Premios AS 2014
“Mis equipos siempre respetan al balón y a los espectadores”
Pellegrini recibe hoy, en la Gala de AS, el Premio América por sus éxitos y también por su manera de entender el fútbol. Es un hombre adorado por la afición del Manchester City.
2014 fue un año de éxitos para usted. En su primera temporada en la Premier logró el doblete (Liga y Copa de la Liga) con el Manchester City.
—Es el resultado del trabajo bien hecho. Esa es la mayor satisfacción. Los títulos son consecuencia de lo que se hace todos los días. Además, lo conseguimos de un modo particular, jugando bien, marcando muchos goles, cambiando el estilo de juego del equipo.
—Un nuevo éxito.
—Si se tiene el compromiso de los jugadores, su confianza, si se hace un esfuerzo, como hicimos nosotros, para crecer todos los días, para adaptarnos a nuestro nuevo entorno, es más fácil llegar a los objetivos que nos marcamos.
—¿Qué prefiere recordar? ¿Los momentos especiales, los buenos? ¿O los malos y el modo en que el equipo los superó?
—Hubo momentos complicados, cuando perdimos con el Liverpool, por ejemplo. Y luego empatamos con el Sunderland. Pero nunca pensé que no íbamos a ganar la liga, sabía que el Liverpool podía perder partidos. Ganamos los últimos cinco encuentros. El mérito de la plantilla es doble pues, y se crece cuando se superan esos obstáculos. Los títulos no son importantes sólo para mí, sino para todo el club.
—¿Si tuviera que echar una foto del 2014, qué saldría?
—Lo pasamos muy bien el día de la victoria ante el West Ham, ese 2-0 que nos hizo campeones. Las celebraciones de la afición, toda la familia estuvo presente. Quizá el momento en que entró el segundo gol fue lo más emotivo, como también lo fue ganar la Copa de la Liga en Wembley. Me acordé de los días de trabajo, de las largas conversaciones con el cuerpo técnico y directivos. Ganamos pese al escepticismo del inicio.
—Es una reacción muy propia del Reino Unido. Las ligas que ganó en Sudamérica no contaban: el entrenador nace al llegar a Europa. Se publicó y dijo a menudo que no había ganado nada. ¿Notó y luchó contra ese escepticismo?
—Sí, pero no me molestó. Se convirtió en una motivación.
—Pero sabe que si no hubiera ganado, lo del estilo (esa insistencia en jugar bien) se hubiera vuelto en contra suya.
—He entrenado en cinco países y en todos he trabajado para que mis equipos jueguen del modo que creo que deben jugar respetando el balón y al espectador. Mezclamos a los jugadores técnicos que quieren el balón con un rápido contraataque. Así llegamos al récord de goles en la Premier.
—Se propuso un reto nuevo (un país rico, una liga dura, un idioma que dominaba) y le salió bien: es el primer entrenador no europeo en ganar la liga inglesa. Ha tenido la suerte de poder elegir y cada paso que tomó parece uno hacia adelante.
—Me muevo por retos personales. Fue duro al principio en Inglaterra, es una competición muy física, con exigencias diferentes, pero volvió a pasar lo de casi siempre: hubo comunión entre lo que quería el club y lo que proponía yo.
—Si echa la mirada atrás, parece que su carrera haya sido planeada, en el sentido de que es bastante lineal.
—Ha salido así. Comencé mi carrera en Chile, y después de pasar por varios clubes, decidí salir al extranjero. En Ecuador conseguí mi primer campeonato de liga. Me fui a Argentina y ganamos la liga con el San Lorenzo de Almagro, con un récord de puntos y una racha de victorias que continúa. Con el River Plate obtuvimos títulos también y decidí dar el salto a Europa. Conseguimos cosas muy importantes con el Villarreal cuando el club quería establecerse como un club de élite. En el Madrid no se dieron las circunstancias adecuadas para un periodo exitoso. Y en el Málaga lo pasé muy bien.
—Pero el día a día en Manchester debe ser muy diferente al que tenía en Marbella.
—Después del Madrid, tuve ofertas de distintos países de clubes grandes y selecciones, pero me decidí por el Málaga porque me atraía el proyecto. Y en realidad ha sido una de las mejores decisiones de mi vida. Pero nunca me he movido por dinero, nunca se elige bien si uno se guía por eso. Por ello, lo que logramos en Villarreal y Málaga, nadie se hubiera imaginado que hubiéramos llegado a unas semifinales de la Champions o unos cuartos con el Málaga, tienen un lugar muy especial en mis recuerdos. Si todo hubiera continuado igual, me hubiera quedado en el Málaga toda la vida. Dicho esto, siempre quise tener una experiencia en la Premier.
—¿Cómo es un día en su vida en Manchester?
—Suelo llegar sobre las 8:30 a la ciudad deportiva y estoy allí hasta las 2:30 o 3. Y cuando llego a casa ya es oscuro. No sale la posibilidad de pasear disfrutando de la luz, así que me entretengo sobre todo leyendo. En todo caso, como hemos jugado cuatro competiciones, hay mucho viaje y muchos partidos que llenan todas las horas. El City está creciendo de un modo espectacular. Es un gran proyecto, con nuevas infraestructuras pero basado en una idea de fútbol: no se trata de ganar de cualquier modo, sino con un estilo agradable al espectador.
—¿Será esta su último proyecto en Europa?
—No creo. Si surge algo más en Europa, continuaré. En todo caso, me queda un año y medio en el City al menos. Uno se pone al principio una fecha límite, hasta cuando uno querría estar trabajando, pero luego surgen retos diferentes, nuevos, que te hacen continuar.
—Lo digo porque parte de su familia nunca dejó Santiago. ¿No piensa en volver?
—Mi hijo vive en Manchester con su familia y mi señora va y viene a Chile todos los meses porque tenemos dos hijos allá. Es sacrificado para ella pero llevamos quince años así. El fútbol ha unido mucho a la familia a pesar de la distancia.
—Muchas de esas cosas que cuenta las comparten muchos otros tecnicos. Deben hablar de ello cuando se juntan tras los partidos a tomar un vino.
—Sí, nos juntamos a tomar un poco de vino, a charlar. Es una costumbre curiosa que hay en Inglaterra. Muy saludable.
—¿Vino chileno?
—Tratamos de que sea el mejor vino posible. Y claro, también vino chileno.
—¿Hubiera hecho las cosas diferentes en algún momento de su carrera?
—Ya lo he dicho alguna vez que trabajé casi 15 años en algo que no me gustaba. Hay veces que tenemos que decidir, momentos importantes y luego te irá bien o mal, pero tengo que decir que hubiera sido un fracasado, un mal ingeniero y un técnico frustrado si no hubiera aceptado los retos que surgieron en el fútbol.
—¿Qué es lo que más le ha servido de sus experiencias anteriores en su estancia en Inglaterra?
—Llevo conmigo varios niveles de experiencias y conocimientos y todos útiles. Quizá la calma en los momentos tensos, que es como creo que los técnicos deben actuar. Y es más fácil ser de ese modo, cuando llevas muchos años en la profesión. Un exceso de emoción te puede llevar a equivocarte. A veces no es fácil mantener la calma, pero es mi obligación.
—Le llaman ‘This charming man’ (Un hombre encantador), el título de una canción de los Smith. ¿La conoce?
—Sí. Me hace feliz esa identificación. Ahora entiendo mucho mejor que apoyaran a Roberto Mancini cuando salió del club. Su lealtad es absoluta con el entrenador que está a cargo del equipo. Ese apoyo lo sentí toda la temporada. “El jeque Mansour se fue a España con su Lamborghini, y se trajo un entrenador”, cantan… Creo que les dimos un buen año de fútbol, que lo disfrutaron.
—Tras ganar la liga, ¿cuál es su objetivo y el del club?
—Estamos en una institución donde se debe aspirar a todo. Tuvimos muy mala suerte en Europa la temporada pasada con el Barça, la expulsión de Demichelis lo cambió todo. Me quedé a un paso de una final de la Champions con el Villarreal y me gustaría poder jugarla con el City. Pero en este tipo de clubes la exigencia es máxima, hay que ir a por todo, y eso ya me va bien. Me gusta esa presión. Mi ambición es la de mejorar cada día, no me conformo con quedarme donde estoy.
—De entre todos los futbolistas que ha tenido, ¿con cuál se queda, a quién enseñó más?
—No sabría cuál escoger.
—Una cosa que se asegura cuando llega a un nuevo equipo, es la de confirmar su autoridad. Cuentan que en la Liga Deportiva Universitaria de Quito, tras su primer entrenamiento, en lugar de esperar la llegada de algunos veteranos que fueron puntuales, cerró la puerta del vestuario y no les dejó jugar ese partido. Otra variante de la misma historia dice que no volvieron a jugar.
—No, no. No jugaron ese partido. Pero nadie volvió a llegar tarde. El entrenador tiene un espacio que debe ocupar desde el primer día.