Michela Ciobanu, magisterio en el Alcobendas de balonmano
Con 42 años, la portera ha vuelto a las pistas tres temporadas después de retirarse con el bronce en Londres. Dobla en edad a más de media plantilla.
En una plantilla en la que todas sus jugadoras nacieron en los noventa, Michela Ciobanu es la excepción: tiene 42 años, regresa al balonmano activo tres años después de la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Londres. Nunca se fue, porque se mantuvo vinculada al club, y esta temporada, cuando el equipo madrileño, cuarto en la Liga del año anterior, perdió a su estrella de siempre, Silvia Arderius (Aula Valladolid) y a la pivote Judith Sans (Bera Bera), la española nacida Rumanía representa un magisterio para sus compañeras.
“A veces tengo que levantar la voz en los partidos, porque es imprescindible morder más. Lo aceptan porque casi todas saben que yo ya he vivido lo que ellas viven ahora, pero ellas no lo que he vivido yo”, explica Michela, para quien el regreso al balonmano activo es por un objetivo: volver a jugar unos Juegos Olímpicos. Tiene un año por delante para convencer a Jorge Dueñas de que es otra vez útil para la Selección.
Entre tantas casi adolescentes, a las que en algunos años saca 24 años y “bien podría ser la madre de mis compañeras”, dice, pero Michela no acepta bromas con la edad: “Nada de que me llamen de usted o de que no sea una más del grupo. A la que se pase con eso, la fulmino”.
Dice que el equipo tiene unas posibilidades ilimitadas “mientras las chicas se esfuercen trabajen y mantengan la progresión”. En cuatro partidos sólo han perdido uno, en la pista del Guardés, “pero hay que recordar los problemas físicos de las jugadoras, con extremos teniendo que actuar de centrales”.
Las aspiraciones de la temporada “son como el año pasado, incluso mejorar el cuarto puesto”, y aunque ha perdido dos baluartes, Michela sostiene que el equipo sigue actuando como en anteriores campañas, con el mismo sistema, sin muchos cambios, con mucha ilusión por encima de todo”.