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SAN DIEGO 20 - PITTSBURGH 24

Vick hace el trabajo sucio y recupera algo de credibilidad

El QB suplente de Pittsburgh protagonizó el triunfo de los Acereros y demostró que está listo para hacer más que sólo suplir a Ben Roethlisberger.

Mike Vick, de los Steelers, aguanta la presión del defensa Kyle Emanuel, de los Chargers.
AFP

Le’Veon Bell anotó el touchdown del triunfo para Pittsburgh, pero Michael Vick es el verdadero ganador del duelo de lunes por la noche en San Diego.

Bell anotó en carrera de una yarda cuando el reloj expiró, metiendo el ovoide en la zona final justo un instante antes de que su rodilla tocara el piso, para darle a Pittsburgh una agonizante y dramática victoria por 24-20 sobre San Diego.

Bell aparecerá en la hoja estadística del partido como el héroe de los Acereros, pero Vick, el aborrecido por muchos y a quien pocos le perdonan sus pecados, hizo el trabajo sucio.

La sola mención de su nombre es razón suficiente para restarle crédito a Vick, a quien aún muchos no le perdonan su turbulento pasado y que lo llevó a pasar dos años en prisión entre 2007 y 2008 por tener como pasatiempo el entrenamiento de perros para hacerlos pelear clandestinamente.

Y si perdían, los canes tenían las horas contadas con Vick como verdugo.

Muchos afirman que ya pagó por sus pecados, pero el perdón no es absoluto. Al parecer, ni siquiera en lo deportivo.

Ese tiempo perdido en la cárcel y la ausencia de liderazgo para una figura pública le han impedido a Vick establecerse como el quarterback titular espectacular que fue en Atlanta de 2001 a 2006.

Tras cumplir su condena y ser “perdonado” por la NFL en 2009, Vick intentó resurgir en Filadelfia. Mostró chispazos, pero no lo logró del todo. En 2014 lo intentó en Nueva York con los Jets y su paso fue fugaz.

En 2015 llegó a Pittsburgh y el destino le hizo hacerse de la titularidad tras la lesión del quarterback titular, Ben Roethlisberger, pero el miedo del staff de entrenadores pudo más. Hasta anoche.

Vick estuvo amarrado durante más de tres cuartos y medio anoche ante San Diego, lo que convirtió el duelo en uno defensivo, pero más por lo que los Acereros dejaron de hacer al ataque.

Así, los Cargadores lograron irse al 10-7 con un pase de touchdown de 12 yardas de Philip Rivers a Antonio Gates, quien, tras cumplir con una suspensión de cuatro juegos por consumo de sustancias prohibidas, comenzó también a limpiar su honor.

La batalla de defensivas se acentuó cuando Antowne Blake interceptó y regresó el ovoide 70 yardas para poner a Pittsburgh al frente por 10-7.

Mientras tanto, Vick seguía amarrado, sin poder demostrar que sus habilidades, aunque ya no al mismo nivel que hace 14 años, aún pueden hacer daño, lo que le permitió a San Diego volver a tomar ventaja, ahora de 17-10 en el último cuarto, con ayuda de la segunda recepción para anotación de Gates, ésta de 11 yardas.

Fue entonces que Tomlin decidió soltar a Vick, dejarlo jugar como él sabe y el pasador no tardó en agradecerlo con un pase de touchdown de 74 yardas a Marcus Wheaton con el que empató el juego a 17.

Al lanzar el ovoide, Vick aguantó, como si aún fuera parte de su castigo por su pasado, un duro golpe. Quizá esto le ayudó a entrar en calor.

San Diego se fue arriba con un gol de campo de 54 yardas del novato Josh Lambo con 2:56 por jugar en el tiempo regular. La mesa estaba puesta para Vick.

Al inicio de su carrera en la NFL, Vick deslumbró con la potencia de su brazo izquierdo, que, como ayer cuando buscó a Wheaton, se ha desprendido del ovoide casi sin esfuerzo aparente, pero también por su habilidad para correr.

Mientras el staff de coacheo tuvo miedo de dejarlo jugar como él sabe, Vick no corrió ni una sola vez.

Cuando las cadenas lo soltaron, Vick hizo lo que mejor le sale y con una carrera de 24 yardas hasta la yarda 17 de San Diego y un pase de 16 para llegar a la yarda 1 de los Cargadores, hizo el trabajo sucio que preparó la escena para que Bell se vistiera de héroe.