Houston Texans 24 – New York Jets 17
JJ Watt y DeAndre Hopkins meten en crisis a los Jets
El ataque de los Jets fue incapaz de sobreponerse a la furia del defensa y el receptor colapsó con sus recepciones la potente secundaria de Nueva York.
Después de ver el partido, queda una duda: ¿están los Texans creciendo como la espuma o los Jets sumidos en una grave crisis? Probablemente se den las dos circunstancias, o eso es lo que pareció durante un partido en el que los Texans merecieron terminar con más diferencia en el marcador.
El choque tuvo tres grandes protagonistas, y los tres vestían el uniforme de los Texans. El primero fue JJ Watt, cuya estupenda temporada estaba quedando eclipsada por el gris papel del equipo en conjunto, pero que en cuanto ha renacido la esperanza ha vuelto a ser un gigante imparable y, de nuevo, el mejor defensa de la NFL sin competencia. Ya no son solo sus ocho placajes o sus dos sacks, ni siquiera que estuviera a punto de conseguir un touchdown de recepción, es que se convierte en un tornado que arrastra a todo su equipo, colapsa a los ataques rivales que le temen como a la peste, y no para de animar a sus compañeros, que se contagian de la pasión que él pone en cada jugada.
El segundo factor fue un DeAndre Hopkins que jugó una primera mitad extraterrestre, con recepciones a una mano como quien pasea por el parque, un touchdown de61 yardasque fue el principio del fin para los Jets y, sobre todo, humillando a Darrelle Revis que además tuvo que abandonar el partido después de sufrir una conmoción. Lo de menos son sus números, 118 yardas y dos touchdowns, lo importante es que fue el factor que desequilibró la secundaria de los Jets que durante parte del partido no sabía como frenar el ataque aéreo de los Texans.
El tercero fue el regreso del hijo pródigo. T.J. Yates tuvo un estupendo cierre de temporada con los Texans en 2011, cuando se lesionó Matt Schaub y él tuvo que conducir el ataque de unos Texans clasificados para postemporada; pero desde entonces estuvo desaparecido, desaprovechó sus pocas oportunidades y terminó emigrando a Atlanta. Tras el asunto Mallett, los Texans le han repescado y deben estar encantados. No solo tuvo una actuación estupenda con 229 yardas y dos touchdowns de pase, sino que el ataque de Houston fue más atrevido, imaginativo y peligroso que en toda la temporada. Se sucedían las jugadas de engaño, hasta seis jugadores aparecieron desde el backfield, y el front seven de los Jets nunca pudo presionar al quarterback y tuvo que conformarse con limitar daños por tierra.
En el lado de los Jets, el problema vuelve a ser la falta de pegada en ataque. La defensa pudo dejar a sus rivales en 24 puntos incluso en una actuación no muy afortunada, pero es muy complicado ganar partidos si el ataque no pone puntos en el marcador. Los de la Gran Manzana se fueron al descanso con 3 puntos, 47 yardas de pase y 18 de carrera. Tenían demasiado con no dejarse arrastrar por la riada Watt e intentar no cometer errores. De hecho, su field goal llegó gracias a un fumble de Yates tras un sack, pero los tres y fuera se sucedían en una sucesión imparable. Además, la lesión de Nick Mangold, el center, se convertía en un problema añadido para una línea ofensiva que sobrevivía a duras penas.
El partido llegó 10-3 al descanso e, inexplicablemente, los Jets empataron poco después de la reanudación tras una interferencia en un pase de Fitzpatrick a Decker que le costó 44 yardas a Houston y un pase a Marshall de 21 yardas más. Pero fue un espejismo. En la siguiente serie Cecil Shorts se llevaba todo el protagonismo tras dos recepciones, un snap directo y un pase de touchdown a Blue. El jugador, convertido en chico para todo, era capaz de recibir, correr y pasar en el mismo drive para desarbolar la defensa rival (17-10). Poco después llegaba el segundo touchdown de Hopkins, tras un pase de 20 yardas de Yaters, que abría el resultado 24-10 con un cuarto por jugar.
Durante los últimos 15 minutos, los Jets lo intentaron de todas las maneras posibles y a la desesperada. Fitzpatrick se jugó la cabeza con una carrera de seis yardas que terminó en touchdown, pero en la que fue golpeado hasta perder el casco y se levantó completamente desorientado. Parecía que podía haber sufrido una conmoción y que quizá no volvería al partido, pero sin embargo volvió par alanzar dos intercepciones en las últimas dos series desesperadas de unos Jets que en dos semanas han pasado de ser gallitos de la conferencia Americana a equipo en crisis. Los Texans, por su parte, están más vivos que nunca tras tres victorias consecutivas, empatados en la clasificación con los Colts, y dando la sensación de que su maquinaria por fin funciona.