Todas las claves para entender el culebrón de Adrian Peterson

Adrian Peterson está de vuelta. Vale. ¿Pero ahora qué?

Tras ser sancionado por la NFL y haberse perdido prácticamente toda la temporada pasada, el corredor ahora promete protagonizar un culebrón que, muy probablemente, sólo desvelará su final dentro de dos semanas, en la noche de la primera ronda del draft.

El motivo es que Peterson ha dejado claro a través de su representante que no quiere volver a jugar por los Vikings. Y al menos tres equipos están interesados en ficharle: Cowboys, Cardinals y Raiders.

Minnesota todavía tiene esperanzas de arreglar la situación con su estrella y lleva semanas intentando mimarle para que cambie su idea de irse. Pero no hace falta un experto para darse cuenta de que los síntomas son del típico divorcio donde uno de los dos sigue ciego y no se da cuenta de lo que todos ven desde fuera: que su matrimonio se ha acabado.

Principalmente cuando existe una tercera persona en el medio… y además es un viejo amor de juventud.

El jugador es de Texas y nunca ha ocultado que desde niño tiene una estrella azul en su corazón. En agosto del año pasado, Peterson contó públicamente que llamó al dueño de los Dallas Cowboys, Jerry Jones, manifestando su interés de jugar "un día" en la histórica franquicia texana. Si fuera al revés, sería una grave violación de las reglas de la liga que impiden que una franquicia negocie con un jugador que esté bajo contrato con otro equipo. Pero si es el jugador el que toma la iniciativa, lo único que genera es un tremendo dolor de cabeza para su equipo.

El contacto tuvo lugar antes de que el jugador fuera acusado de pegar a su hijo con una vara y demandado por maltrato. Ahora Peterson siente que fue tratado de manera injusta por los Vikings y que la relación de confianza ha quedado definitivamente rota.

Mientras tanto, los Cowboys habían encontrado al mejor running back que haya tenido la franquicia desde el gran Emmit Smith: DeMarco Murray... al que dejaron salir como agente libre sin al menos intentar renovarle. Murray fichó por los Eagles, rival directo en la NFC Este, y el equipo de Dallas ni se inmutó.

Tampoco se plantearon fichar a alguien en la agencia libre para sustituirlo (y que nadie me diga que McFadden es 'alguien').

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Sintomático, ¿No?

Y mientras Peterson llama a la puerta, los Cowboys escuchan desde el otro lado y se frotan las manos. En su propia web han publicado un artículo con las tipografías más grandes que han encontrado en el que sueñan con el fichaje y afirman que con el jugador serán serios aspirantes al anillo.

"Los Cowboys son los favoritos, pero los Raiders están en la pelea y también muy cerca", dijo un general manager de la NFL, que no quiso salir del anonimato, al veterano reportero Mike Freeman este viernes. "El gran problema es que su contrato – 15,4 millones de dólares esta temporada - es como una ancla en su cuello. Pocos equipos están dispuesto a ficharle con este sueldo a los 30 años”, dijo el ejecutivo.

Una fuente de dentro de los Cardinals afirmó al periodista Peter King de Sports Illustrated que “no hay ninguna posibilidad” de que los Cardinals fichen a Peterson con este sueldo. Los que conllevaría al jugador renegociar más de lo que él estaría dispuesto.

Es ahí donde entran los Raiders.

El equipo de Oakland está en reconstrucción y tiene mucho espacio en el cap. Con un nuevo entrenador y un QB prometedor en Derek Carr, el fichaje de Peterson sería la cereza en la tarta que el GM Reggie McKenzie está buscando para ganar la confianza de la afición.

Si les sirve de consuelo a los Vikings, una elección extra en la primera ronda no vendría nada mal, ya que el draft de este año ofrece uno de los mejores grupos de running backs universitarios – sino el mejor - desde que Adrian Peterson entró en la liga.

Vikings… Cowboys… Raiders… Cardinals… ¿u otro equipo? ¿Cuál será el final del culebrón de la offseason?