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EL SELLO LATINO EN LA NFL

Luis Castillo y el recuerdo agridulce de su carrera

El ex jugador dominicano afirma que su prematuro retiro le impidió aportar más a los Cargadores; al final, también le permitió disfrutar a su familia.

Luis Castillo dominando el centro de la línea de Chargers.
Getty Images

Luis Castillo tuvo que hacer a un lado a la NFL de su vida, pero alejarse del futbol americano le dio la posibilidad de recuperar una buena parte de su pasado.

A casi cuatro años de haber jugado su último juego, Castillo, quien nació en República Dominicana, reflexiona sobre una carrera que le permitió cumplir varias metas, pero que al mismo tiempo lo dejó con la frustración de no poder conseguir más.

Y lo que Castillo puede presumir no es poco. Llegó a la NFL en la primera ronda del Draft de 2005 al ser tomado por San Diego con la selección 28 global, se convirtió en pieza fundamental de la defensiva de los Cargadores y su rol fue reconocido con la aparición en la portada de la versión en español del videojuego “NFL Madden” en 2008.

Luis Castillo en la portada del Madden 2008 en su versión en español
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Luis Castillo en la portada del Madden 2008 en su versión en españolmediotiempo.com

Sin embargo, las lesiones no le permitieron lograr más al liniero defensivo.

“Mi cuerpo ya no daba más. Duré siete años en la NFL, mi meta era durar 10, pero los últimos tres años me dieron 12 (inyecciones) epidurales en la espalda, pero llegó un momento en el que mi espalda ya no me permitió seguir”, relata Castillo a AS.“Fue bien difícil aceptar que no podría seguir haciendo algo que amaba tanto y que me dio muchos momentos felices”, agrega.

En los siete años que estuvo en la NFL, Castillo, quien usó el número 93, sólo jugó dos temporadas completas, en 2005 y 2010, y en 2011, la fractura de una pierna en el primer juego de la temporada regular marcó el principio del fin de una carrera en la que, en su opinión, no pudo mostrar su potencial plenamente.

“Las lesiones me costaron mucho y no me permitieron lograr las cosas que quería y no sólo por mí. Me hubiera gustado lograr más por el equipo, por los aficionados, mis compañeros y los dueños del equipo”, lamenta.

Dejar la tarea inconclusa dejó un mal sabor de boca en Castillo, quien prefirió alejarse del futbol americano y todo lo relacionado a él, aunque esa distancia se mantuvo por circunstancias que le dibujaron una sonrisa permanente.

Seis meses después de que los Cargadores prescindieron de sus servicios y decidiera retirarse, nació su primera hija, quien, sin saberlo, le dio la oportunidad a su papá de llenar un hueco en su vida.

Castillo no conoció a su papá. Su mamá se hizo cargo de él, pero esa responsabilidad la obligó a perder los primeros años de la vida de su hijo con jornadas de trabajo de hasta 17 horas.

Fue hasta que Castillo cumplió 12 años que pudo disfrutar a su madre en casa.

Con ese recuerdo, el originario de Santo Domingo, República Dominicana, se convenció de no repetir la historia, por lo que el retiro, aunque forzado, no pudo llegarle en mejor momento.

“De no haber conocido a mi papá y no poder estar con mi mamá a tener la oportunidad de darle mi tiempo completo a mis niñas y a mi familia, estar ahí para lo que necesiten, es algo muy bonito que me da mucha satisfacción”, afirma Castillo.

Actualmente, el ex jugador está a la espera de su tercer hijo y dedica el tiempo sólo a su familia y a actividades como el ciclismo, montañismo o yoga.

Y aunque el adiós fue amargo, Castillo guarda un recuerdo de aquellos que, al final de cuentas, son los mejores jueces al momento de calificar el rendimiento de quienes se desempeñan en el campo.

Conforme su carrera avanzó, Castillo observó que en las gradas la cantidad de jerseys con el número 93 de los Cargadores crecía. Esa muestra de admiración la pudo validar en eventos en los que convivió con los aficionados.

“La gente me recibió con mucho cariño en San Diego. Aunque yo soy dominicano, me adoptaron como mexicano”, recuerda Castillo, en relación al gran número de aficionados mexicanos que los Cargadores tienen por jugar a unos kilómetros de Tijuana, México.

“Me sorprendía de que, además de ver el jersey número 21 de LaDainian Tomlinson, el 53 de Shawne Merriman o el 17 de Philip Rivers, también había mucha gente con el 93.

“Sabía que no estaba al nivel (de popularidad) de ellos, pero ver a la gente con mi jersey fue en verdad algo que no olvidaré”, sentencia Castillo.