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DUELO FRATRICIDA

Cuando Rex le rompió la nariz a Rob y durmió en la cárcel

Los hermanos Ryan son una de las parejas de entrenadores más queridas de la NFL por su carácter y por sus pintas. Así eran ya de jóvenes.

Rex y Rob Ryan junto a su padre, Buddy.
Getty Images

Rex Ryan, entrenador de los Buffalo Bills, se parece a mi abuelo, el viejo Brasín, que en paz descanse. Por encima de todo me refiero al físico, al gesto. Eso me da que pensar que, al menos de manera sutil, tengo cierto aire al bueno de Rex. No es una sensación que me agrade, tampoco os quiero engañar.

Rob Ryan, coordinador defensivo de los New Orleans Saints, es su hermano, dicen que gemelo,y se parece a Jeff Bridges en El Gran Lebowski. Con muchos (pero muchos) kilos más, pero con ese mismo aire hippy y bonachón capaz, en los peores momentos, de ponerse como una moto.

En este extraño inicio de artículo he acabado por parecerme a Jeff Bridges. Me gusta.

Todo esto viene a cuento de una historia que relata hoy Tim Graham en el BuffaloNews acerca de como era la juventud de ambos hombres, entonces chavales, con toda esa testosterona y esa pinta de bestias pardas a la hora de atacar la cena que me gastan. Para mí, es la fantástica batalla entre mi abuelo y un gigantesco Nota de El Gran Lebowski. No he podido evitar el compartirlo con vosotros, por motivos obvios.

Resulta que Rob había quedado con una chavala. Andaba emocionado con el tema. Pero la chica tenía una amiga a la que no iba a dejar tirada. Es lo que se conoce como "efecto femenino no serás capaz de hacer eso a tu mejor amiga". Así que el más joven de los Ryan pidió a su hermano que le acompañase a la cita. Sin embargo, Rex ya estaba prometido con su actual esposa y le mandó a paseo.

Varios centenares de cervezas después, Rob insistió hasta tal punto que se vieron peleando por casa en lo que se conoce como "efecto somos hermanos y destrozamos el salón una vez al mes a palos entre nosotros". Tan virulenta fue la lucha que acabaron saliendo por la puerta enzarzados. Rex le pegó un puñetazo certero a Rob que le dejó sangrando por la nariz. Borracho y con la camisa roja, "de sangre de un compañero", como Santa Bárbara Bendita, cogió el coche para escapar de su hermano.

Un policía le paró. Cuando el joven Rex le contó la historia y le pidió que le llevase a casa, el oficial decidió que mejor le llevaba comisaria (en Estados Unidos las fuerzas del orden no se andan con dibujos) desde donde llamó a su madre. Esta, digna progenitora de ambos piezas, le dijo al policía que no se lo llevase a casa, que lo dejase toda la noche en el calabozo.

Dos figuras imprescindibles de la actual NFL, dos caracteres fantásticos, tuvieron en sus inicios ya las grandes señas de identidad que los han convertido en celebridades en la liga. Y que no nos falten.