DOPAJE
Andreas Krieger: “Un anciano de 80 años va más deprisa que yo”
Pisó España en los Europeos indoor de Madrid en 1986. Entonces se llamaba Heidi y ganó la plata en peso. En 1997 cambió de sexo por los efectos del dopaje masivo de la RDA.
Un reportaje de ‘Informe Robinson’ acaba con una frase suya: ‘Ahora sólo aspiro a llevar una vida tranquila y aburrida’. ¿Lo ha conseguido?
—No. Es un tema que no lo podré olvidar nunca. Por suerte hay algunos momentos que me permiten gozar de alguna tranquilidad. Mi mujer me ayuda.
(Andreas Krieger, berlinés de 48 años, nacido como Heidi, atiende la entrevista tras contar su historia en los Cursos de la AEPSAD de la Universidad Menéndez Pelayo, en Santander).
—Su mujer vivió el mismo tormento en la RDA.
—Nos ayuda mucho haber vivido algo parecido.
(Su esposa es Ute Krause, una exnadadora que también fue sometida al dopaje de estado. A los 16 años, Heidi comenzó a ser medicada con unas pastillas azules, Oral Turinabol. Los efectos en su cuerpo le empujaron a cambiar de sexo en 1997: “Si no lo hubiera hecho, ahora no existiría. Vivía en un cuerpo ajeno. No gustaba a los hombres, ni ellos a mí. Me gustaban las mujeres, pero no era lesbiana”.
—¿Siente algún rencor o ha aprendido a perdonar?
—Me siento enfadado cuando veo que sigue habiendo políticos o entrenadores que siguen gozando de cierta protección, haciendo lo mismo que se había hecho entonces.
(Andreas declaró como testigo en 2000 en el juicio contra Manfred Ewald y Manfred Hoeppner, responsables del dopaje masivo en la RDA. Heidi había sido campeona de Europa en 1986, pero ha donado la medalla, que ahora da nombre a un premio para la lucha por la limpieza).
—¿Qué le dolió más: el engaño de personas de confianza o el uso político del deportista?
—Que hayan abusado de mí, eso ha sido lo más cruel.
—¿Ve atletismo en televisión?
—No. Debo admitir que cuando veo a mujeres que se acercan a 21 metros, me da que pensar… Porque sé lo que se puede lograr con talento.
—Usted pide la anulación de su récord juvenil de 21,5.
—Sí. En Alemania se hizo. Es un poco cínico que la IAAF, que dice luchar contra el dopaje, no cumpla mi petición de anularla.
—¿Le ha quedado algo bueno del deporte?
—Los viajes… En la RDA no se podía viajar al mundo capitalista. Eso me llenó. Conocí a una deportista australiana, más joven, que me miraba como a un ídolo, yo nunca había pensado que pudiera ser un ídolo de alguien. También la ambición, la perseverancia, se las debo al deporte. Pero no me pregunten por las personas, muchos siguen negando el dopaje y son todos campeones, entre comillas, con récords mundiales.
—¿Qué siente cuando lee una noticia de dopaje?
—No vivo con tanta tensión el deporte como antes. Hay tantas noticias y plusmarcas que se celebran sin cuestionarse cómo se han conseguido… Hay récords anteriores con dopaje, pero se baten después y nadie pregunta cómo, no lo puedo comprender.
—Bruce Jenner, oro olímpico en decatlón, ha cambiado de sexo. ¿Puede darle algún consejo para su nueva vida?
—Que disfrute de su vida... Yo no lo hubiera hecho público a esa edad (65 años). He sabido de otros dos casos en mi club, donde ha habido una crisis de identidad sexual, y han seguido su vida sin darle publicidad. Si se decide por un camino de felicidad, me parece correcto.
—¿Heidi sigue en Andreas?
—Sí, yo soy el que plancha la ropa en casa (rompe en carcajadas). En serio… Sí, sigue habiendo algo: Heidi sigue ahí.
—¿Practica algún deporte?
—No puedo. Hay días que los ancianos de 80 años van más deprisa que yo.
—¿Secuelas del dopaje?
—Sí. Un médico me ha dicho que tendré que operarme las dos caderas y no sé cómo terminaré. También tengo una protrusión en la columna. Y dependencia de lo que me administraban antes a escondidas. Incluso puedo sufrir un cáncer por las hormonas, no lo sé… Aunque también por ser fumador.
—Usted sigue tomando hormonas masculinas.
—Cada tres semanas me administran un tratamiento… Por eso me crece la barba.
—¿Algún consejo para los jóvenes deportistas?
—Que se diviertan y que conozcan sus límites, sin olvidar que hay una vida después.
—¿Le gusta contar su historia por diferentes países?
—Estoy un poco confundido de que siga interesando este tema. Lo he contado tantas veces que ya me aburro a mí mismo.
—Pero no en España…
—No. En España sólo estuve en los Europeos indoor de Madrid de 1986, donde fui plata. Podría haber traído esa medalla para devolverla.