AFC Norte desde dentro
Manziel o McCown, el dilema Shakesperiano de Cleveland
Los problemas de la franquicia marrón van mucho más allá de quién sea su quarterback, lo cual no quiere decir que no sea necesario un cambio.
“Ser o no ser”, meditaba el príncipe de Dinamarca sujetando el cráneo del difunto bufón Yorick. “Manziel o McCown”, duda Pettine sosteniendo una calavera, que bien podría ser la suya en pocas fechas si no consigue dar la vuelta al rumbo de los Browns. El football es un deporte muy complejo. Quizá el que más. Ojala remontar una inercia negativa fuera tan sencillo como cambiar de QB. Sin embargo, irreductibles al margen, debemos asumir que la figura del signal caller lo domina todo. Desde lo alto de las oficinas al furibundo graderío, es un concepto comúnmente aceptado que cambiándole se invertirá el destino de la franquicia. Poco importa que el entrenador sepa que no es así. De hecho, el famoso monólogo de Hamlet sucede en el tercer acto y la escena con la calavera en el quinto, aunque en el imaginario popular, vayan unidos.
Los Browns son una franquicia que parece vivir eternamente sumida en un drama shakesperiano. Idas y venidas de la ciudad, selecciones de primera de ronda de draft fracasadas, baile de entrenadores y una sucesión de quarterbacks titulares que no llegan a cuajar, en cuyo más reciente capítulo estamos inmersos actualmente. Pero en esta ocasión no se trata de una controversia al uso. Lo habitual es que cuando el titular deja de funcionar sea desbancado por el suplente, como Enrique IV derrocó a Ricardo II, y aquí paz y después gloria, y todos más felices que las alegres comadres de Windsor. Pero en este caso, McCown no está haciendo nada que le haga perder su trono. De hecho, puede que esté siendo uno de los mejores del equipo. Los males de Cleveland habría que buscarlos en otro escenario.
El sueño de una noche de verano de Pettine era fortalecer su defensa contra la carrera, auténtico talón de Aquiles de la pasada campaña. Para eso reforzó la línea defensiva en draft y agencia libre. No sólo no lo ha conseguido, sino que la defensa contra el pase también está naufragando en La Tempestad. Cleveland es el tercer equipo que más yardas ha concedido a sus rivales en estas 9 jornadas de competición. Por otro lado, consciente de que su cuerpo de receptores dejaba bastante que desear, optó por impulsar el juego de carrera. Tampoco lo ha logrado. El equipo se mueve en cifras muy discretas en este apartado. Y para rematar su pesadilla, el pase sólo ha resultado excitante ejecutado por el elegido para ser suplente.
La relación entre Pettine y McCown ha sido desde el principio como la de Romeo y Julieta. Un romance imposible, supeditado a los caprichos del destino, de los resultados. Y puede tener idéntico trágico final. Queramos o no, el QB es la referencia del equipo. Y unos aficionados y dirigentes insatisfechos no dudarían, al igual que el Mercader de Venecia, en dar una libra de su propia carne por ver a su equipo remontar. Aunque esto suponga poner al mando a Manziel, aún sin saber si se ha trasformado realmente en La fierecilla domada.
Este es el temor de Pettine. No estar seguro de si, como Enrique V, el jugador anteriormente conocido como Johnny Football ha pasado de ser un joven calavera a un regio líder, capaz de insuflar ánimos en sus filas como en la arenga del día de San Crispín. Recordemos que cuando fue nombrado titular el año pasado, su línea ofensiva pareció traicionarle como Bruto acuchillando a Julio César. Siempre se ha dicho que el jugador más querido por la afición es el quarterback suplente. Pero en cuanto las cosas vuelvan a torcerse, no dudarán en lanzarse a su cuello, cual despechado Otelo sobre la inocente Desdémona. Si Pettine alinea a Manziel, y éste no responde, se habrá quedado sin plan “B” para el futuro inmediato. De ahí su prudencia.
Pero en mi opinión, a Pettine no le queda otra opción, ya que manteniendo el estado actual, puede ser, como la de Tomás Moro, su propia cabeza la amenazada. Recordemos que ya se encuentra activo tras la sanción el manager general Ray Farmer, cuyas decisiones, como la última ocurrencia de poner en venta a cualquier miembro de la plantilla, Joe Thomas incluido, tienen más peligro que las del Rey Lear, y como él, pueden poner patas arriba la familia “dawg pound”. Comprometerse con el progreso del joven QB puede ser su única salvación.
Aunque Pettine esté convencido de que la incuestionable profesionalidad de McCown pueda hacerle ganar más partidos, y bien que le vendrían victorias para persuadir a la directiva de las bondades de su filosofía, desde el principio era consciente que sólo sería cuestión de tiempo que tendría que dar este paso. Estaba aceptado que este año sería de transición. Se puede dar por bien empleada la temporada si, aunque no se obtenga un gran balance, se consolida un equipo para el futuro, empezando por el quarterback. Un esquema táctico que proteja a Manziel de exponer sus debilidades, primando su formación sobre los resultados, puede ser a la larga lo más beneficioso para equipo y jugador. Ser demasiado ambicioso no le reportó nada positivo a Lord Macbeth. El propio Pettine ha declarado que su intención es “McCownizar” a Manziel, domesticar su ansia aventurera y convertirle en un QB más tradicional, más asentado en el pocket. Quitarle lo que le convierte en especial, para desesperación de sus fanáticos, con el fin de adaptarlo a la NFL. Como suele ser habitual en Cleveland, Mucho ruido y pocas nueces.