Roger Goodell es un gran comisionado de la NFL y tú no
Asediado por la prensa, insultados por los fans, puesto en entredicho por los jugadores... Goodell es un excelente jefe de la liga y ese hecho es contumaz.
Sorprende que, una vez más, tras una reunión de propietarios de la NFL no se ponga sobre la mesa la posible destitución de Roger Goodell como comisionado jefe de la liga. Los 32 dueños de franquicias han estado juntos en la misma sala estos días en Nueva York y han hablado de Los Angeles, de peleas políticas entre ellos para ver quien se va a allí y cuanto dinero para a los demás, de expansión internacional, y de un montón de asuntos más pero no han dicho ni palabra, o nadie lo ha filtrado, sobre la figura de Goodell.
Es extraño, a primera vista. La liga ha vivido dos offseasons acosada por los escándalos. Este mismo año el Deflategate ha ocupado la mayor parte de la información y ha sido visto como una dura derrota para el jefe de la competición. Los tribunales le han quitado la razón en su sanción a Tom Brady y ha habido unanimidad en criticarle su ensañamiento y su desproporción en el tratamiento de un asunto tan pequeño. Aún más, se ha certificado, como ninguna otra vez hasta la fecha, como manipula el reguero de información en su propio beneficio y en perjuicio de, sencillamente, la verdad.
Esa guinda se suma a su mala gestión de escándalos anteriores, como el de Ray Rice o Greg Hardy, o a su posición en la pasada negociación del convenio colectivo, donde fue visto por el sindicato de los jugadores como un esbirro más de los propietarios y perdió toda credibilidad ante ellos.
En resumidas cuentas, los aficionados, los jugadores y, creíamos, buena parte de los propietarios, querían su cabeza por haber llevado las relaciones públicas a un estado tan calamitoso y por permitir una guerra interna entre dueños a cuenta de su persecución contra los Patriots.
Pero hay un hecho contumaz que nos gusta pasar por alto y que los jefes de Roger Goodell tienen muy claro: es un gran comisionado de la NFL.
Tratemos de separar el grano de la paja en este asunto. ¿Cual es el objetivo de todo director de una liga profesional? Que esta crezca y lo haga de manera sostenible. Y hay sólo se le puede poner una matrícula de honor.
En el año 2006, cuando Goodell sucedió a Paul Tagliabue, la NFL tenía unos beneficios de 6,16 mil millones de dólares. El año pasado esta cifra era de 11,09 mil millones y para este 2015 se estima que se puedan alcanzar los 13 mil millones. No es sólo que la liga esté ganando más, es que está ganando una barbaridad más. Huelga decir que es la competición más rica del planeta. Con una diferencia abismal sobre las demás. La MLB, segunda en el ranking, anda por los 8 mil millones. La NBA, como la Premier League, por los 4,5 mil.
El seguimiento nunca ha sido tan intenso como lo es ahora. No sólo me refiero a en número sino a la fidelidad. Lo primero se demuestra con las audiencias televisivas. El Sunday Night Football (SNF) de la NBC no es sólo el programa más visto de Estados Unidos, sino que poco menos que duplica cada semana al primero no deportivo. ¿Sabéis cual es el segundo programa, el único que ve, aunque de lejos, al SNF? Sí, el Thursday Night Football, el partido de los jueves, de la CBS. ¿Y el programa más visto de la televisión de cable? Oh, que listos sois, lo habéis adivinado, el Monday Night Football de la ESPN, en este caso más que duplicando a cualquiera que sea la serie que queda detrás en las audiencias semanales.
Todos los canales de televisión del mundo entero, también los de USA, están sufriendo una pérdida notable de espectadores. La amplitud de la oferta de ocio, la calidad del mismo a través de internet, el diferente uso que dan a la tecnología y a su forma de consumir televisión que hacen los llamados millenials (la chavalería, vaya), así como la fragmentación de la oferta televisiva en mil y un canal temáticos han hecho caer el número de personas que ven la televisión de forma convencional. Pues siendo eso verdad, la NFL se muestra como la única seguridad en los ratings de estos transatlánticos de la comunicación. Y eso sin contar lo que consumimos a través del Game Pass, datos que no son públicos.
Con esto sobre la mesa, y teniendo en cuenta que este año volverán a salir al mercado los derechos de los partidos del jueves, no cabe sino esperar más y más dinero.
Hablaba antes no sólo del número, sino de la intensidad y de la fidelidad. Y ahí no se puede hacer otra cosa que citar a la onmipresente Fantasy. Con Goodell, desde el año 2010, la liga ha abrazado, potenciado y elevado a los altares las ligas fantasy, y eso ha llevado a que haya una increíble cantidad de gente enganchada a la liga por esta vía. Tan increíble que, por ejemplo, la NFL gana tanto por este concepto, 1,7 mil millones de dólares, como La Liga BBVA española en general, y eso teniendo en cuenta que en esta última participan dos de los cuatro clubs más ricos del planeta, de cualquier deporte.
Fanduel y Draftkings, empresas que sólo se dedican a la gestión de fantasy leagues, han conseguido, en sendas rondas de financiación, 426 y 363 millones de dólares respectivamente. Hablo de inversores, porque el valor de mercado de ambas empresas está por encima de los mil millones de dólares. Tratad de poner eso en perspectiva y tratad de unirlo con las audiencias televisivas y con la decisión de Goodell de apostar por este modelo de negocio.
Pero no sólo hay que hablar de dinero. En absoluto. Es cierto que en el trabajo de Goodell están incluidos otros aspectos como el futuro del juego y el nivel de incidentes con la ley de lo jugadores de la liga. En ambos casos, para sorpresa incluso de quien esto firma, el comisionado sale vencedor respecto al pasado.
Goodell heredó el mayor de los venenos: las conmociones cerebrales. Y, en ese sentido, ha implementado una serie de normas y protocolos que serían impensables en los 70, 80 o 90. Ese problema lo ha tenido que gestionar él, y lo ha hecho con una reducción, desde el 2011, de un 20% de media de conmociones cerebrales en los partidos. Estos datos hay que cogerlos con pinzas, no obstante. Son los oficiales de la liga y no hay pocos organismos que los niegan. Aunque, en el muy poco fiable test de las sensaciones personales, sí que parece que el juego es menos violento hoy que hace una década.
También ha gestionado, judicialmente, las contrapartidas a pagar a los jugadores de aquella época que reclamaban indemnización. Lo ha hecho con un acuerdo, siempre la mejor de las soluciones, aunque por el camino ha intentado negar con todas sus fuerzas evidencias que no se pueden, ni deben, esconder. Dentro de 20 años. pongamos, podremos analizar de verdad este aspecto de su gestión, y no hoy. Si consigue o no embridar un asunto tan y tan complicado lo veremos, pero la tendencia hacia la mejoría parece clara.
Y en cuanto a la violencia, os pondrá la cabeza a dar vueltas el saber que el porcentaje de detenciones de jugadores de la NFL desde que él es comisionado es menor no sólo comparado con el pasado de la liga sino con la propia sociedad norteamericana si se tienen en cuenta sólo a los varones de entre 20 y 35 años. Hay que tener en cuenta que aquí se suman delitos digamos menores como peleas en bares, multas de tráfico y demás etcéteras. Pero ¿qué hay de la violencia doméstica, sin duda una de las grandes lacras de su era? Error de nuevo. En la época de Tagliabue había una media de 6.1 detenciones por violencia de género en la NFL y desde el 2006 el número ha bajado a 5.6, que siguen siendo repugnantes y excesivas, porque más de 0.0 es intolerable, pero 5.6 entre 2000 jugadores vuelve a estar por debajo de las dos medidas más relevantes para juzgar a Goodell: la NFL pre-2006 y la sociedad norteamericana para los varones entre 20 y 39 años.
No hay ninguna duda, ninguna, de que Goodell ha cometido errores. Y graves. No sólo no es perfecto sino que ha metido la pata hasta el corvejón en asuntos como el Deflategate, el cambio de paso en la sanción a Ray Rice, la relación con la prensa, la persecución sin medida de los Patriots, su inexistente relación con los jugadores (que le detestan) o sus numerosos reveses judiciales. Pero la gran verdad, resplandeciente, es que está siendo bueno, casi que extraordinario, para la liga en cuanto a su crecimiento, capacidad económica, seguimiento popular, fidelización de los clientes, satisfacción de los propietarios, protección de los jugadores y contención de la violencia. Juzgad vosotros mismos.