SERIES MUNDIALES
Series Mundiales Episodio IV: Pesadilla en Nueva York
Al otro lado del Atlántico, en un campo de béisbol muy lejano…. Steven Matz vivió como un sueño de toda su vida se convertía en una pesadilla.
En Halloween, cuando Steven Matz era un niño y soñaba con ser un jugador de béisbol, se despertaba en su cuarto decorado con banderines y gorras de los Mets y sus padres le disfrazaban para que fuera de puerta en puerta pidiendo caramelos. Este año, solo pudo atender por la mañana del día más terrorífico del año a los pequeños que al llamar a su puerta decían “trick or treat” porque tenía que disputar un partido de las series mundiales.
Matz, que todavía vive en casa de sus padres en Stoony Brook, Long Island, cogió el coche y en una hora recorrió la distancia que separa el Citi Field de su casa. Durante el trayecto fue pensando que su sueño, abrir un partido de las Series Mundiales con el equipo de su ciudad se iba a hacer por fin realidad. El hecho es relevante ya que es el primer neoyorkino, desde Whitey Ford en el clásico de otoño entre Yankees y Cardinals del 64 que lo consigue.
Con sus padres en la grada, la noche estaba siendo feliz para Matz porque estaba firmando una sólida actuación. Cuando se retiró del campo, en la sexta entrada, había realizado 84 lanzamientos y los Mets ganaban 3 a 2 y un jugador de los Royals estaba en la primera base. La ovación del estadio en general, y de sus progenitores en particular, fueron la prueba de ello.
Si hubiera sido una película, el sueño hubiese tenido un final feliz y los Mets hubieran logrado la victoria. Pero enfrente estaban los Royals que, en la noche de las brujas, iban a transformar el sueño en pesadilla.
Los de Kansas no son un equipo de grandes sobresaltos, destacan por su buena defensa y un ataque ante el que nunca hay que bajar la guardia. En la octava entrada, con Familia dispuesto a conservar la ventaja Metropolitana, una bola mordida bateada por Eric Hosmer fue barrida por las brujas y se escapó por milímetros por debajo del guante a Daniel Murphy.
Ahí comenzó la remontada de los Royals, que minimizaron el efecto los dos home run de Michale Conforto, y las pesadillas de Murphy. En el siguiente bateo, el segunda base de los Mets se tiró a por la bola y ésta, azuzada por los malos espíritus, le volvió a burlar por centímetros. Murphy, el hombre que había logrado mandar la bola a la grada en seis partidos seguidos en octubre, aparecía en el clásico de otoño de una manera cruel.
La ventaja ya fue insalvable para los Mets a pesar de todos los movimientos realizados desde el banquillo. Ni los siete lanzadores diferentes utilizados por los de la gran manzana ni los cambios en el outfield alteraron el resultado del partido.
Dicen que los playoff no empiezan hasta que un equipo gana fuera de casa y los Royals ya lo han logrado. Ahora con 3 a 1 en la serie, disponen de tres oportunidades para proclamarse campeones del mundo. La primera esta misma noche en Citi Field, donde Matt Harvey deberá sacar a relucir toda su calidad para que la final siga viva y vuelva a Kansas.
La última vez que se remontó un 3 a 1 en contra en las Series Mundiales fue hace treinta años y, curiosamente, fueron los Kansas City Royals en el único, hasta ahora, anillo de campeón que lucen en sus vitrinas.
Matz, de madrugada, condujo de vuelta a casa y allí le esperaban sus padres para consolarle. Seguro que le costó conciliar el sueño. Pero también es seguro que las peores pesadillas, en la noche de Halloween, las tuvo Murphy.