New york Giants 27 - Dallas Cowboys 20
Tres intercepciones de Cassel condenan a los Dallas Cowboys
El quarterback de circunstancias de los Cowboys tuvo una actuación aseada en la primera mitad, pero tras el descanso condenó a su equipo con sus errores.
Los Cowboys son, a día de hoy, un equipo cuyo quarterback es Cassel, su running back, Darren McFadden y su mejor receptor, Jason Witten. A partir de ese punto, no hay mucho que explicar. Su quarterback lanza intercepciones en los momentos más inoportunos, su backfield es de una irregularidad desesperante y la explosividad brilla por su ausencia. Y sabiendo de dónde venimos, regresan todas las preguntas sobre hacia dónde se creen que van. Que Jason Garrett, por mucho que las circunstancias le estén arrastrando como en una riada, sabe que en casa de los Jones, las bromas, las justas.
Su duelo divisional contra los Giants era decisivo. Primero para no perder comba dentro de una división en la que no hay galgos, pero sí mucho listo con cara de conejo. Después, porque después de lo sucedido en la semana 1, con otra victoria habrían asegurado la ventaja sobre NY en caso de empate a fin de año, y eso vale su peso en oro en una competición a 16 partidos.
Los Giants no están mucho mejor. En un backfield con Jennings y Andre Williams se tuvieron que sacar de la manga a un tal Orleans Darkwa, rookie no drafteado al que no tengo el gusto de conocer, y supongo que casi nadie en el mundo, para que anotara el primer touchdown de un equipo en el que Eli Manning sigue alternando pases magistrales con apagones inexplicables.
Entre unos y otros, a cual más improvisado, Giants y Cowboys transitaban por el partido sin grandes sobresaltos y casi calcando los números, con la sensación de que el negocio se podría romper cuando uno de los dos perdiera su frágil equilibrio y comenzara a cometer errores.
Entre tantos eslabones débiles, fue Cassell el que se llevó la palma. Tras el descanso, al que se llegó con los Cowboys por delante 10-13. El quarterback improvisado de última hora, lanzaba una intercepción en la primera serie que era retornada para touchdown por Rodgers-Cromartie (17-13). Otra intercepción en la segunda serie cuando su equipo se acercaba a distancia de field goal. Una más en el tercer drive ofensivo. Rodgers-Cromartie, que le estaba cogiendo el gustillo al asunto, intentó retornar sin éxito.
A esas alturas ya estábamos en el último cuarto y Cassel se estaba convirtiendo en el mejor fichaje del año para los Giants. Incluso en esa cuarta serie le lanzó un pelotazo en la cara a su receptor Cole Beasley, con más pinta de agresión que de intento de pase. Aunque se redimió pocos instantes después para conectar con Devin Street un pase sensacional de 25 yardas que sirvió para empatar el partido (20-20).
7 minutos 14 segundos por delante, Eli y Cassel a los mandos y la sensación de que en un choque con dos equipos imprevisibles, especializados en autodestruirse de todas las maneras posibles, cualquier final era posible.
Pero todavía no nos habíamos recuperado de la impresión de ver a Cassel conducir una serie como Dios manda, cuando Dwayne Harris devolvió para touchdown el kickoff consiguiente.100 yardas meteóricas durante las que el jugador dejó un recadito al que era su equipo hasta la pasada offseason. 27-20 y siete minutos por delante para que los Cowboys volvieran a empatar.
Después de una serie larga en el que el reloj parecía volar, fueron parados a 1:48 para el final en un cuarto down en la yarda 24 del campo de los Giants. ¿Final del partido? ¡Que va! En la NFL Este todo es posible. Coughlin volvió a dar una lección de cómo no gestionar los segundos finales y su equipo tuvo que despejar la pelota dejando a los Cowboys sin tiempos muertos, pero con casi minuto y medio por delante.
Los aficionados locales se temían lo peor, y todos los fantasmas sobrevolaban el Met Life Satium, cuando el punt de Wing se le escapaba a Beasley, encargado de retornarlo, y le caía a Myles White para dar carpetazo a la historia.
Son los Giants y los Cowboys. Y por mucho que pasen los años, seguimos sin acostumbrarnos. Ambos encuentran sistemáticamente maneras de ganar o perder de la forma más rocambolesca. Tendremos que esperar hasta el año que viene para revivir otro de sus festivales. Una lástima.