Colin Kaepernick al banquillo y los 49ers a la reconstrucción
Blaine Gabbert será el titular del equipo de San Francisco la semana que viene mientras la franquicia se prepara para tocar el fondo de la NFL.
¡Felicidades Kaepernick, tu equipo acaba de hacerte un regalo de cumpleaños! La era de Colin Kaepernick en los San Francisco 49ers ha tocado a su fin. El equipo ha anunciado que el próximo domingo Blaine Gabbert, nada menos, será el QB titular en el partido que les enfrentará a los Atlanta Falcons. Se pone punto y final, de esta manera, a la agonía que la franquicia llevaba sufriendo desde hace ya más de un año. Es el momento de la reconstrucción en profundidad en los míticos Niners.
Una decisión tan grave como es mandar al banquillo a un QB consolidado jamás es una ocurrencia puntual. Para llevarla a cabo es necesario que las patas principales de una franquicia, el dueño, el general manager y el entrenador, estén de acuerdo en la misma y en las consecuencias que se derivan de ella. A efectos prácticos, tiene el mismo valor que dar por finiquitada la carrera del jugador en la plantilla. Cuando Jed York, Trent Baalke y Jim Tomsula, el triunvirato antes descrito en San Francisco, han apretado el botón rojo es porque saben que el futuro comienza hoy, y que el futuro va a ser duro y oscuro durante un tiempo.
El momento de la defenestración de Kaepernick tampoco es casual. Hoy se cierra el periodo para traspasar jugadores en la NFL y el mensaje a los potenciales compradores es claro: el que lo quiera, que llame. No es previsible que haya ofertas porque cualquier equipo que lo quiera sabe que lo podrá tener en marzo del año que viene, cuando sea cortado por San Francisco. Un equipo como los Philadelphia Eagles, por asuntos estilísticos, u otros como los Buffalo Bills, porque Greg Roman (su anterior coordinador ofensivo) está allí y tienen problemas en el puesto, podrían llamar, pero los 49ers no podrían pedir gran cosa. A fin de cuentas será más barato ficharle en la agencia libre que tener que asumir un contrato de 17 millones de dólares para el año que viene, y 19 en las dos próximas temporadas. Para asumir eso hay que creer mucho en el tipo y, si no se asume y se piensa en cortarle o en renegociar su contrato en ese hipotético nuevo destino lo normal es que eso equivalga a que no se le valore como para mandar algo de valor en el intercambio.
En cambio, San Francisco le cortará y sólo le costará 7,5 millones de dólares en dinero muerto. Esto pone de manifiesto que el gran, gran, grandísimo contrato que firmó Kaepernick, de 114 millones por 6 años, le va a reportar 27 millones en dos años. Y ya. Porque este tipo de contratos, tal como el que firmó Andy Dalton en los Bengals, son de muy bajo riesgo para el equipo en caso de que las cosas salgan mal. El QB apostó por sí mismo al firmarlo, y ha perdido.
Para la plantilla el mensaje también está claro: se remató por completo al viejo régimen, es hora de empezar de nuevo. Tras la traumática marcha de Jim Harbaugh, cuyas últimas temporadas ya fueron tumultuosas de por si, las grandes figuras de las tres finales seguidas de la NFC, y una presencia en la Super Bowl, están fuera del equipo. Ya sea por retirada, por traspaso o por abandono, aquí no queda ni el apuntador. Ayer mismo traspasaban a Vernon Davis a los Broncos por un paquete de pipas y un pañuelo usado (en realidad, dos sextas rondas, 2016 y 2017, recibiendo a cambio una séptima ronda del 2017). Es decir, que el pasado ha muerto.
No es que le vayan a echar de menos. Según todos los informadores que siguen de cerca al equipo la relación del QB con sus compañeros era mala o inexistente. Es más, inclso reputados periodistas dejan perlas en twitter como la siguiente al respecto de la personalidad de Kaepernick:
Y si el pasado ha muerto y el presente no existe, porque con 2-6 de récord nadie cree que tengan opciones de pelear más que por el número uno del draft, sólo el futuro es relevante. Y ahí, en ese futuro, no estará Colin Kaepernick. El tipo que estaba llamado a ser uno de los mejores QBs de la historia, que lo dijo Ron Jaworski, el que "lideró" al equipo a una Super Bowl, la gacela indomable, ha dejado de ser en los 49ers. Aún está, pero de cuerpo presente. Es la hora de volver a soñarlo todo de nuevo en San Francisco.