El Wrigley Field es el escenario de los sueños rotos en la MLB
El campo de los Chicago Cubs no pudo asistir a una victoria de su equipo, que fue eliminado el mismo día que Marty McFly viajaba al futuro.
Dicen que New York es la capital del mundo y Chicago la capital de Estados Unidos. En béisbol, la rivalidad entre equipos de las dos ciudades se remonta a cuando el mundo se veía en fotos de color sepia. Una de las series de campeonato ha enfrentado a los New York Mets y a los Chicago Cubs por una plaza en el clásico de otoño.
El norte de Chicago, tierra de cachorros, fue testigo de una peregrinación sin precedentes a la guarida de los Cubbies, a pesar del 3 a 0 en contra.
En el banquillo del añejo Wrigley Field vive un hombre de sudadera azul, pelo de plata y las ideas muy claras. Pero poco pudieron hacer los jóvenes de Chicago, salvo no haber sido tan generosos en defensa ante unos Mets que sin hacer ruido, ganan el banderín de la liga Nacional, cima en la que ponían sus pies desde el año 2000, y pretenden clavarlo en el suelo de las series mundiales.
Aun cuando en la última entrada todo parecía perdido, la grada entera estaba de pie alentando a los suyos, agarrándose con las uñas a una esperanza que se desvanecía, a otro sueño roto.
En las calles anexas de Wrigley Field pasan de largo los terremotos y en el recuerdo quedan las imágenes de la algarabía en los bares de Chicago durante el partido comodín contra los Pirates, o la inmensa cantidad de gente reunida a las puertas del estadio tras superar a los Cardinals. Alguien dijo que si se celebraba así la serie de división, había serio riesgo de que Chicago quedara hecha un solar si lograban ganar en las series mundiales.
Aunque desconsolados se fueron los devotos, tienen motivos para seguir creyendo. Los fieles por las cantinas rezan al joven Scwarber, que al bate ha sido como Diego Rivera con un lápiz para dibujar a Frida Khalo, al primera base Rizzo, a Jake Arrieta y sobre todo a Joe Maddon.
Los aficionados, con lágrimas en los ojos que mojan cromos amarillentos, llegaron a sus casas y guardaron las gorras y camisetas hasta el próximo abril. Otra temporada que termina con la palabra próximo, otro año más de espera. Los Cubs hicieron soñar a su gente y aunque el despertar ha sido doloroso, confían en que la semilla plantada este año germine la próxima temporada.
Tanto evocar la profecía de Regreso al Futuro II y resulta que, ironías del destino, los Cubs fueron eliminados el día que llegaba al futuro Marty McFly.
Dice la canción que ¡quién pudiera reír como llora Chavela! Los seguidores de los cachorros sólo querían reír como lo hacían los de los Mets.
Y como la risa va por barrios, ayer Queens era una fiesta. Los neoyorkinos también cantaban, pero en este caso el alegre Amazing Mets en honor de los campeones de 1969, el mismo año que el hombre pisó la luna. Los aficionados de los Mets quieren volver a tocar el cielo y dar otro pequeño paso para un hombre pero un gran paso para su franquicia.
El mundo ya no se ve en fotos de color sepia, vivimos en la era de la alta definición, y mientras los cachorros se lamían las heridas, el Empire State Building lucía azul y naranja en honor a los Metropolitanos.