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AFC Sur desde dentro

Titans o cuando los entrenadores pecan de novatos

Tennessee tocó la victoria contra los Colts con la yema de los dedos. Se le escapó por culpa de la bisoñez, pero no necesariamente de sus rookies.

Actualizado a
Marcus Mariota no pudo completar la remontada en el partido contra los Colts.
ANDY LYONSAFP

Pocas veces una sola jugada deja tan claros los problemas a los que se enfrenta un equipo de fútbol americano. Y el intento de conversión de dos puntos con el que los Titans habrían empatado el partido contra los Colts, pero que acabó en placaje en la yarda 20, es una de esas ocasiones. Fue la prueba evidente de que al ataque de los Titans todavía le quedan lecciones que aprender y galones que ganarse. ¿A los jugadores? Sin duda. Pero sobre todo a los entrenadores.

El peso del ataque de los Titans recae casi exageradamente sobre los hombros de jugadores muy jóvenes. Más allá del tight end Delanie Walker y del running back Dexter McCluster, es muy complicado encontrar ningún jugador de más de 25 años. Y esto es cierto lo mismo para el cuerpo de corredores (con Shankey, West y Andrews), de receptores (Wright y el rookie Green-Beckham) y por supuesto la línea.

La juventud, ya se sabe, tiene sus ventajas. Jugadores en plenitud física y la promesa de un futuro mejor. Pero también tiene sus pegas, principalmente que ese futuro queda… en el futuro, valga la redundancia. El presente lo que trae son los famosos growing pains, la bisoñez, o en lenguaje más común las “pardilladas”. Nadie es inmune a ellas, y tienden a provocar que, para los equipos de la NFL que confían demasiado en la juventud, los partidos (y las temporadas) se conviertan en montañas rusas.

Quien quiera pruebas, que vuelva a ver el partido del domingo. Los Colts empezaron intratables y poniendo un 14-0 en el marcador. El sistema de los Titans es poco propicio para remontar resultados adversos, y todo el mundo da por hecho que los jugadores jóvenes, además, tienen la psiqué más frágil. Los Titans no remontarían… o sí. Mariota demostró que no se arruga y los Titans anotaron 27 puntos consecutivos.

El partido sería para los Titans, demasiada ventaja con demasiado poco tiempo para que un equipo roto como los Colts reaccionaran. Error de nuevo: la inexperiencia de los Titans volvió a pasar factura. Mariota por una vez pareció un rookie y tomó la primera mala decisión que se le recuerda en la liga, de esas que pasan factura, y regaló una intercepción a Indianapolis. Luck vuelve a ser el Luck de las grandes remontadas y los Colts se ponen 35-27 arriba. Ahora sí que sí, partido cerrado.

¿O no? Una vez más, no. Mariota vuelve a demostrar que será rookie, pero el rookie con la cabeza mejor amueblada en muchos años, y se sobrepone a la mala racha anterior (y a un mal inicio del drive) para devolver a los Titans a la red zone, a literalmente dos pasos de la end zone. Tennessee entonces decide que el quarterback rookie le dé el balón a su full back rookie, que correrá hacia el lado derecho de la línea, donde dos muchachos de apenas 25 años le abrirán un hueco que le dará el touchdown. Siempre hay que creer en los jóvenes.

Y aquí empiezan los problemas. Tras el cambio en las normas sobre el extra point, y la mayor facilidad (relativa) para intentar ejecutar las conversiones de dos puntos, se da por supuesto que todas las franquicias han desarrollado todo un paquete de formaciones y jugadas con las que sacar partido de la posibilidad.

¿Los Titans? Sabemos que tenían una. Harry Douglas corre una ruta slant mientras otros dos receptores se cruzan para abrir un hueco a la izquierda del quarterback en el que enhebrar un pase. Perfecta ejecución, pero los Colts recurren a una interferencia de pase para evitar el empate a 35. Los Titans vuelven a la línea de scrimmage. No pueden repetir jugada. ¿Y qué es lo que hacen? Alinean al full back rookie al lado del quarterback rookie, que le da el hand off y mira cómo corre hacia la izquierda, donde intentan abrirle un hueco por el que colarse en la end zone. ¿Suena familiar? Por supuesto. Es la misma jugada del touchdown.

Para los Colts era todavía más familiar: era ya la quinta vez que los Titans usaban esa misma formación, y en todas las ocasiones con idéntica jugada. Carrera a la izquierda y búsqueda del hueco entre el tackle y el guard. La defensa de los Colts tiene problemas, pero no tantos como para no reconocer una jugada que ya le han hecho otras cuatro veces. Y esta vez no sólo la paran, sino que fuerzan al corredor a retroceder casi 20 yardas.

¿De verdad el equipo de entrenadores de los Titans es tan pardillo como para no tener al menos media docena de jugadas listas para intentar las conversiones de dos puntos? ¿Y de verdad pensaban que el viejo truco de “seguro que no se esperan que repita jugada” funcione más allá de las películas deportivas, más bien tirando a serie B? Si es así, y en el partido se acumularon los síntomas en forma de jugadas repetidas, la juventud quizá sea un problema para los Titans más allá del campo: también en la banda. Al fin y al cabo, el coordinador ofensivo de Tennessee hace apenas dos años se limitaba a entrenar a los tight ends de San Diego.