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INDIANAPOLIS COLTS 27 - DENVER BRONCOS 24

Peyton Manning se queda sin récord y sin imbatibilidad

El QB de los Denver Broncos vive una noche de pesadilla en el Lucas Oil Stadium, precisamente el estadio que él ayudó a construir en Indianapolis.

Peyton Manning en el partido donde no batió el récord de yardas de pase de Brett Favre.
ANDY LYONSAFP

Dijo Peyton Manning esta semana que él no iba a decir aquello de Jim Mora de que "vosotros no tenéis ni idea de football y no la vais a tener nunca", dirigido a quienes le escuchaban en una rueda de prensa, que no iba a decirlo porque, bueno, no hacía falta, en claro asentimiento de la frase. Tiene razón, que duda cabe, sólo que igual había que extender la sentencia a todo bicho viviente, incluido él mismo, pues, sí, nadie tiene ni idea de los mecanismos que rigen este invento.

Pongamos de ejemplo el partido que nos trae a esta crónica, a vosotros como lectores y a mí como escritor. Durante gran parte de la segunda mitad lo vimos con un rótulo sobreimpresionado en pantalla que nos iba descontando las yardas que le quedaban al propio Manning para batir el récord de Brett Favre de más yardas de pase en la historia de la NFL. Al ritmo que bajaban era obvio que iba a batir la marca antes de concluir el partido.

Cuando salió al campo a falta de unos cuatro minutos le quedaban tres yardas para hacerlo. Fácil. Salvo que su primer pase fue interceptado y ya nunca más volvió al campo. Ese drive se fue alargando de forma artificial por la defensa de los Broncos. Primero con una falta personal de Aqib Talib, que en precioso homenaje a José Mourinho le metió el dedo en el ojo a Dwayne Allen, y luego con un holding en el intento de field goal final de los Colts que les dio otro first down regalado y, de paso, el partido.

La misma defensa de los Broncos que había sido el santo y seña del equipo en los primeros siete partidos se mostró tan contundente, de esta otra heterodoxa manera, para negar a su QB la posibilidad de batir un récord histórico... precisamente en Indianapolis, en el Lucas Oil Stadium, que no es sólo donde se produjeron la mayoría de esas yardas de pase de las que hablamos sino que puede decirse, sin error, que el edificio se construyo gracias a la figura de Peyton Manning y su juego con los Colts.

Sigamos para bingo con las cosas impensables e impredecibles.

Los Colts ganan a los Broncos por 27 a 24. Sólo eso ya merece abrir los ojos con cara de sorpresa. Los de Indianapolis habían sido una calamidad en casi todos los aspectos del juego. Los de Denver habían estado de matrícula de honor en defensa y de notable, al menos en lo que se refiere a las últimas semanas, en ataque. Pues bien, los Colts fueron capaces de moverse con soltura entre ese campo de minas y anotar con consistencia. Y, de la misma manera, maniataron el ataque como si su defensa no hubiese sido el hazmerreir de la liga, con más de 400 yardas permitidas por partido.

Es más, la primera parte debió acabar con un contundente 17-0. Unos Colts serenos, en plan equipo de playoff, algo que serán en cualquier escenario compatible con el universo físico en el que nos movemos (hasta eso es capaz de desafiar este deporte) pero que no habían demostrado ni una sóla vez en todo el año, decidieron dar vidilla a sus rivales y concederles un retorno para concluir el primer periodo. 17-7, cuando el manual indica, con los segundos que quedaban, que hay que tirar el balón fuera y, venga, a aguantar las explicaciones del entrenador al vestuario.

Con ese subidón inesperado, los Broncos mutaron en la segunda parte y un gran pase de 64 yardas de Manning a Enmanuel Sanders ponía el partido en la senda esperada: los buenos ganando, los malos sufriendo, el récord a un par de pases más.

Pero nada es nunca como parece en este juego, y aún nos quedaban ese par de sorpresas al principio referidas. De esta forma, y contra todo pronóstico, los Colts ya no es que ganen a un rival de campanillas, sino que pueden presumir de haberlo hecho con un juego equilibrado en el que comparecieron no sólo el pase sino también la carrera y la defensa, por mucho que pueda extrañar, algo que necesitaban como el comer de cara a su autoestima al llegar el mes de enero.

Y los Broncos, por su lado, se quedaron sin imbatibilidad, sin la sensación de que su defensa todo lo puede y con un Peyton Manning que salió derrotado del Lucas Oil Stadium por partida doble; una, la que más le duele seguro, en la columna de victorias, y la otra, que no deja de tener su guasa, por no poder romper un récord inevitable justo en el estadio que debería llevar su nombre. Lo que nos lleva al inicio de esta crónica: nadie sabe nada de football.