Roger Goodell solo es un gran comisionado para los dueños
No se puede negar la magnífica gestión económica de Goodell desde que es comisionado de la NFL, pero la gestión humana ha sido muy deficiente.
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Antes de empezar, os cuento que esta semana empezó con una noticia sorprendente: durante un mes ningún jugador de la NFL ha tenido problemas con la justicia. Y continuó con otra igual de inesperada: no ha trascendido que en la reunión de propietarios se decidiera que Roger Goodell dejara de tener competencias disciplinarias, pese a que todo el mundo daba por hecho que iba a ser uno de los puntos más importantes de la orden del día (aunque no hay que descartar que la decisión se haya tomado de hecho, pero que los dueños no hayan querido hacerla pública para no minar aún más la figura de Goodell).
A Pepe y a mí nos encanta discutir sobre NFL. En muchos aspectos tenemos puntos de vista muy diferentes. Lo sucedido nos llevó a tener un debate sobre el auténtico legado de Goodell en la NFL que nos dio una idea. A partir de esta semana intentaremos publicar todos los viernes un artículo en el que daremos nuestros particulares puntos de vista sobre un mismo tema. A veces opinaremos cosas muy diferentes y en otras ocasiones coincidiremos bastante, pero creo que siempre será un debate interesante.
Y ahora vamos al tema. Roger Goodell es elegido comisionado de la NFL el 8 de agosto de 2006. En ese momento hereda una liga floreciente y en constante crecimiento, cuyos eventos aparecen siempre en el top de los rankings diarios, semanales, mensuales y anuales de audiencia televisiva, con un aumento exponencial de beneficios y con unas perspectivas más que optimistas. El deporte preferido de los estadounidenses. Por tanto, valorar la gestión de Goodell resaltando el aspecto económico no me parece correcto. Los grandes números en ese aspecto no son mérito suyo. Él simplemente se subió en marcha al cohete que viajaba hasta las estrellas.
Lo complicado es coger una empresa en crisis y levantarla, o encontrar soluciones para problemas irresolubles. Ser director general de una empresa como la NFL es una perita en dulce para cualquiera. Estoy seguro de que si hacen una encuesta a todos los grandes ejecutivos de EEUU, y probablemente del mundo, sobre qué empresa les gustaría dirigir, la NFL estaría entre las más elegidas, si no la que más. Lo que de verdad tendría mérito sería hundirla económicamente. Y más si por encima del hombro te miran 32 de los tipos más ricos de EEUU, que no van a consentir que des un paso en falso cuando se habla de dineros.
Por tanto, creo que el legado de Goodell no debe ser analizado desde el punto de vista económico, sino en el resto de los aspectos.
No hay que olvidar que Goodell era un auténtico depredador que empezó a trabajar en la NFL en tiempos del comisionado Pete Rozelle y que terminó siendo poco menos que la mano derecha de Paul Tagliabue, el anterior comisionado. Digo esto porque otro de los factores a favor de Goodell que se suelen poner en la balanza es la expansión internacional de la NFL. Pero lo cierto es que ni siquiera las Series Internacionales son idea suya. Paul Tagliabue, el anterior comisionado, trabajó a fondo durante todo su mandato para abrir la NFL al mundo. De hecho fue uno de los puntos más importantes de su legado. La expansión internacional de la NFL comenzó con Tagliabue. Se empezaron a televisar partidos fuera de EEUU con regularidad, se disputaron infinidad de American Bowls, se creó la NFL Europa y en 2005 llevó a México el primer partido de temporada regular fuera de EEUU dentro de un programa de expansión perfectamente diseñado. Cuando Roger Goodell llegó al cargo, una de sus primeras decisiones fue cerrar la NFL Europa dentro de una política de ahorro de costes que pareció más bien una eliminación del legado de su antecesor. De hecho, la relación entre él y Tagliabue, que casi parecía de padre e hijo en la anterior etapa, terminó como el rosario de la aurora.
Las International Series eran un proyecto de Tagliabue al que también se subió Goodell. ¿Que lo ha gestionado estos años con éxito? Eso está por ver todavía. La expansión fuera de EEUU se está haciendo con un enfoque básicamente económico y eso está provocando conflictos con los equipos, con los aficionados estadounidenses, con el calendario…
La eliminación de la NFL Europa también es un error importante. Primero porque frenó la expansión del deporte en Europa y los partidos en Londres no han compensado la pérdida. Después, y más importante, porque eliminó una liga de desarrollo que la NFL necesitaba y cuya resurrección, con el formato que sea, se está convirtiendo en un clamor. Goodell tuvo muy poca visión a largo plazo de los problemas reales cuando la eliminó con argumentos económicos.
Otros éxitos económicos también están perjudicando al deporte. Los Partidos de los jueves han enriquecido a la NFL, pero han perjudicado a la competición con semanas largas y cortas, disminución de calidad de esos partidos y aumento de lesiones. Más dinero pero menos espectáculo. Quizá las consecuencias de esos errores no se estén notando a corto plazo, pero a la larga están haciendo que la liga sea peor deportivamente que antes de su llegada.
Tagliabue, el anterior comisionado, tuvo otra prioridad, que fue la paz social dentro de la NFL. Él siempre dijo que era el encargado de evitar que los 32 propietarios devoraran su propia creación por culpa de su propia avaricia. En las negociaciones colectivas consiguió que los jugadores salieran bien parados argumentando que ganar un poco menos ahora aseguraba más beneficios futuros. En realidad, los propietarios nunca se lo perdonaron y ese fue el motivo de su ‘jubilación’ anticipada. Goodell ha sido radicalmente diferente a su antecesor. Desde el primer momento se alineó con quienes le pagan y se enfrentó a los jugadores. La consecuencia fue un convenio colectivo firmado por los jugadores con la nariz tapada después de un lock out de los propietarios. La NFL ha estado en conflicto con la NFLPA (asociación de jugadores) desde entonces. Nunca había habido tanta distancia entre jugadores y NFL, tantos problemas enquistados y tantas ganas de revancha. Goodell simplemente evita los actos en los que hay jugadores porque no le quieren ni ver. La persona encargada de tender puentes se ha convertido en el mayor enemigo.
Y más cuando se convierte en juez supremo, se inventa un reglamento de política de imagen de la NFL y empieza a sancionar a diestro y siniestro por asuntos que no tienen nada que ver con cuestiones deportivas para, inmediatamente, tener que echar marcha atrás cuando los perjudicados acuden a la justicia civil que una vez tras otra le quita la razón. Es curioso que Goodell haya conseguido que en el último mes ningún jugador haya cometido delitos con su política autoritaria del miedo, pero que por el camino haya fomentado que la percepción social sea que los jugadores de la NFL cometen más delitos que nunca. Con su forma de actuar ha dado altavoz a todas las actuaciones que quería eliminar. Su gestión de ese asunto también ha dejado mucho que desear.
Otro aspecto en el que Goodell está fracasando es la gestión del prestigio de la NFL. Deportivamente no se puede negar que la competición tenga más seguidores que nunca. Pero también es cierto que la sensación de que la práctica del football es perjudicial para la salud se está extendiendo a la misma velocidad. La práctica no profesional del football a nivel escolar se ha reducido durante su mandato. Las campañas de imagen muchas veces producen vergüenza ajena, como la actual en que aparecen modelos voluptuosas sudando mientras hacen deporte con una camiseta con los colores de los equipos de la NFL, y apelando al espíritu familiar de la competición. El intento de ocultar y controlar toda la investigación médica referida a las enfermedades degenerativas originadas en la práctica del football americano (que la NFL sigue negando) le está estallando también en la cara...
De hecho, una juez frenó hasta tres veces un acuerdo entre exjugadores con secuelas y la NFL porque la liga intentaba, directamente, comprar a los demandantes actuales, que necesitaban el dinero urgentemente para intentar aliviar su situación muchas veces desesperada, para evitar pagar cantidades similares a los posibles afectados futuros. Insisto, una juez echó atrás hasta tres veces un acuerdo torticero e impropio de una NFL que siempre dice considerar a cada uno de sus jugadores como hijos. Y todas estas cosas trascienden y dejan la imagen de la liga por los suelos.
La NFL de Goodell gana más dinero que nunca, pero tiene latente una fractura social con los jugadores, una expansión internacional sin definir y poco clara, la necesidad de una competición de desarrollo que no termina de concretarse, demasiadas decisiones centradas en factores económicos que están perjudicando el nivel deportivo, una gestión de las secuelas médicas que no evita que la práctica del football haya descendido a nivel escolar… Sinceramente, a veces tengo serias dudas de que a Roger Goodell le guste de verdad el football americano. Y no, en absoluto está siendo un buen comisionado. Ni en sueños.