Wasabi: "Me dan miedo las peleas en la calle"
Enrique Marín ‘Wasabi’ (Sevilla, 29 años) pelea mañana en Monterrey en la final de The Ultimate Fighter para entrar en el circuito de la UFC.
-¿Cómo se lleva la espera?
-Con mucha emoción y una carga de responsabilidad que trato de quitarme para que no me afecte. Pero con la emoción de que voy a conseguir por primera vez una hazaña para nuestro país.
-¿Su experiencia puede servir de trampolín para la UFC en España?
-Así lo espero. Hay muchísima buena materia prima de luchadores. Con muy poco apoyo. El sacrificio que tenemos que hacer es doble porque no somos profesionales reales. Debemos dedicarnos a otra cosa. No vivimos de nuestro deporte. Ojalá sea un punto de inflexión.
-Y si el boxeo no acaba de funcionar en España, ¿por qué debería hacerlo la UFC?
-Es que UFC es otra cosa. Es una empresa en alza a nivel mundial que crece de forma exponencial. Desbancó al boxeo hace tiempo, que tiene combates estelares pero cada vez con más margen entre ellos. UFC organiza eventos cada fin de semana. Por cantidad, ya ha pasado al boxeo.
-¿Se imaginaba vivir esto?
-¡Noooo! Estaba un 5 de enero en casa, en Sevilla, y un colega de Barcelona me mandó el link para hacer la solicitud del reality TUF. Todos los españoles que cumplíamos los requisitos lo rellenamos. Un día me llamaron para hacer las pruebas preliminares ¡y me creía que era una broma de mis amigos! Ahí comenzó el viaje. Mi vida ha dado un giro de 180 grados desde entonces. Estuve dos meses encerrado en una casa de Las Vegas con la grabación y fue una de las experiencias más fuertes y más duras de mi vida.
-Con Erick Montaño, su rival mañana, tiene una gran relación…
-Sí. Es la bomba. Era mi gran amigo en la casa. Un tipo sereno, disciplinado y de buen corazón. Pero hay que saber distinguir contextos. Compartimos lo que nos une: una pasión por nuestro deporte y eso implica luchar. Luego seguimos con nuestra amistad y nuestras vidas sin problemas.
(Wasabi pelea en la madrugada del sábado al domingo de España en la final de peso welter del reality que la UFC emite en canales de televisión de toda Latinoamérica. El campeón obtiene un contrato de seis cifras con UFC para realizar al menos cuatro o cinco combates).
-Usted viene de la enseñanza…
-Acabé la carrera de maestro de primaria, pero no salían oposiciones. Trabajé en un centro deportivo y así fui subsistiendo hasta que apareció UFC.
-Sorprende que un profe, sereno y reflexivo, sea capaz de meterse en el octágono a zurrarse…
-¡Claro! A la gente le llama la atención el contraste. ¿Cómo puede ser que trates con niños y luego te encierres allí? Ser un profesional consiste en saber qué se hace y cuándo se hace. Distinguir. Yo hago mi deporte, que además es mi modo de vida. No es una filosofía de calle. A mí me dan miedo las peleas en la calle. Nunca me he peleado. Llevarse un porrazo cuando uno no quiere es duro… Yo al octágono subo mentalizado, sé que tengo detrás unos maravillosos doctores y una gran preparación física y mental.
-Aquí va a tenerlo todo en contra…
-Peleo en terreno hostil, pero también tengo bastante apoyo mexicano. Supongo que de seguirme en el reality. Es lógico que apoyen al de casa. Eso hace que esto crezca. Pero no voy a pelear contra todo México, sólo contra una persona.
-¿Y cómo se siente uno tras un combate?
-¡Ufff! Van apareciendo dolores. Primero te examinan los médicos y, con cualquier cosita, te mandan al hospital. Pero luego me hago yo mi chequeo, y voy encontrando dolores por todos los lados. Lesiones he sufrido muchas: me rompí un dedo, se me salieron los dos hombros y un codo, se desencajó la mandíbula… ¡mil cosas! Pero a mí me merece la pena. Y no trato de que la gente lo comprenda. Sólo lo entiende el que comparte mi pasión y mi locura. Pero no creo que sean lesiones más graves a las de un futbolista. Lo nuestro es más de contusiones.
-La UFC es un poco una vuelta a los gladiadores. ¿Lo ve así?
-Sí, nunca se ha abandonado. El pancratium, que es de donde viene esto de la época de la antigua grecia, nunca se ha abandonado. En todo el reino animal hay luchas y nosotros no somos menos. De ese instinto se ha llegado a una profesionalización, a unas reglas.
-Se ha entrenado con Fabricio Werdum (campeón de los pesados, nacido en Brasil pero con pasaporte español) y su técnico Rafael Cordeiro. Con la élite.
-Sí, en el Kings MMA de Los Ángeles. ¡Madre mía! Es como entrenar con Messi o Cristiano. Se aprende mucho. Yo cuando llego a un sitio, me rebajo a cinturón blanco. Como decía Nietszche, vuelves a ser niño para empaparte de todo. Me encanta.
-¿Viene alguien de España a verle?
-Mi madre, mi hermana, un primo, unos amigos… Lola, mi madre, nunca me ha seguido en directo. A veces la he obligado a verme en vídeos. Ella nunca me preguntaba tras un combate si había ganado o perdido. Sólo si estaba bien. Alguna vez, le he gastado la broma de que estaba en urgencias (se ríe).