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RENOVACIÓN DE UNA ESTRELLA

Adrian Peterson se asegura 20 millones con los Vikings

El melodrama del corredor en relación con su equipo se ha saldado con la solución clásica en este tipo de desencuentros: más dinero.

Adrian Peterson ha conseguido su objetivo de más dinero garantizado.
Getty Images

Adrian Peterson ha firmado una reestructuración de contrato con los Minnesota Vikings por un valor total de 44 millones de dólares en las próximas tres temporadas. En esencia, ese es el mismo dinero que ya tenía firmado con el equipo, pero en cuanto se rasca la superficie del acuerdo aparece el verdadero motivo de esta renovación: 20 de esos millones serán garantizados en el tercer día de la campaña 2016 de la NFL.

En términos simples, el jugador ha conseguido tener fijos siete millones más de los que tenía. Esto es así porque su contrato anterior para los años 2016 y 2017 era favorable al equipo que, podría haberle cortado bien avanzada la agencia libre. Ahora no será así. Dentro de los términos del acuerdo se incluye la obligación de los Vikings de tener que comunicar el hipotético despido en los primeros tres días del inicio del curso. Con esa medida el jugador sabe que obliga a Minnesota a actuar muy rápido e, incluso en el caso de que decidan prescindir de él, tendría toda la agencia libre por delante para capitalizar su situación. Más allá de eso, los siete millones garantizados de más que ha conseguido lo son también en caso de que se lesione de gravedad esta campaña.

Y, ahora, permitid si me pongo cínico, pero esto es exactamente lo que suponía que estaba pasando durante todo el melodrama que ha sido la relación del corredor con su equipo. Recordemos que se perdió toda la temporada pasada, salvo un partido, al ser acusado de malos tratos infantiles. Él siempre lo negó, aduciendo que en su cultura (el Estados Unidos sureño, nació en Texas y jugó en Oklahoma en la universidad) a los críos se les educa con mano dura, y sintió que era un cabeza de turco; para empeorar las cosas, sintió que el equipo le dejó abandonado. Esto llevo a una tensión palpable y a la petición de traspaso así como a gruesas palabras acerca de no volver a jugar con los Vikings.

La situación la recompuso Mike Zimmer, entrenador del equipo de Minnesota, quien se saltó organigramas directivos y agentes de todo pelaje para conseguir tener una reunión cara a cara con el jugador. De esa reunión Peterson salió con casco y coraza directo a los entrenamientos de sus compañeros.

Pero faltaba la rúbrica definitiva a la reconciliación. Y esta sólo se consigue de una manera: dinero. Más dinero. Es el dinero lo que siempre está detrás de este tipo de movimientos, de peleas en las redes sociales, de intercambio de puyas. La pasta por delante y aquí paz y después gloria. 

Adrian Peterson lo que de verdad quería no era cariño o comprensión, tampoco un traspaso per se; lo que quería era asegurar lo más posible un contrato que le paga como la superestrella que es, pero que no estaba garantizado. La vida de un running back es dura. Y corta. Al llegar a los 30 años el declive es bestial. Eso lo saben los equipos... y también los jugadores, de ahí que el empeño de Adrian haya sido, en todo momento, conseguir que parte de lo que le queda por cobrar esté asegurado.

Lo ha conseguido. Muy mal se tendrían que poner las cosas para que esos 20 millones no estuviesen en su bolsillo. Es más, y dado que obliga a los Vikings a moverse tan rápido el año que viene, a poco que rinda esta temporada tendrá su puesto en la plantilla fijo en la 2016 lo que equivale a tener 30 millones de dólares poco menos que atados y bien atados.

No lloréis más por los sentimientos de Adrian Peterson, pues. Los problemas culturales, la sensación de abandono, la mala sangre con los directivos... todo tenía precio. Como suele suceder.