Hard Knocks, capítulo 2: Bill O'Brien, entrenador de football
En el partido de la primera jornada de la pretemporada entre los Houston Texans y los San Francisco 49ers sucedió un hecho inusual: durante siete jugadas consecutivas los Niners pararon a los tejanos en la línea de gol. Es inusual porque que un equipo profesional fracase en siete ocasiones para avanzar una yarda es poco menos que un imposible y, claro, porque tener siete jugadas consecutivas sólo puede suceder, como fue el caso, con una falta en el tercer down de la primera tanda.
El cabreo de Bill O'Brien fue monumental, entrenador de Houston. Para fortuna nuestra, Hard Knocks estaba ahí para mostrárnoslo.Primero con una serie de planos en la banda en los que se le ve cada vez más desesperado. Después con la discusión con su staff técnico sobre si debe seguir percutiendo. Y, por último, con su discurso, contundente, contra sus jugadores en el vestuario, en el descanso.
La idea de que las cámaras sigan todo el rato a un equipo hace pensar que, como en el principio de incertidumbre de Heisenberg, lo que vemos no puede ser real. Es decir, el mero hecho de meter las cámaras ya hace que la realidad se distorsione. Pero lo que estamos viendo de O'Brien en estos dos capítulos hace pensar que eso no es así, que realmente estamos asistiendo a su forma de ser y trabajar.
Especialmente hilarante fue la escena en la que reunió a sus chicos y les explicó como enfrentarse a los medios de comunicación y a las preguntas complicadas. "Sí os preguntan por algún compañero, por vuestro QB favorito de la plantilla o cualquier cosa que os parezca potencialmente peligrosa, solo responded: estoy trabajando duro, sólo quiero ser cada día mejor, mi objetivo es ayudar al equipo. Nada más". Entre carcajadas fue preguntando a alguno de los rookies ese tipo de preguntas, mientras los jugadores respondían lo que el quería y O'Brien aplaudía con un categórico: "Beautiful".
No sólo los jugadores se llevaron su ración en este episodio. También sus colaboradores tuvieron que escuchar su ración de fucks, en diferentes derivaciones. En un momento dado les exigió que parasen la música de los entrenamientos y que parasen de dar órdenes a los chicos porque quería saber de que eran capaces sin ayuda, si realmente entendían el juego.
El resto del capítulo se centró en las clásicas cuitas de los jugadores que están al borde de ser cortados, las rarezas como DeAndre Hopkins y su pasión por el vestuario, y las peleas entre ataque y defensa. De entre ellas, brilló con luz propia la de Brian Cushing y Alfred Blue. Ver como el linebacker no aceptaba una derrota y, con ambos exhaustos, intentaba un nuevo ejercicio de sack fue de lo mejor del capítulo. Cushing también fue protagonista de lo peor, como son esas escenas en casa con su mujer y sus hijos, estas si que totalmente impostadas y falsas, y que tan poco nos aportan como espectadores.
Gran remate de capítulo por parte de la gente de HBO pues, aprovechando que los Texans ganaron el partido a los 49ers, pasó ante nuestros ojos una buena ración de sonrisas, abrazos, gestos amables y declaraciones de que lo único que importa es ganar. Y es que es cierto, incluso en pretemporada. Por eso, aprovechando la victoria, Hard Knocks nos regaló unos momentos finales que captaron, y ejemplificaron, muy bien como una W en el casillero lo cura todo.