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BALONMANO

Valero Rivera: “En Qatar soy muy feliz y me quedo hasta 2020”

Es uno de los ilustres ‘Españoles por el Mundo’. Valero Rivera se queda en Qatar hasta el final de su carrera. En esta entrevista con AS en Doha repasa su vida y explica el porqué.

Doha
Valero Rivera: “En Qatar soy muy feliz y me quedo hasta 2020”

—Enhorabuena, Valero. Nadie pensaba que tras ser campeón del mundo con una potencia como España iba a conseguir otra final con Qatar.

—Muchas gracias. Ha sido un sueño. Hemos trabajado como un equipo, muy duro y con mucha determinación. Ha sido algo maravilloso. Me alegro además por la gente de Qatar, por la ilusión que les ha hecho. Ellos lo dan todo, ponen a disposición los medios y lo que puedas necesitar. Merecen la recompensa. Y no hablo sólo del balonmano, sino del esfuerzo constante que hacen para mejorar el deporte.

—¿Cómo se siente uno cuando tiene que jugar contra la Selección de su propio país?

—Fue un partido muy especial para mí. Afortunadamente fue en la fase de grupos y no en las eliminatorias. Eso hubiera sido infinitamente más duro. Por suerte para los dos, España y Qatar, pudimos pasar. Fue un partido igualado. España ganó merecidamente. Han hecho bien los deberes.

—No sólo jugó contra España, sino también contra su propio hijo. ¿Qué tal lo llevó?

—Bueno, durante el partido no veía a un hijo, sino a un rival. Además, el tío hizo un partidazo: me metió ocho goles. Al final me dieron ganas de regañarle, de decirle ‘esto no se le hace a un padre’... pero le felicité, le di un abrazo y le invité a cenar. ¡A ver qué voy a hacer!

—¿No dirá que no es algo exótico que medio centenar de españoles apoyaran a Qatar?

—Voy a contar cómo fue el asunto. Pues fue una idea mía. Le pedí al presidente de la Federación de Balonmano de Qatar que los trajera.

—¿Para hacer amigos?

—No, para que enseñaran a los aficionados de aquí, de Qatar, cómo y cuándo se anima a un equipo. Aquí no saben hacerlo, y necesitaban aprenderlo. Porque en todos los partidos hay momentos en que los chicos necesitan el apoyo de la grada. Y aquí no saben hacerlo todavía. Cumplieron su misión, y contagiaron su buen ambiente al pabellón. Esta es la razón por la que vinieron, a cambio del viaje y la estancia. Y aprovecho para darle las gracias por su apoyo, y por su comportamiento intachable dentro y fuera del pabellón, a las peñas de Cuenca, Vigo, Puerto Sagunto y Aranda de Duero. Sin ellos Qatar no hubiera sido finalista. Y además, todo habría sido más aburrido.

—A ver si está dando muchas pistas, que viene el Mundial de fútbol en 2022. Se va a enfadar ‘Manolo el del bombo’...

—Aquí tienen otros comportamientos, y un partido es una fiesta en la que se compite. Vamos a ver si hemos hecho escuela. Estaría bien. Manolo es un maestro. No es mala idea para la próxima...

—Además de todo, Qatar también tiene nacionalizados. ¿Qué pasa con eso?

—Este es un país abierto para todo el que pueda enseñar algo. En nuestro caso tuvimos a Borja Fernández, un chico que fue profesional del baloncesto y al que animé a pasarse al balonmano cuando estuvo en el CAI. Tenía 23 años. No era fácil. Pero sus condiciones físicas eran magníficas y su predisposición aún mejor. De modo que confió y nos salió bien el invento. Ha sido una alegría para ambos, para él como jugador reconvertido y para mí como técnico. Una alegría y un logro. Además, aquí en Qatar él es una leyenda, y lo es en un deporte de primera línea en este país. Y un hombre importante... porque el balonmano es el deporte que más le gusta al Emir. Y decir eso aquí es un orgullo.

—No sólo está Borja Fernández, aquí hay más españoles trabajando con usted ¿no?

—Sí, claro. Uno se rodea de la gente en la que confía. Pero para todos nosotros está siendo una experiencia única y maravillosa. Puede preguntarle a mi ayudante, Ricard Franch. Puede preguntarle también al doctor Josep Anton Gutiérrez o a Manolo Montoya, que vienen y van. Aunque cada vez más vienen que van. Creo que pronto se van a quedar. También está aquí conmigo Kosovac, que no es español pero como si lo fuera. Piensa lo mismo.

—¿Y usted? ¿Hasta cuándo se va a quedar en Qatar?

—Pues como aquí estoy muy feliz, valorado en lo profesional y en lo personal, y mi esposa, Annika, también lo está, tengo una noticia que comunicar: he cerrado un acuerdo en firme, total, para renovar mi contrato con Qatar para seguir como seleccionador de este país al menos hasta el 2020. Cinco años más por delante, a falta de la firma que es inminente.

—Enhorabuena otra vez, ¿pero cómo puede mejorar lo que ya ha hecho aquí? ¿Qué planes tiene?

—A corto plazo el reto es la clasificación de Qatar para los Juegos Olímpicos. Tenemos una doble vía para conseguirlo: el grupo de Asia o, como subcampeones del mundo, por la clasificación internacional. Iremos por la primera vía, que es muy complicada pero más factible en mi criterio. La fase de clasificación comienza a finales de octubre próximo. Y se jugará aquí en Doha... de modo que a lo mejor cuento otra vez con los ‘manolos del bombo’ de los que hablábamos antes. En esa clasificación vamos a tener dos rivales duros: Corea e Irak, que tienen experiencia y buenos equipos. Para Qatar sería otro sueño cumplido: ir a unos Juegos Olímpicos. Y conducirles, si se dan las cosas como quiero y deseo, a conseguir ese reto es mi mayor ilusión ahora. Acompañarles en la aventura merece la pena.

—Usted es español, un país en el que los deportistas salen por puro talento y generación espontánea. Aquí aún no es así. ¿Por eso le llamaron?

—Puede que sí, por mi trayectoria como entrenador y porque pensaron que era capaz de armar un equipo. La verdad que no soy un caso excepcional en España, lo que además celebro. Tengo que recordar, con humildad, que los entrenadores españoles, en casi todas las disciplinas estamos reconocidos internacionalmente. Si miramos el mapa encontraremos un buen técnico español en casi todos los deportes, en cualquier parte del mundo. Además de los ya consagrados, como Pep Guardiola o Vicente del Bosque, hay muchos más. Creo que nuestro país, España, precisamente por ser un caladero de deportistas fantásticos obliga a los técnicos a la excelencia. Y eso nos ha hecho mejores a todos. Y además creo que el ser punteros en un área como el deporte ayuda a mejorar la imagen de nuestro país.

—También es verdad que aquí hay dinero. Aunque todos sabemos que el dinero no garantiza el éxito. Al menos en el deporte. ¿Está de acuerdo?

—La crisis ha pegado duro en España y los entrenadores, como en otras profesiones, hemos buscado nuevos destinos. También es verdad que en Qatar hay dinero para invertir en el deporte. Aquí saben que efectivamente el dinero no garantiza el éxito. No vamos a mentir a nadie, el dinero ayuda, pero no es lo único. Es una herramienta necesaria en el deporte, pero no el arma que te hace invencible.

—¿Qué esperan en Qatar de su dinero en el deporte?

—Esperan un retorno. No quieren que ese esfuerzo sea flor de un día. Piden que el esfuerzo, y los éxitos si llegan, pasen de una generación a otra. Quieren un proyecto de futuro, no sólo la próxima medalla. Es gente respetuosa y tratan de hacerte la vida más fácil. También son muy exigentes, aunque también son generosos, es la verdad.

—Está usted mejor que en brazos. Echará en falta algo de España, ¿el pan tumaca quizás?

—Pues aquí lo preparan muy rico. Y también lo sé hacer yo. De modo que no. Echo en falta a la familia y a los amigos. Además, hace dos años que vamos a España de concentración. Lo hago porque es buen sitio para entrenar y porque puestos a llevar divisas mejor que sea a nuestro país.