La teoría del todo de Gary Kubiak y Peyton Manning
El equipo de Gary Kubiak consiguió algo más que una victoria el domingo por la noche ante los Green Bay Packers: consiguió la unión teórica imposible.
Hay partidos que son mucho más de lo que parecen. Cuando los Denver Broncos recibieron en su casa, en el Sunday Night Football de ayer, a los Green Bay Packers en el ambiente flotaba la idea de que estos dos contendientes a la Super Bowl tendrían un partido igualado, uno de los dos ganaría y a proseguir la temporada regular con la rutina de los mejores a la espera de que enero dicte su ley. Pero debajo de esa superficie se estaba produciendo un movimiento de poder cuya repercusión aún es difusa pero que puede suponer un cambio en toda la estructura jerárquica de la liga.
La física lleva medio siglo intentando unir las dos teorías predominantes sobre la realidad que nos rodea. La teoría de la relatividad, de Albert Einstein, y la mecánica cuántica son las formas más avanzadas que conoce el ser humano para explicar el universo y la relación entre todos los elementos que lo habitan, pero su coexistencia no es plena porque se contradicen en varios puntos. Es por eso que son muchos los científicos que han tratado de formular la llamada "teoría del todo", uniendo ambos mundos. El reto, obviamente, es mayúsculo, y aún está sin resolver.
En Denver pasaba algo parecido, a escala más entendible por el común de los mortales. Gary Kubiak llegó con la intención de aplicar sus conceptos de bloqueos zonales y peso en el juego de carrera, con sus play-action y sus roll out. Pero se encontró con un QB, Peyton Manning, que nunca había jugado así y no se sentía especialmente cómodo teniendo que cambiar a estas alturas, que no tiene edad. Así que hacía falta una chispa, un momento, una inspiración, que hiciese posible lo imposible. Y sucedió
Sucedió en la semana de descanso de los Broncos. Los Packers también descansaban antes del duelo, pero a tenor de lo visto lo aprovecharon menos. El caso es que Gary Kubiak y Peyton Manning tuvieron una conversación acerca del futuro de la temporada. Ni el entrenador ni el QB estaban contentos con lo que habían hecho hasta el momento. Ambos son mentes ofensivas, pero sus miradas ponen el foco en puntos diferentes y, por lo tanto, distorsionan el punto fuerte del otro. Fue evidente en las primeras semanas, con el entrenador imponiendo su criterio, y en las siguientes, con Manning a los mandos tácticos de forma clara.
El récord, de 6 victorias y 0 derrotas, tapaba todos los debates, pero el ataque no gustaba. La defensa era la protagonista, casi exclusiva, de los resultados positivos. Así que el partido contra Green Bay debería servir para aclararse y demostrar que eran muy capaces de jugar contra cualquiera. No sólo el rival era de campanillas, sino que todo el mundo estaría viendo el partido. Y, bajo cualquier punto de vista, pensar en detener a los Packers y sobrevivir con la defensa parecía un imposible. No lo fue, como todos sabemos.
Pero la duda no estaba en la defensa, sino en el ataque. Es ahí donde se centraron los esfuerzos de la semana de descanso. Es ahí donde entrenador y QB llegaron a un acuerdo, el de poner en común las fortalezas de ambos. Y la teoría del todo de los Broncos cogió forma.
Al principio, Manning buscó en profundo a Demaryus Thomas como si su brazo fuera el de hace una década. No con aquella precisión, pero si con intención. Cuando la secundaria de los Packers, también lastrada por las lesiones, comenzó a mostrar signos de debilidad, se les atacó en la zona media. Y una vez iniciado el derribo, el juego de carrera con bloqueos zonales y los roll outs en play-action, jugadas de engaño en ataque, afloraron. La simbiosis entre el ideal de Peyton y el de Gary lució en su máximo esplendor.
Y la NFL tembló.
Porque una cosa es tener a la mejor defensa de la competición, capaz de dejar en menos de 80 yardas de pase al ataque de Aaron Rodgers, que sólo con eso ya valdría para hacerles una estatua, y otra muy diferente el poseer flexibilidad y dinamismo en ataque, cosa que no habían enseñado hasta ahora, ni siquiera sugerido.
Gary Kubiak y Peyton Manning encontraron ante los Packers la fórmula que pone en común dos mundos distantes y con puntos de incongruencia. Era lo que les faltaba. La interpretación conceptual del ataque, de dos ataques teóricos diferentes, que nunca llegó a ser un todo conjunto, emergió con la belleza de las ecuaciones perfectas que se convierten en poco menos que axiomas.
El ataque de los Denver Broncos frente a los Green Bay Packers alcanzó el punto de comunión entre entrenador y QB que llevaban todo el año buscando. Y la defensa siguió con su ejercicio de dominación sin freno de los seis primeros partidos. Ante esta situación, el resto de la liga ha de poner en marcha, y a la velocidad de la luz, sus propias contrateorías, o la gravedad hará su trabajo y les pondrá en su sitio: de camino a Denver en los playoff.