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La NFL debe solucionar la sanción de Tom Brady ya

La NFL se despereza. Solemos decir que esta liga ha conseguido el milagro de estar doce meses activa a pesar de tener tan sólo cinco hojas del calendario con competición, pero mentimos porque hay todo un mes en el que no pasa absolutamente nada: julio. Para ser precisos, desde finales de junio y hasta finales de julio. Desde que se acaban las OTAs (Organizated team activities) y hasta que comienzan los training camps. Ese periodo desértico toca a su fin esta semana pues los equipos vuelven a la actividad y, ahora sí, todo va en serio pues ya no habrá parón competitivo hasta la celebración de la Super Bowl allá en el primer domingo de febrero de 2016. Alabado sea el que rige, que ya no podíamos más.

Me resulta inconcebible, pues, que con el inicio real del nuevo año, al menos en lo que al campo se refiere, sigamos arrastrando un escándalo que viene dándonos la lata desde dos semanas antes de la celebración de la Super Bowl XLIX: el Deflategate. Es uno de los grandes fracasos de imagen pública de la liga este año. Y mira que el listón estaba alto.

Recapitulemos: los Patriots y Tom Brady son acusados de desinflar balones en su propio beneficio en la final de la AFC contra los Colts; la NFL encarga a Ted Wells una investigación al respecto; con unos medios, y un tiempo medido en meses que se antoja excesivo para lo que tenía que examinar, que ya querrían los policías de The Wire concluye que Tom Brady es "mas probable que no" culpable y exonera al equipo; Roger Goodell, comisionado de la NFL, sanciona a los Patriots con un millón de dólares, una primera ronda del draft de 2016 y una cuarta (¿?) de 2017 y a Tom Brady con cuatro partidos sin jugar; el quaterback apela esta sanción y explica su versión de los hechos... el 23 de junio.

Todo lo anterior sucede entre enero y el 23 de junio. Es desproporcionado por completo. Es de una lentitud digna de la justicia española. Pero es que estamos asistiendo a la peor parte: a 27 de julio Goodell aún no ha dicho esta boca es mía al respecto de la apelación. Y esto sucede sólo porque a él le apetece que suceda. Nada más.

Resulta que no hay normativa al respecto de cuanto deben durar estos procesos más allá del genérico y tramposo "lo antes posible". Al igual que con las sanciones, que no vienen explicitadas en ningún artículo del reglamento y parecen impuestas de forma arbitraria, el tiempo para dictar sentencia sobre las apelaciones en la NFL da para jugar al bingo y hacerse una porra a ver quien en la oficina acierta.

Y es aquí donde hay que decirle a Goodell que ya está bien. No queremos seguir pendientes de esto. Los equipos van a llegar a los training camps y sólo queremos football, sólo queremos depth charts y rosters de 53, esquemas y peleas de QBs, queremos Hard Knocks y partidos de pretemporada. No nos merecemos, como aficionados, estar pendientes de cuando va o no a jugar Tom Brady.

Me estoy dejando, a posta, lo que el propio jugador o la franquicia deben pensar de esta dilación. Para ellos es gravísimo tener que hacer la pretemporada sin saber si van a contar con su gran estrella en el partido 5, en el 3 o en el 1. Y no hay que olvidar que, a nivel comercial, hay mucha gente, muchas televisiones y patrocinadores, pendientes de cuando juega el personaje más importante de la competición.

Desconozco los motivos por los que Goodell hace esto. Ni siquiera soy capaz de aventurarlos. Pero lo que sí se es que no hay ninguna evidencia nueva en el caso, ni va a haber más declaraciones, por lo que todo lo que tiene que saber lo sabe desde el 23 de junio. Dos días después debería ser capaz de decir con firmeza que decisión ha tomado. Hay quien piensa que sus motivos son retrasarlo lo más posible para meternos lo más cerca posible de septiembre y eliminar la posibilidad de que el jugador acuda a los tribunales ordinarios, pues eso haría que la sanción se trasladase en el tiempo a momentos más importantes de la temporada regular, pero me parece maquiavélico hasta para este comisionado.

La única certeza que tenemos es que, de forma consciente y alevosa, Roger Goodell nos va a meter en la nueva temporada sin resolver el escándalo que nos dejó la anterior. Y no es de recibo. Este tiene que resolverse ya aunque, incluso aunque así fuese, ya vamos tarde. Un nuevo error en la gestión por parte del comisionado de la NFL.