Cinncinati Bengals 24 – San Diego Chargers 19
Los Chargers hacen sufrir a los Bengals hasta el último instante
Los Cincinnati Bengals pudieron dejar el partido resuelto mucho antes, pero sus propios errores estuvieron a punto de costarles la victoria.
Estos Bengals solo están a una inyección de malicia de ser auténticos aspirantes. Mala uva, astucia, saber estar, no embolingarse. Que si la semana pasada jugaron el no partido contra unos Raiders trasparentes, esta vez se enfrentaban a los Chargers, un toro con dos pitones de los que quitan el hipo, y lo torearon a placer en muchos momentos, pero sin rematar ninguna serie, sin saber entrar a matar, y más preocupados de no recibir una cornada que de poner patas arriba los tendidos.
Porque los Chargers, como demostraron la semana pasada ante los Lions, no son un equipo que arroje la toalla. Y si además vas dejando en su camino regalitos, como si fueran trocitos de pan, saben dar la batalla hasta el último segundo. Que fue, exactamente lo que hicieron, cuando Rivers fue interceptado para tranquilizar a una grada naranja que ya se temía lo peor, y que lamentaba por enésima vez que lo suyos tengan tantos problemas para rematar partidos.
San Diego empezó perdiendo 7-0 después de que Keenan Allen fuera incapaz de atrapar un punt de sus rivales y regalara el balón a Cincinnati en la yarda 19. Instantes después, Dalton conectaba con un AJ Green que hizo una recepción extraterrestre. Sin embargo, el arranque de San Diego en su primer drive ofensivo fue sorprendente. Sobre todo porque Melvin Gordon decidió dar por concluidas sus interminables vacaciones y se convirtió en una máquina de sumar yardas.
Lo que parecía una apasionante batalla entre AJ Green por el aire, y Melvin Gordon por tierra, rápidamente se transformó en un concierto de errores. Primero fue Hill para Cincinnati, y pocas jugadas después un sack a Rivers que perdía el control de la pelota. El choque, a cara de perro, se convertía en una tormenta de pañuelos amarillos y errores de ambos equipos.
Pese a todo, el juego de los Bengals siempre fue más convincente. Giovani Bernard, en un partido extraordinario de 123 yardas de carrera, abría las puertas interiores del front seven de los Chargers a placer. Y Dalton respondía con solvencia conectando con Eifert y hasta ocho receptores diferentes durante toda la tarde. El problema era que cuando mejor estaban jugando, cuando sus drives ofensivos cogían velocidad, desde la banda se ponían a inventar jugadas de engaño que casi nunca funcionaban, o llegaba una penalización o una pérdida de balón absurda. Era desesperante ver cómo simplemente con carreras interiores la línea ofensiva se comía al poroso front seven de sus rivales, y que de pronto el plan se venía abajo por intentar florituras.
Por el camino los Bengals fallaban un field goal, los Chargers no cometían el mismo error y de inmediato, en un drive rapidísimo, Dalton conectaba con Marvin Jones y dejaba el marcador 14-6 con el que se llegó al descanso.
Parecía que, si el guión no cambiaba, Cincinnati mataría rápidamente el partido por juego, pero San Diego salió al campo como un meteoro en el tercer cuarto para que Rivers conectara con Steve Johnson y pusiera a los suyos a solo un punto 14-13.
Los Bengals insistieron con sus errores y volvieron a perder el balón con el segundo fumble de Hill. Ahí volvimos a entrar en una dinámica de errores y penalizaciones, como la vivida en la primera mitad, en la que ningún equipo conseguía entonarse. Y también fue ahí fue donde la defensa de Cincinnati se hizo fuerte. Melvin Gordon volvió a dormitar después de su explosivo arranque, pero entre Woodhead y Ladarius Green cogieron el relevo. Sin embargo, aunque el ataque de San Diego siempre daba sensación de peligro, tenía enfrente un muro que le impedía coger ritmo.
En el último cuarto los Bengals parecieron dar la puntilla a sus rivales con un pase de touchdown de Dalton a Eifert que dejó el marcador 24-13 con dos anotaciones de diferencia, pero los Chargers, indomables y empeñados a dar guerra hasta el último instante, llegaron a anotar un touchdown, fallar la conversión de dos, y tener el balón con algo más de un minuto por delante con la oportunidad de dar la vuelta al partido. Una intercepción de Rey hizo justicia al mejor equipo sobre el campo, aunque con la sensación de que, a día de hoy, los Bengals son libra por libra mucho mejores que los Chargers, pero no saben dar la puntilla al toro cuando lo tienen a su merced.