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ARIZONA CARDINALS

El día en que Carson Palmer ganó más partidos de los que perdió

El QB de los Arizona Cardinals, uno de los candidatos más firmes al MVP esta temporada, consiguió ayer igualar sus victorias y derrotas.

Carson Palmer celebra la victoria de los Cardinals sobre los Seahawks.
OTTO GREULE JRAFP

Os presento a Carson Palmer, quarterback de los Arizona Cardinals. Le conoceréis porque es un candidato al premio MVP, mejor jugador de la temporada, porque su equipo tiene un récord de 7-2 y él es, que ya lo he dicho, el QB del mismo. Y dos y dos son cuatro muchachos: tu equipo gana, mucho, y si eres el pasador estarás en la conversación de MVP. Es sencillo y divertido.

Bien. Pues resulta que este tipo, de casi 36 años de edad, ya ha estado en estas cuitas antes. En el año 2003 fue elegido con el número uno del draft por los Cincinnati Bengals tras una muy brillante carrera universitaria en la glamourosa universidad de USC, en Los Angeles. Y durante unos años pareció ser la siguiente gran promesa para ser leyenda en el puesto, en la liga.

Un partido de playoff, un mal golpe, una mala triada con los ligamentos y adiós muy buenas. No sólo su carrera comenzó una cuesta abajo considerable sino que todo aquel equipo de los Bengals, macarra, pasado de vueltas y talentoso a partes iguales, se deshizo como un azucarillo. Tras siete años en Ohio se fue un trienio oscuro al agujero negro de los Oakland Raiders y hace un par de temporadas se unió a los Caridnals.

Toda esta parte final de su carrera suena a QB viajero, de maleta preparada, corte en primavera, contrato mínimo en un equipo necesitado de un reserva de garantías y vuelta a empezar en cada parada del recorrido.

Pero no. En Arizona le esperaba un tal Bruce Arians, que parece que sabe algo de preparar esquemas de juego que maximicen el talento de sus directores, y desde entonces se ha reencontrado con los verdes laureles que le auguraron los expertos y que, por hache o por be, se cansó de perseguir en vano.

Pues tras esta carrera, que no es la mejor pero está muy lejos de ser mediocre, resulta que fue ayer, y sólo ayer, cuando Carson Palmer pudo presumir de haber ganado tantos partidos como perdió. En total 77. Contando temporada regular y playoffs, Palmer ha estado presente con su equipo en 77 victorias y en 77 derrotas.

Es sorprendente. Huelga subrayar, que ya me vais conociendo, que pocas cosas me resultan más ridículas que considerar que un QB tiene victorias o derrotas, pues esos números son exclusivos de los equipos y no de los jugadores individuales, pero me ha llamado la atención este dato desvelado, al menos para mí, por Peter King de Sports Illustrated.

Me alegro por él. Ha demostrado que su talento está ahí. Y es mucho. Los dos drives que se marca ayer en el último cuarto, en Seattle, tras haber sido objeto de una paliza por parte de los pass rushers de los Seahawks digna de ser denunciada en el Tribunal de Derechos Humanos de La Haya, tras perder dos balones asesinos y el liderato del encuentro, son de los que dan cuajo y prestigio a un ataque, a un QB.

Cómo si lo necesitase Carson Palmer, que ya se ha visto al menos tres veces en esta situación de ser el centro de la atención y la gran esperanza de título de su equipo (USC y Bengals los anteriores) y que, a la vez, ha recorrido tanto camino como para, aún, no haber estado en más partidos ganados por su equipo de los que han perdido. Será por eso que resulta aún más peligroso: sabe lo que es la derrota, y seguro que no quiere probarla de nuevo.