esos gestos, demuestra que le importa lo que sucede en el terreno de juego. Se enfada si algo sale mal, o se alegra si algo se realiza bien. Odio la frialdad. Conmigo, eso no va.

Si os cuento esto es porque aquí tenéis la razón por la que yo veo NFL. De joven, me sentaba a ver Telemadrid cuando televisaban partidos de football, y aunque me gustaba verlos y disfrutaba con ellos, solo había un equipo que me llenaba. De hecho, solo había un jugador del que no quería perderme un solo partido. Daba igual que le interceptasen o que lanzase cuatro mandarinas, una vez que las cosas salían como él quería (y eso era muy a menudo) yo veía a ese tipo de deportista que he admirado siempre. Brett Favre ha sido la razón de mi obsesión con la NFL. Nada ni nadie cambiará eso, así que, a pesar de sus vaivenes con los Packers, yo siempre le estaré agradecido por levantarme del sofá ante un deporte que no conocía y del que me siento orgulloso de ser fan. Yo soy de Green Bay, pero soy más de Favre.

Y los ha habido mejores. Sin ir más lejos, sé que Aaron Rodgers es mejor QB de lo que lo fue Favre. no tengo ninguna duda de eso. Incluso acaban de batir su récord de yardas de pase, pero eso a mí me da igual. Hasta la fecha, nadie ha ocupado su puesto en mi propio Hall Of Fame, ya que se necesita más cosas que números para que eso ocurra. Los números siempre son fríos, y a mí el frío me aburre.

Habrá gente que no entienda el homenaje de esta noche. Es perfectamente entendible, la traición a los colores verde y oro está ahí, es imborrable, y duele ver como tu niño bonito, el que te lo ha dado todo, te miente, te da la espalda y se va a un sitio al que tú odias. Pero, ¿se puede olvidar el primer amor? Nunca, ese siempre se queda dentro de uno. Con el tiempo, la decepción termina transformándose en un sueño pasajero, y cuando echas la vista atrás recuerdas todo lo que te hizo vibrar y emocionarte ante un deporte que no terminabas de entender del todo. Lo único que sabias era que Favre iba a hacer algo que el resto no podía y que, además, lo haría de una manera espectacular.

No era ese pocket passer como Dan Marino, él salía del pocket para pasar en carrera, aguantaba golpes o iba a bloquear para que su RB siguiese corriendo. Si tenía que lanzar contra una doble cobertura, lo hacía. No había miedo a nada.

Por supuesto, su calidad le permitía hacer cosas al alcance de muy poquitos. En la imagen que tenéis abajo podéis ver que no todo era improvisación.

Imagen 1
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Superbowl XXXI. Frente a los New England Patriots de Drew Bledsoe. Los de Boston están en Cover-1 y Favre lo sabe. Se inicia el snap y el 4 de los Packers fija al FS con sus ojos. Favre sabe dónde va a ir ese balón. Al final de su dropback, con el hitch step, Favre lee la ventaja que está sacando Antonio Freeman a su defensor. El WR ha jugado un outside release de manual para irse de su par. Sumando esto a su velocidad, el receptor gana suficiente ventaja para que Favre le mande el ovoide. si no hubiese ganado esa separación, Favre habría mandado el lanzamiento igualmente. Y lo hubiera hecho porque el pase es perfecto. El ball placement no puede ser mejor y Freeman lo atrapa. Al ser tan bueno el pase, Freeman puede seguir su carrera sin haber tenido que frenar ni un segundo.

Imagen 2.
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Como es tan rápido, ni el FS ni su CB pueden alcanzarle. Freeman anota un touchdown de más de 80 yardas.

Freeman y Favre. Favre y Freeman. Dos tipos que se juntaron en un equipo que pasará a la historia. Es cierto que Shurmur confeccionó una defensa que no era cualquier cosa. En ella estaba uno de los mejores defensores de la historia: Reggie White. Junto con Brown (el NT) eran una pesadilla para las OLs y QBs rivales.

Imagen 3.
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Sin embargo, el ataque llamaba más la atención. Claro, tenían a Brett Favre.

Al año siguiente de la Superbowl frente a los Patriots, Green Bay volvió a aparecer en la gran cita. Esta vez el rival serían unos Denver Broncos que traían consigo a John Elway y a un Terrell Davis que daba auténtico pavor. El resultado no fue el mismo, y los Broncos se llevaron el anillo para casa. Sin embargo, volvimos a ver esa conexión entre las dos estrellas ofensivas de los queseros.

Imagen 4.
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Imagen 4.

Como dije antes, para llegar a ser el jugador que fue Favre se necesita algo más que suerte y valentía en tu juego. Evidentemente, el factor showman que arrastró durante toda su carrera aumentaba el valor de su leyenda. Pero Favre era un QB con mucha facilidad para adivinar defensas y coberturas, lo que aprovechaba usando su excelente brazo para destrozarlas. En esa Superbowl XXXII, en el primer cuarto, pudimos asistir a uno de los más bellos lanzamientos de este (con toda seguridad) Hall Of Famer.

Broncos aparenta una Cover-4, que se transforma en una Cover-3 Fire Zone cuando se lanza el snap. Lo primero que hace Favre es leer el blitz del nickel y de uno de los dos ILBs. Su OL aguanta lo suficiente para darle a Favre la lectura del flat-foot defender. El veloz vertical release de Freeman desarbola al safety, quien se ve superado por esa fade route. En el pocket, Brett Favre lanza un balón muy profundo, quizás demasiado.

En realidad, el pase del QB es perfecto. Entre tres defensores, el ovoide cae en las manos de Freeman como si hubiese estado atado desde los dedos de Favre hasta los guantes del receptor. Otro touchdown que sumar a los innumerables que consiguió.

Pero lo mejor de esto, o lo que más me gustaba a mi, no era su ball placement, su potencia de brazo o sus malabares para librarse del sack y conseguir completar el pase. Lo mejor era verle levantar los puños y corretear por el campo levantando a su afición. Fuese cual fuese. Porque eso es Brett Favre: una leyenda que nos levantaba a todos de nuestro asiento.